Capítulo 3- Mi única opción

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David Crild en multimedia. 

Lauren.

Apreté mis labios viendo únicamente la ventana del ferrari 458 color azul oscuro, sí; este chico tenía más autos que yo ropa interior. 

No le había hablado en todo el camino, no quería hablarle. ¿Qué quería que dijera?¿qué le podía decir? ¡Estaba desquiciado si creía que yo iba a tener bebés! 

¡Yo no quiero niños! No me gustan, los soporto sin son de amigas, puedo ser la mejor tía y cosas así, pero míos no, simplemente no me veía embarazada, odiaba a los bebés y más si estaban en mi panza. 

No, lo siento, pero no. 

—Lauren... —comenzó y aparté la mirada cuando llegamos frente a mi edificio, no quería verlo, este sueño no había durado mucho —Escucha, te puedo acompañar para asegurarnos que tu novio no... 

—Nick no está, lo sé, estoy segura. Y si lo estuviera créeme, sé cómo enfrentarlo. Te agradezco lo que hiciste por mí pero no tengo vientre en alquiler o algo así, te aseguro que allá afuera hay muchas chicas dispuestas a hacerlo pero yo no, no quiero tener hijos. 

—Pero no van a ser tus hijos, serán míos —bufó y suspiré, en eso sí tenía razón, los hijos iban a ser de él, yo solo iba a ser una especie de... ¿Incubadora? Algo así, no lo sé, pero igual. 

—Tienes prometida, dile a ella —no dejé que me respondiera cuando salí del auto cerrando con fuerza. 

—Lauren, escucha —su voz volvió a interrumpir pero el sonido de un teléfono lo calló —Te buscaré —dicho esto, cerró la puerta del auto antes de que pudiera responderle "no me busques más"

¡No quería hacerlo! ¡¿qué no entendía?!

Yo no quería ser una incubadora, o como sea. 

Comencé a subir las escaleras de mi no muy lujoso departamento, si es que se podía llamar así. 

Por alguna razón, anoche cuando David y yo fuimos a su departamento, digo, penthouse, ambos subimos las escaleras, ninguno puso una objeción por no subir en el ascensor. Mi problema es que sufría de claustrofobia, odiaba los lugares cerrados, me daban ganas de gritar, orinar y llorar, era horrible y me traía muy malos recuerdos, él... No lo sé, se me olvidó preguntarle. 

Suspiré buscando mi teléfono, anoche, con todo el rollo de la golpiza, se me había olvidado. Por suerte Nick ya no estaba, lo sabía, seguramente cuando despertó salió de aquí buscándome. Debía estar furioso, pero me daba igual, para mí él estaba muerto. 

Lo odiaba, y nunca iba a olvidar lo que me hizo. 

¿Qué rayos le pasaba a ese imbécil? 

Fruncí el ceño cuando, después de unas horas en las que puse a cargar mi teléfono, noté que tenía un montón de llamadas perdidas, entre ellas muchas de Nick, números desconocidos (que sabía que venían de él) y otras de... Mierda

—¿Pasó algo? —fue lo primero que pregunté cuando la voz aguda de Marina atendió al segundo tono. 

—Sí, te estuve llamando muchas veces ayer, ¿dónde estabas? —fruncí el ceño y me senté nerviosa. 

—No tengo tiempo para explicar nada, dime qué pasó, ¿le ocurrió algo a...

—No, Laurel, no le pasó nada —suspiré aliviada cuando contestó, en ese lugar me llamaban "Laurel", aunque sabían que odiaba ese apodo —...Pero —levanté la mirada y esperé a que terminara —Se incendió la mayoría del edificio, cuarentaitrés literas quedaron chamuscadas y dos baños vueltos nada... Van a tener que trasladar a varias chicas a otros orfanatos, entre ellas está... 

Más que un Contrato [Areté Crild #3] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora