Capítulo 40

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Está a punto de terminar de cruzar el parque cuando a lo lejos, detrás de un árbol, le parece ver una silueta muy familiar. Se para un instante y piensa que es producto de su imaginación, o de su subconsciente, así que continúa caminando en la misma dirección.

Al cabo de unos instantes, esa figura vuelve a asomarse por detrás del mismo árbol y se queda parada frente a ella, con las piernas abiertas, las manos en los bolsillos y la cabeza ligeramente agachada. A tan escasa distancia, a Carmen ya no le cabe ninguna duda de que es él.

—¿¡Marc!? —exclama sorprendida —:¿Qué haces aquí?

—Necesitaba hablar contigo y tenías el teléfono apagado...

—¡Ah! ¡Pues mira qué bien! —exclama Carmen sintiendo cómo toda la sangre se agolpa en su cabeza y un huracán de emociones se instala en su pecho, desatándole la lengua —:Porque yo también quería hablar contigo.

—Verás, Carmen, yo...

—Escúchame tú primero —le interrumpe Carmen, decidida —:Sé que has hablado con Ángel, escuché, por casualidad, cómo le contaba vuestra conversación a Ela. Entiendo que puedas estar asustado, si te sirve de algo, yo también lo estoy. Pero, me parece un poco inmaduro que se lo cuentes a tu amigo y no quieras hablarlo conmigo. ¿O qué pensabas hacer? ¿Quedarte en París y esperar que pasara el tiempo? ¿Que me olvidara de ti? ¿Que me cansara? ¡Qué cobarde por tu parte!

Marc escucha asombrado la disertación de Carmen, que sigue hablando sin darle la más mínima opción de intervenir. Y, aunque está deseando compartir con ella todo lo que siente, lo que piensa y lo que ha decidido, la deja hablar con cierta complacencia.

—Creía que habíamos sido capaces de superar todas las dificultades que hemos vivido. Cuando viniste a mi casa, pensaba que el pasado quedaba atrás, que nos dábamos una nueva oportunidad, que mirábamos hacia delante y lo hacíamos juntos. Y esa nueva mirada hacia delante me gustaba. Pero, ni siquiera pensaba en el futuro, únicamente me centré en el presente, en todo lo que sentía en ese momento porque, como dice mi amiga Ela, pensar se me da muy mal, pero sentir lo hago muy bien. Así que, ahora mismo es lo único que puedo hacer, que quiero hacer. Porque si me paro a pensar, no encuentro una explicación que me satisfaga para entender lo que te pasa. Y mira que lo he intentado. He intentado ponerme en tu lugar, comprenderte, pero no me sale. Y cuando pienso, me enfado, me indigno, me pongo triste. Y eso no me gusta. Si vas a quedarte en París hasta el año que viene, espero que no lo hagas por huir de mí, sino porque piensas que vas a ser feliz. Porque yo tengo dos cosas muy claras; una, que quiero ser feliz. Y dos, que estoy enamorada de ti. Y no creo que el que nos separen miles de kilómetros va a cambiar ninguna de ellas.

Carmen respira profundamente y siente que se ha liberado de un gran peso que oprimía su pecho. En ese instante es consciente de toda la tensión que ocupa su cuerpo, incluso de un leve temblor de sus piernas, que acompaña el incesante latir de su corazón. Es una sensación similar a la que experimentó cuando tuvo que presentar su trabajo de final de carrera ante el tribunal docente, con los nervios todavía contenidos después de su exposición, con la duda de si había dicho todo lo que quería, si se había dejado algo, si se habría podido haber equivocado... Esa sensación de no haber sido plenamente consciente de todo lo que ha dicho. Pero, ya está dicho. Y si entonces se enfrentaba a las miradas de varios profesores que escuchaban en silencio, unas miradas que le parecían frías, escrutadoras e impasibles, la mirada de Marc era totalmente diferente; era cálida, brillante, profunda.

Y cuando está completamente perdida en ese verde intenso de sus ojos y no es capaz de adivinar qué va a ocurrir después, Marc, con una inesperada decisión, da un par de zancadas hacia ella, extiende una mano que pasa por detrás de su nuca y otra con la que rodea su cintura y atrae el cuerpo de Carmen al suyo, para lanzarse a por sus labios con un apasionado beso que había tenido que hacer un gran esfuerzo por contener.

Ella recibe el beso con sorpresa pero también con deleite. A Marc le resulta casi imposible apartarse de sus labios, pero se fuerza a hacerlo para separar su rostro del de Carmen, solo unos centímetros, mirarla a los ojos y preguntarle:

—¿Puedo hablar yo ahora? —Y Carmen asiente con un leve gesto de su cabeza —:Siento muchísimo que te enteraras de mi conversación con Ángel. He sido muy cobarde, sí, lo sé, y me imagino que tú también lo sabes, después de todo lo que hemos vivido juntos. Me asusté, Carmen, me asusté mucho, porque nunca había sentido algo así, ni cuando fui a tu casa ni cuando salí de allí, porque la despedida fue demasiado dolorosa. Y entonces pensé que el amor duele, y quise alejar ese dolor. Y me equivoqué. Pues en el momento en el que pensé que alejarme de ti podría ser la solución para apartar ese dolor, es cuando más me dolía. No tendría que haber hablado con Ángel porque solo necesité unas horas para darme cuenta de dos cosas, que también han quedado muy claras para mí; una, que estoy locamente enamorado de ti. Y dos, que solamente puedo ser feliz si estoy a tu lado.

Carmen y Marc se abrazaron, se besaron y supieron que nada ni nadie podría separarlos jamás. Él le dijo que había rechazado la plaza de profesor en París y que había vuelto para quedarse, para ser feliz y para disfrutar con ella de esa nueva oportunidad que se habían dado.

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Epílogo

Después de que Marc regresara de París, empezó de nuevo a realizar sus talleres para emprendedores, algunos de los cuales los organizaba en "El rincón de Karma".

El negocio fue creciendo hasta convertirse en una tienda muy conocida en toda la ciudad, por sus artículos originales y exclusivos, y en un punto de encuentro para gente creativa, lo que provocó que tuvieran que alquilar el local contiguo para ampliar sus instalaciones.

Juntos ayudaron a muchas personas a encontrar sus caminos, a dar rienda suelta a su creatividad y a saber cómo enfocar su energía. Y ellos siguieron creciendo, disfrutando y creando nuevas oportunidades para llevar una vida feliz, siempre juntos.

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Bueno, pues aquí llega el final de la historia "Una nueva oportunidad", pero que señala el comienzo de la vida en común de Carmen y Marc.

Y este final también ha provocado el inicio de una nueva historia, que ya he empezado a materializar en las primeras palabras, y que espero poder compartir con vosotros/as muy pronto.

Espero contar con vuestros ojos y vuestros comentarios que tanta ilusión me hacen, y espero que también hayáis disfrutado leyendo esta historia, tanto como lo he hecho yo escribiéndola.

Mi nueva historia todavía no tiene título, aunque pronto compartiré la sinopsis (que ya adelanto que no es la misma que publiqué en mi tablero, pues esa la voy a dejar para Leemur).

Voy a intentar tener más presencia en las redes, donde quiero compartir algunas cosas relacionadas con esta nueva historia, así que, si os apetece, os espero por allí.

Gracias a tod@s por estar al otro lado 😉. Me alegra enormemente ver que cada vez sois más los que os unís a esta increíble aventura, y sé que juntos conseguiremos que alguna de mis historias llegue a estar en una pantalla. Sin vuestro apoyo sería imposible. ¡Gracias!

Cavaliere

Una nueva oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora