Carmen permanece en silencio sin saber qué responder y una agridulce lágrima resbala por su mejilla. Baja la cabeza y se la limpia rápidamente, no quiere mostrarse vulnerable ante él. Pero así es como se siente; vulnerable, insegura y confundida. La imagen de Marc y Ágatha besándose aquella mañana en la cafetería vuelve a su mente y, aunque intenta apartarla, se queda anclada a su memoria provocándole un intenso dolor.
Quiere creer en él, en lo que le acaba de decir. Sin embargo, una imagen vale más que mil palabras y en ese momento de confusión, aquella escena que presenció parece tener mucho más peso en su ánimo.
Marc espera pacientemente su respuesta, mientras Carmen se repite una y otra vez la frase que le acaba de decir: "lo que no ha cambiado es lo que siento por ti". Y entonces se da cuenta de que eso, precisamente, es algo que no sabe, no sabe lo que él siente por ella. Se da cuenta de que desde el primer momento, su relación ha sido una montaña rusa en la que las emociones subían a lo más alto para descender vertiginosamente hasta el abismo. Que entre ambos existía una fuerte atracción era evidente pero, ¿se trataba únicamente de eso?
Conforme se alarga el silencio, la angustia de Marc ante una respuesta que no quiere escuchar se incrementa. Deja caer sus brazos, abatido y le pregunta:
—¿Es por ese chico? ¿Estás saliendo con él?
Carmen levanta la cabeza y se encuentra con la mirada preocupada de Marc. Supone que se está refiriendo a Sergio, con quien ya la ha visto otras veces. Tiene la tentación de decirle que sí, que está con otro y que ella no está esperando que él rompa con su novia, como una tonta enamorada, para echarse en sus brazos. Así, quizás pudiera aplacar el dolor que siente por todo lo ocurrido, por creer que no están en igualdad de condiciones, por pensar que sus sentimientos son mucho más profundos que los de él.
—No es por él —dice Carmen por fin —:Es por mí. Es por ti y por...
—No te he mentido, Carmen. Te doy mi palabra de que las cosas han sucedido tal y como te las he contado. Te pedí que confiaras en mí, sí, y no quiero que dejes de hacerlo, por favor. ¿Me crees, verdad?
—Tal vez estuviera equivocada y te hubiera juzgado injustamente. Lo único que sé realmente es lo que vi aquel lunes por la mañana. Y lo que vi es que estabas besándola, al día siguiente de que...
—Pero ya te he explicado lo que pasó. Y además, yo no estaba besándola, fue ella quien me besó a mí. Yo...
—Sigues con ella, ¿no? —le interrumpe Carmen.
—Estaré con ella para criar a nuestro hijo, pero no seremos pareja. Ya se lo he dicho y por eso ha amenazado con abortar si no estamos juntos.
—¿Y vas a dejar que lo haga?
—¿Qué otra cosa puedo hacer? Me había planteado seguir con ella porque va a tener un hijo mío. Es mi responsabilidad y tengo que asumirla. Y, aunque esté convencido de que este no es el mejor momento para ser padre, cuidaré, educaré y querré a ese bebé. Pero, lo que no puedo hacer es quererla a ella. Porque yo..., no la quiero. Creo que nunca la he querido, aunque he intentado por todos los medios convencerme de lo contrario.
Carmen lo escucha con atención y desasosiego. Saber que no quiere a Ágatha la llena de consuelo y, casi irremediablemente, espera que las siguientes palabras sean para confesarle que es a ella a quien quiere. Sin embargo, esas palabras no llegan mientras Marc sigue hablando:
—Escucha, Carmen, sé que es una situación muy complicada y, como imaginarás, no había planeado nada de esto. He sido muy torpe. Estoy siendo muy torpe porque, realmente, no sé cómo manejar esta situación. No quiero parecer egoísta, pero sólo quiero pedirte que intentes entenderme.
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Una nueva oportunidad
RomanceCarmen siente que ha llegado el momento de dar un giro a su vida. Acaba de terminar la universidad, no es feliz con su novio y no sabe en qué dirección está su futuro. Sólo sabe que necesita hacer algo, que tiene que tomar las riendas y vivir el mom...