Marc toma aire profundamente y, en lugar de pararse a pensar si debe desvelar cosas sobre él, su situación y sus dudas, se deja llevar por el momento y comienza a hablar:
—Me crié con mi abuela. Mis padres son dos abogados exitosos, quizás hasta los hayas visto alguna vez en televisión. Trabajan mucho, viajan mucho y ganan mucho dinero, para poder darme siempre todo lo que he podido necesitar, y lo que no. Pero nunca se han dado cuenta de que lo que más necesitaba era unos padres con los que jugar, con los que compartir mis problemas de la escuela, mis dudas sobre las chicas, sobre mi crecimiento, sobre mi vida. Mi abuela ha sido muy importante para mí y de ella he recibido siempre el cariño, el apoyo y los consejos que mis padres no tenían tiempo de darme. Cuando empecé la universidad (como imaginarás, estudié derecho), me di cuenta de que los estudios se me daban muy bien, y ligar con las chicas también. La carrera era un complemento de mi vida estudiantil. Sólo quería pasármelo bien y, como sacaba buenas notas sin esfuerzo, iba a la universidad porque tenía que ir, pero mi único propósito era divertirme. Al licenciarme en derecho me di cuenta de que no quería ser abogado y, sobre todo, supe que no quería convertirme en una persona como mis padres. Por eso empecé a formarme en otras escuelas, hice cursos de emprendimiento, talleres de motivación, de técnicas de marketing..., y vi que me sentía mucho mejor intentando ayudar a otros para que descubrieran a qué querían dedicarse y cómo llevarlo a cabo. Era muy feliz y disfrutaba de todo lo que estaba consiguiendo. Mis padres se sintieron defraudados por no querer ocupar el puesto que tenían reservado para mí en su bufete, pero como me independicé y ya no tenían que preocuparse más por mí, dejaron de insistir. Además, mi abuela se enorgullecía de mí, y eso era lo que más me valía. Pero, un día, mi abuela enfermó y me dijo que, aunque estaba muy orgullosa de mis logros y de que hubiera sido capaz de crear mi propio destino, no lograría estar totalmente satisfecha si yo no encontraba al verdadero amor. Le contesté que a mí no me hacía falta, que tenía todo lo que necesitaba, pero ella insistió mucho. Hasta que me dijo que no moriría tranquila si sabía que su nieto nunca se había enamorado. Así que me hizo prometerle que, a la próxima chica que conociera, le daría un oportunidad para enamorarme de ella, porque estaba convencida de que mi alma gemela estaba a punto de aparecer. Y se lo prometí.
—Y entonces, ¿apareció tu novia? —le pregunta Carmen.
—Sí. Bueno, Ágatha ya había aparecido hacía unos meses. Nos conocimos en una discoteca y pasamos esa noche juntos. Al cabo de unas semanas, nos volvimos a encontrar y volvimos a acostarnos. Era la primera chica con la que había estado más de una vez. Y el mismo día que le hice la promesa a mi abuela, coincidí con Ágatha en una cafetería a la que ni ella ni yo habíamos ido nunca antes. Cuando ella me dijo que eso había sido cosa del destino, pensé que podría ser la chica a la que debía dar una oportunidad. Mi abuela murió dos días después, lo que me convenció de que debía intentarlo, porque podría tratarse de mi alma gemela. De eso han pasado casi nueve meses.
—¿Y no crees que sea tu alma gemela?
Marc se queda un momento pensando, mirando detenidamente a Carmen, quien lo observa con la cabeza apoyada sobre su mano, con el codo doblado encima del respaldo del sofá. Está sentada de medio lado, con las piernas dobladas sobre el sofá, la otra mano escondida entre sus muslos y la leve inclinación de su cuello hace que Marc se fije en la piel que cubre su clavícula, despertando el deseo de acariciarla con sus labios.
—No —contesta por fin Marc —:No creo en eso de las almas gemelas.
—Pues, yo sí —dice Carmen —:No sé si llamarlo "almas gemelas" o si existe otro término, pero sí creo que existe un "algo". Sí creo que puede haber alguien que encaje contigo perfectamente, alguien de quien puedas enamorarte y con la que compartir tu vida. Pero quizás, no todo el mundo tiene la suerte de encontrar. O quizás no se trate de suerte, sino de paciencia. Nos conformamos con lo primero que encontramos, o nos convencemos de que es lo mejor para nosotros, o quizás confundimos el amor con la atracción física, no sé...
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Una nueva oportunidad
RomanceCarmen siente que ha llegado el momento de dar un giro a su vida. Acaba de terminar la universidad, no es feliz con su novio y no sabe en qué dirección está su futuro. Sólo sabe que necesita hacer algo, que tiene que tomar las riendas y vivir el mom...