Capítulo 35

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Algo en su interior le dice que no envíe el mensaje. Carmen es una persona muy intuitiva y si ha dudado es porque quizás su intuición le esté avisando de que no lo haga.

Teme encontrarse una respuesta que la decepcione, y ya no tanto por la explicación que pueda darle Marc sobre esa casualidad (que quiere convencerse de que será lógica y aclarará todo aquello en un instante), sino más bien porque en el fondo conserva la esperanza de que Marc aparezca al día siguiente. No llegó a decirle que la inauguración era ese día y, por tanto, no le había podido confirmar su presencia. Pero, si le enviaba ese mensaje y Marc le respondía diciéndole que no podía acudir, Carmen sabía que esa noticia le iba a provocar una tristeza que no quería que la acompañara durante esa noche ni mañana al despertar.

Convenciéndose de que la mejor opción era dormir, descansar y afrontar el día siguiente disfrutando de emociones positivas, decide dejar el móvil sobre su mesilla de noche, apagar la luz y cerrar los ojos. Aunque no lo esperaba, consigue conciliar el sueño en unos minutos y duerme plácidamente hasta que por su ventana asoman las primeras luces del alba.

Después de darse una ducha, desayunar y elegir su vestido de tirantes favorito, se marcha hacia la tienda, sintiendo el agitado corazón en su pecho.

Antes de que se dé cuenta, todo está perfectamente organizado, la tienda llena de gente y Carmen repartiendo sonrisas y amabilidad a todos los asistentes. Las estanterías que estaban llenas de todos los objetos que ella misma había ido haciendo durante varios años, pronto empiezan a vaciarse. El público está encantado con todos los objetos de su propia creación: portalápices, bolsos, fundas para móviles, artículos de bisutería... También recibe multitud de nuevos encargos, así como datos de muchos interesados en asistir a los próximos talleres de manualidades que organice. 

Todo está yendo de maravilla y Carmen no puede sentirse más feliz y satisfecha. Todavía está esperando la aparición de Marc, a quien sigue sin encontrar entre todos los asistentes. A quien sí ha saludado ya es a Ela y Ángel, que están esperando encontrar un momento de tranquilidad para hablar con Carmen de manera más distendida. 

Cerca del mediodía, cuando parece que la afluencia de público ha menguado notablemente, Ela, seguida de Ángel, se acerca hasta su amiga para darle un caluroso abrazo:

—¡Enhorabuena, cariño! —le dice Ela —:¡Estás triunfando!

—¡Gracias! —responde Carmen emocionada.

—¡Pero, si lo has vendido casi todo! —exclama Ángel dándole también un abrazo —:¿Qué vas a vender el lunes?

—Tranquilo, no he traído todo lo que tengo hecho.

—¿Es que no has visto el trastero del Ela's bar? —le pregunta Ela a Ángel —:La mayoría de cajas que hay allí están llenas de trastos de mi amiga.

—¡Eh, no les llames trastos! —protesta Carmen en tono de broma.

—¿Dónde está ese pedazo de artista? —dice Fran, acompañado de David, acercándose hasta Carmen para darle un abrazo.

—¡Hola! ¡Habéis venido! —exclama Carmen respondiendo al abrazo con efusividad.

—Pues, claro que hemos venido —dice David —:¿Cómo íbamos a perdernos un evento así? Me alegro de verte, Carmen.

—Los que te queremos, no íbamos a dejar de acompañarte en un día tan especial —añade Fran. Y, después de echar una ojeada a su alrededor, pregunta —:Por cierto, ¿Marc no ha venido?

—Está en París, cubriendo una plaza de profesor —le justifica Carmen.

—Los profesores no trabajan los sábados, que yo sepa... —insiste Fran —:Perfectamente, podría haber venido este fin de semana, digo yo.

Una nueva oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora