Capítulo 33

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Marc se queda un rato observando la pantalla del teléfono, arrepintiéndose de haber propiciado el final de la conversación después de haberle dado las buenas noches. No para de preguntarse por qué lo ha hecho. Por qué no ha continuado manteniendo esa agradable charla que le estaba haciendo sentirse algo más cerca de Carmen. No era capaz de encontrar el motivo y cuando decide que  es el momento de irse a la cama, observa que ella está escribiendo de nuevo.

De camino al baño, no quita los ojos de la pantalla, esperando ver aparecer sus palabras. Deja el móvil sobre la repisa del lavabo, coge la pasta y el cepillo, y empieza a lavarse los dientes, sin dejar de mirar de reojo su móvil. Abre el grifo para enjuagarse la boca y en ese instante, el sonido de la notificación le avisa de que acaba de recibir un mensaje. De inmediato coge el teléfono con la mano libre y empieza a leerlo con avidez, saltando de una palabra a otra, mientras el agua del grifo sigue corriendo. Está nervioso y, cuando lee lo que Carmen le dice sobre la atracción entre ellos y los sentimientos de ella, su corazón se acelera, su nerviosismo se acentúa y el teléfono resbala inexplicablemente de su mano, yendo a parar a la pila del lavabo donde seguía saliendo el agua. 

Aunque sus movimientos son rápidos y precisos para cerrar el grifo, no consigue evitar que el teléfono se moje, mostrando un desalentador color negro en su pantalla. Se apresura a secarlo con la toalla, empieza a darle aire con el secador, pero por mucho que lo intenta, el teléfono no vuelve a encenderse. 

Después de que transcurran varios minutos sin que se produzca el éxito que esperaba, decide meter el móvil en un paquete de arroz, como alguien le había aconsejado que hiciera para intentar que absorbiera toda la humedad del interior.

No le queda más opción que esperar a que ese remedio funcione y que cuando se despierte por la mañana, pueda conectar de nuevo su teléfono y responder al mensaje de Carmen. Cuando se tumba sobre su cama, empieza a pensar qué palabras elegir para darle su respuesta. ¿Qué le iba a decir? ¿Que nunca la había engañado? En parte, esa era la verdad. Aunque no totalmente, pues intentar mantener oculto el amor que sentía por ella había sido una forma de engaño. ¿O no? Quizás sólo había sido prudencia. O miedo. O desconocimiento. Nunca había sentido algo así por nadie y le había costado reconocer que lo que Carmen había despertado en él era amor. 

Y ella le había hablado de sentimientos en ese último mensaje que había leído. ¿Sería posible que ella también se hubiera enamorado? ¿Se refería a esos sentimientos? 

No podía pegar ojo. Su cabeza le daba mil vueltas, mientras intentaba hacer un repaso por toda la historia que había vivido con Carmen desde la primera vez que se vieron. Allí tumbado sobre su cama, con las manos detrás de su cabeza y la mirada perdida en sus pensamientos, cientos de imágenes se cruzan por su mente, provocándole un sinfín de emociones diferentes. 

Empieza a recordar el momento de su primer encontronazo, cuando él se comportó de una manera grosera y maleducada.

—¡Seré gilipollas! —exclama Marc en voz alta. Ahora parece que ve con mucha más claridad todo lo que le ha hecho actuar de una forma irracional a veces. Parece que puede volver a sentir el escalofrío que le recorrió por todo su cuerpo, cuando aquella noche se rozaron las manos por primera vez. Fue algo tan fuerte e inquietante que se puso a la defensiva de una manera injusta y desproporcionada. Podía ver con total claridad la mirada de Carmen, la sonrisa tímida y avergonzada que le dedicó en aquel instante, y hasta podía sentir el aroma de su piel, del que no era capaz  de desprenderse.

Se le instala un nudo en el estómago cada vez que piensa en los incómodos momentos que habían vivido juntos, y ese nudo se volvía doloroso y casi insoportable, hasta que era empujado por algún otro agradable recuerdo que habían compartido durante ese tiempo. Así, se le dibuja una dulce y tierna sonrisa cuando recuerda la noche que quedaron atrapados por la tormenta en aquella casa. 

Una nueva oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora