Capítulo 37

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Carmen se había puesto el despertador con la intención de levantarse temprano y aprovechar el domingo. Pero cuando oye los primeros sonidos de la alarma, extiende el brazo y, sin abrir los ojos, la apaga, con la seria intención de esperar sólo cinco minutos más en la cama antes de salir de ella.  Sin embargo, vuelve a caer profundamente dormida.

Mientras tanto, Marc se toma un café y observa el billete de avión que le llevará de regreso a París. Mira el reloj y comprueba que solo pasan unos minutos de las 9. Su vuelo sale a las 12h, así que tiene tiempo de sobra. Coge la pequeña bolsa que ha traído para su breve estancia y sale de casa. En la puerta le está esperando el taxi que ha llamado para que lo lleve hasta casa de Carmen.

Cuando llega allí, mira el portal y  respira profundamente. Piensa que quizás debería haberla llamado antes, por si ella hubiera decidido salir. Pero, ahora ya es demasiado tarde y pulsa el timbre. Espera unos segundos impaciente.

Carmen sigue en su cama, sumida en un apacible sueño que se ve alterado por un sonido estridente. Su subconsciente hace que ese ruido se introduzca en su sueño, haciéndole creer que es el sonido de la alarma. Y, en su sueño, imagina que lo apaga, se levanta y comprueba que es demasiado pronto para levantarse, así que sigue durmiendo.

Al cabo de unos segundos, Marc vuelve a llamar al timbre, esta vez repitiendo el gesto para hacerlo sonar tres veces. Empieza a barajar más seriamente la posibilidad de que Carmen haya salido de casa. Decide intentarlo una vez más y, si no responde, esperará a que llegue un nuevo taxi para irse directamente al aeropuerto.

Los timbrazos que Carmen escucha desde su cama consiguen sacarla de su sueño, aunque, al abrir los ojos, tiene dudas de que haya sido un sonido real o un producto de su imaginación. Se incorpora lentamente y mira el teléfono. Son más de las nueve y se había puesto el despertador a las ocho, así que piensa que lo que ha podido escuchar, si es que era un sonido real, no podía ser de la alarma. Se despereza lentamente y se hace el ánimo para levantarse. En ese momento, vuelve a escuchar el mismo sonido, que esta vez sí que identifica como el timbre de la puerta.

Se acerca con calma hasta el telefonillo, lo descuelga y pregunta quién es. Pero al otro lado no se oye nada, solo un breve zumbido, lo que le recuerda que está estropeado. Aprieta el botón de apertura y se dirige al baño. Después de lavarse los dientes, observa su reflejo en el espejo; un rostro todavía con la hinchazón típica de recién levantada y un pelo completamente enmarañado que parece haber sido la consecuencia de una violenta pelea contra siete gatos. Al ver también la camiseta desgastada, con un escote demasiado amplio y una longitud demasiado escasa, le hace pensar que podría parecer una indigente.

Cuando se dirige a la cocina para conectar la cafetera, suena el timbre de la puerta de su casa. Mira hacia ella con curiosidad, intentando recordar si había quedado con alguien esa mañana. Y la primera persona que le viene a la mente es Ela, con quien no tuvo oportunidad de hablar el día anterior. Así que, sin preguntar, abre la puerta y se queda estupefacta al ver a Marc al otro lado:

—¿¡Marc!? —exclama.

—Hola. ¿Te he despertado? 

Carmen lo mira sorprendida, sin saber cómo reaccionar y en su cabeza empiezan a aparecer las últimas imágenes que tiene sobre ella misma, y que hace solo unos instantes le ha devuelto el espejo de su baño. En ese momento, su vecino de enfrente aparece en el descansillo.

—¡Buenos días, vecina! Bonito pijama... Y bonitas piernas —añade después de soltar un sugerente silbido.

Carmen baja la vista hacia sus piernas desnudas e instintivamente, coge a Marc del brazo, lo atrae con energía hacia el interior de su casa y, con el mismo ímpetu, da un fuerte portazo:

Una nueva oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora