Carmen estrena la semana con los nervios propios de un nuevo inicio. Es el primer día que puede entrar en su local, después de que haya sido vaciado por el anterior inquilino, lo hayan limpiado y le hayan dado una mano de pintura.
La parte trasera es mucho más grande de lo que le pareció el primer día que lo vio y dedica la mañana del lunes a colocar unas tablas de madera que va a utilizar como mesas de trabajo, unas banquetas, unas estanterías, unos murales de su propia creación y otros enseres necesarios para crear la estancia que siempre había imaginado.
Los escasos ratos libres que ha tenido durante el fin de semana, cuando no estaba organizando todo el material que disponía y hablaba con Sergio sobre la campaña de marketing que le había preparado, y que ya iba a empezar a difundir, los ha dedicado a mirar el teléfono una y otra vez, comprobando que no recibía ninguna llamada ni mensaje de Marc y debatiéndose entre si escribirle o no hacerlo.
Pero había llegado el lunes y no se había producido ninguna comunicación entre ellos. Y, a pesar de que eso le produce una profunda decepción, se consuela pensando que quizás sea lo mejor. Marc ya estará instalado en París y, aunque sabe que ni la paternidad ni la tóxica de su ex forman ya parte de su vida, lo ocurrido la última noche la ha convencido de que los sentimientos de Marc no eran tan profundos como los de ella. De hecho, no conseguía convencerse de que su actitud estuvo provocada por su embriaguez. ¿No dicen que los niños y los borrachos nunca mienten? Pues el comportamiento de Marc había quedado bastante claro; él sólo quería una noche de sexo sin compromiso.
Durante esa semana, Carmen pasa mucho tiempo con Sergio, quien se muestra muy generoso y proactivo en ayudarla con el inicio de su negocio. Ha anunciado su primer taller de manualidades para dentro de 10 días y la respuesta que está recibiendo por parte de los interesados es muy halagüeña.
—¡Vas a triunfar! —le dice Sergio el viernes, tras cerrar la persiana después de una semana de continuas visitas al local.
—¿Tú crees?
—Estoy convencido. Creo que a este barrio le hacía falta un negocio como el tuyo. No sólo les vas a ofrecer unos productos exclusivos y muy originales, sino también una actividad muy divertida a la que se puede apuntar cualquier tipo de público.
—¡Ojalá! —exclama Carmen emocionada —:Pero, si triunfa, tengo muy claro que no lo habría podido conseguir sin tu ayuda.
—Si triunfas, Carmen, es porque se nota que pones toda tu alma en lo que haces. Y, ¿sabes qué? Tienes un alma muy bella.
—Gracias, Sergio, eres un amor...
—Ya... Pero no lo suficiente, ¿no? —pregunta Sergio con resignación.
—No digas eso. Eres un amor de persona, además de amable, guapo, simpático...
—¿Pero...?
—No hay ningún "pero", Sergio. No lo hay en ti. El único "pero" soy yo. Y lo siento mucho. No sabes cuánto lo siento. Me gustaría poder ofrecerte algo más que mi amistad, pero...
—¿Ves como sí que había un pero? —bromea Sergio. Y Carmen también sonríe tímidamente —:Es por ese chico, ¿verdad? Estás enamorada de él.
—Sí... Y mira que he intentado evitarlo.
—Ya, pero no puedes. Te entiendo. A mí me pasa lo mismo contigo, y no hay manera —dice Sergio encogiéndose de hombros —:¿Sabes algo de él?
—No. Se fue a vivir a París por una temporada.
—Pero, ya no está con su novia ni va a tener un hijo con ella, ¿no?
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Una nueva oportunidad
RomanceCarmen siente que ha llegado el momento de dar un giro a su vida. Acaba de terminar la universidad, no es feliz con su novio y no sabe en qué dirección está su futuro. Sólo sabe que necesita hacer algo, que tiene que tomar las riendas y vivir el mom...