Capítulo 8

347 63 12
                                    

Durante la clase, Carmen se siente más relajada. Ese lado más amigable que le ha mostrado Marc ha hecho que deje de temer ser alumna suya, aunque le cuesta evitar esa incomodidad que siente ante su proximidad. Por un lado, lamenta haber perdido la oportunidad de odiarle, pues de esa forma le cuesta mucho más admitir que ese chico le gusta. Pero está totalmente convencida de no permitir que ningún asunto sentimental la distraiga de su principal objetivo para ese verano; centrarse en el taller y empezar a pensar en su futuro profesional. 

Se había pasado cuatro años dejándose llevar por los planes de su exnovio, sin atender a sus verdaderas inquietudes, sus sueños, sus metas. Había decidido tomar un nuevo rumbo y no estaba dispuesta a que el corazón interfiriera en su cabeza. En cualquier caso, estaba totalmente convencida de que ese hombre no era para ella. Parecía un hombre complicado que, además, tenía una novia espectacular. Y ella sabía que lo que se despertaba en su interior cuando lo tenía cerca o pensaba en él era peligroso, porque podría enamorarse de él fácilmente, si no se esforzaba en alejarlo de su pensamiento. Pero también tenía claro que ella no despertaba en él los mismos sentimientos. Que hubiera sido más amable era una muestra de buena voluntad, pero era evidente que ella no le caía muy bien.

Ensimismada en sus pensamientos no atiende a las indicaciones de Marc, que invita a sus alumnos a ponerse por parejas para empezar a trabajar lo que ha hablado durante la primera mitad de la clase. Tienen que inventarse un negocio y elaborar un plan empresarial del mismo. Carmen ya tuvo que hacer algo similar durante la carrera, así que rápidamente abre su libreta y empieza a hacer anotaciones, mientras le explica a su compañera qué pasos debe seguir. 

Marc se va pasando por las mesas para resolver las dudas que puedan ir surgiendo con el ejercicio planteado. Cuando se acerca a su mesa, Carmen se da cuenta de cómo su compañera se abre ligeramente el escote de su blusa, y cómo los ojos de Marc se desvían momentáneamente hacia él, aunque rápidamente los dirige hacia la cara de Carmen, que lo está mirando con una media sonrisa. 

—¿Qué tal lo lleváis por aquí? —pregunta Marc apoyando las manos sobre la mesa y dirigiendo su vista hacia el cuaderno abierto sobre la mesa.

—Pues, creo que está bastante claro... —responde Carmen levantando las cejas e intentado disimular la sonrisa que le provoca ver el gesto evidentemente seductor de su compañera. Marc se da cuenta del doble sentido que Carmen ha querido darle a sus palabras y aprieta los labios para disimular una sonrisa de complicidad. 

—No había hecho antes un plan de negocio, pero para todo hay siempre una primera vez —dice Rebeca. 

—Por supuesto —responde Marc —:Si tenéis alguna duda, me lo decís. Aunque parece que Carmen lo tiene bastante claro.

 Marc sigue caminando entre las mesas para acercarse a otra pareja de alumnos. En cuanto se ha alejado unos metros, Rebeca  se acerca a Carmen para susurrarle al oído:

—¡No lo hagas todo tan bien! —le increpa —:Si no, no se acercará a resolver nuestras dudas.

—Es que no tengo dudas sobre esto. Hice uno en...

—¡Me da igual! Lo importante es tenerlo cerca. ¿Has visto que ojos tiene? ¿¡Y cómo huele!? Creo que voy a suspender para repetir el taller.

—Aquí no se aprueba ni se suspende, Rebeca. Esto es un taller para que nos enseñe a...

—Si te dijera lo que quiero que me enseñe este profesor... —dice Rebeca con tono sugerente, dirigiendo su mirada hacia el trasero de Marc.

Carmen sonríe y sigue concentrada en su ejercicio. La jornada se le pasa muy rápida y antes de darse cuenta, Marc avisa del final de la clase y se despide de sus alumnos hasta el día siguiente. 

Una nueva oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora