Capítulo 31

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Carmen recibe el mensaje justo antes de entrar en su casa. Sin dudarlo un instante, vuelve a bajar y pide un taxi para que la lleve a la dirección que señala la ubicación que le ha enviado Marc.

Tarda poco más de veinte minutos en llegar y encuentra a Marc con la cabeza descansando sobre su mano, apoyado sobre la barra del bar. Al escuchar el sonido de la puerta, él gira su cabeza hacia ella y le muestra una amplia sonrisa. Levanta su vaso y le hace un gesto con la mano para que se acerque.

—Mi alumna más aventajada. ¡Ven a brindar conmigo! —exclama Marc en voz alta, mostrando su evidente estado de embriaguez.

—¿Cuántas te has tomado? —le pregunta Carmen cogiendo la copa de su mano y dejándola sobre la barra. 

—¡Ponle otra a mi amiga! —le dice Marc al camarero sin hacer caso a la pregunta de Carmen y volviendo a coger el vaso que ella le ha quitado —:Yo invito.

—No quiero nada, gracias. Será mejor que nos vayamos de aquí.

Carmen intenta cogerle por un brazo para ayudarle a levantarse del taburete en el que está sentado e invitarle a salir, pero él se resiste.

—¡No voy a ningún lado! Estoy esperando que vuelva Ágatha. Vive ahí, ¿sabes? —y cuando señala hacia la calle, de nuevo con su vaso de whisky en la mano, derrama el contenido que va a caer encima de la camiseta de Carmen.

—¡Oh, vaya, lo siento! ¿Vas a ofrecerme otro sexy espectáculo como el día de la piscina? —balbucea Marc al ver que la camiseta de Carmen empieza a clarear.

—Vámonos, Marc, por favor .Estás muy borracho...

—¡Oh, qué observadora eres! ¿Cómo te has dado cuenta? Pero no, no me voy a ningún sitio. Si te quieres ir tú, vete. ¿A qué has venido? ¿A aguarme la fiesta?

—Tú me has mandado tu ubicación. Pensé que querrías hablar y...

—¿Hablar? ¡Ja, ja, ja! No me apetece hablar, Carmen. ¿Sabes lo que me apetece? ¡Follar! ¡Echar un polvo! ¡Tener sexo salvaje!  ¡Sin compromiso! ¿Quieres acompañarme?

—Marc, por favor, vámonos de aquí, estás borracho —Carmen le quita de nuevo el vaso de la mano y esta vez consigue que se ponga de pie. Antes de coger su brazo para ponérselo por encima de su hombro, con el objetivo de ayudarle a caminar en línea recta, le pregunta al camarero si le debe algo, pero este le contesta que está todo pagado.

—Eso ya lo has dicho. Y lo sé, estoy borracho. Pero no me has respondido. Venga, dime, ¿quieres echar un polvo conmigo?  —Marc se deja llevar por Carmen y salen por fin a la calle. Entonces, aparta el brazo de su hombro y se pone frente a ella. 

Carmen se queda quieta y lo mira a la cara. El color verde de sus ojos parece más brillante que nunca, y la luz de la farola que tiene a su espalda hace que parezca casi transparente. Incluso despeinado, con la camisa desarreglada y el rostro medio desencajado por los efectos del alcohol, está tremendamente atractivo. Él lo sabe y su estado de embriaguez no le impide que saque su lado más seductor. Se acerca un poco más a Carmen y ella retrocede un paso, otro, otro..., hasta que su espalda se topa con la pared. 

—Dime, Carmen, ¿quieres? —Marc extiende sus brazos a ambos lados de la cabeza de Carmen y esta baja su mirada al suelo, nerviosa, incómoda —:Sé que te atraigo y tú también me atraes a mí, es obvio, de nada serviría negarlo...

—Marc, déjalo, por favor. Esto es muy incómodo. Yo...

—Tú, Carmen, tú. Quieres acostarte conmigo pero no quieres reconocerlo. ¡Ah, espera! ¡Claro! Tú no quieres sólo sexo, tú quieres que hagamos el amor, ¿verdad? ¡Pues hagámoslo! ¡Claro que sí! ¡Viva el amor! ¡Vamos a mi casa a que te haga el amor! —Marc se da la vuelta y coge a Carmen de la mano, tirando de ella para empezar a caminar por la acera. 

Una nueva oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora