✿CROSSOVER PERCY JACKSON Y HARRY POTTER✿
Rose no soporta más vivir con dolor.
Los dos hermanos más grandes la ignoran completamente,
otros dos le hacen bromas cada vez que podían,
su hermana pequeña siempre la mira con odio,
sus padres al parecer...
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-4 años después-
Percy
—¡Mama! —Grité— ¿¡Has visto mi varita!?
—¿¡Otra vez la perdiste!? —Grito mi madre— ¿¡Ya buscaste en tus bolsillos!?
—¡Si! ¡Y no esta allí!
—¡Hay por los dioses Percy! —Dijo mi madre entrando a mi habitación.— Si la llego a encontrar te juró que...
Comenzó a buscar debajo de mi cama, pero yo estaba cien por ciento segura que no estaba allí, por que ya la había buscado allí mas de cinco veces. Mi madre sacó su mano de debajo de mi cama y sorpresa los malditos duendes de mi habitación volvieron a hacer un pacto con mi madre.
—¿Y esto que es? —Dijo mi madre con mi varita en su mano.
Sonreír inocentemente y tome mi varita. Mi madre me entrecerró los ojos, pero después sonrió como siempre lo hacía.
—¿Tienes todo para la escuela?
—Sip —Dije remarcando la p.
—Bien —Dijo mi madre.— ¿Cuídate mucho si? ¿Tienes tu espada? ¿Tu collar? ¿Guardaste bien tu varita?
—Si, si y si —Dije contestando cada pregunta— Ya mamá, se cuidarme sola.
La abracé.
—Te quiero mucho, Mamá.
—Y yo a ti, Percy.
Salí del apartamento y comencé a caminar por la calle que en 4 años ya conocía de pies a cabeza. A pesar de no ser un barrio tan pintoresco, adoraba caminar de aquí a allá por la ciudad. Me hacía recordar que ya no tenía que vivir de la forma que lo hacía antes, tenía libertad.
Iba a ponerme los audífonos para disfrutar más mi caminata pero escuche un grito que hizo detenerme.
—¡Percy! ¡Espera! Vaya, caminas muy rápido... Para tu altura.
—No más que tu cuando hay enchiladas en la cafetería... Y deja mi altura en paz.
Era Grover, mi mejor amigo.
El es canijo y lloraba cuando se sentia frustrado. Era el único con acné en nuestro curso y tenia una pelusilla incipiente en la barbilla, cualquiera pensaría que había repetido varios cursos. También era lisiado, padecía de una enfermedad muscular en las piernas. Y principalmente era el blanco de Nathaniel Bobofit, el cleptómano de la escuela.
—¡Hey! —dijo ofendido— Las enchiladas son deliciosas.
—Claro lo que tu digas.
Caminamos juntos a la escuela, hablando de distintos temas, Nathaniel Bobofit, la señora Dodds .—Nuestra querida profesora de matemáticas (que se note el sarcasmo).— y el Señor Brunner.