Capítulo 3

17.1K 949 80
                                    

(Katie)


Estaba sangrando mucho y no sabía de donde venía. Por lo que corrí al baño para mirarme al espejo.

Enseguida vi como la sangre salía de mi ceja, tenía un buen corte. No sé si era profundo o no, pero la cantidad de sangre que salía me empezaba a preocupar.

Estaba tapándome la herida con una mano, mientras que con la otra buscaba algo para poder tapar la hemorragia, cuando apareció mi padre en el umbral de la puerta gritando que porque lo había dejado hablando solo. Pero se quedó mudo al ver que estaba manchando todo de sangre.

-¿Te duele? –pregunto señalando la herida pero sin acercarse.

Asentí con la cabeza mirándole a través del espejo, no me salían las palabras. Sabía que si intentaba hablar solo lloraría más fuerte.

-Mejor. Así aprenderás, puta. Ves al médico a que te curen y si te preguntan di que te has caído en el baño, que eres una estúpida de verdad –dijo antes de salir del baño preguntando donde había dejado la botella de cerveza.

Me limpie toda la sangre que pude y me envolví como pude una toalla alrededor de la cabeza, atándola en la nuca.

No podía ser... ¿Qué podía hacer? No tengo fuerzas para aguantar más.

Podía pasar las malas caras, las miradas de desaprobación, gritos o insultos de mi padre. Aun así lo he cuidado bien ¿no? Intento que beba poco. Ya que no puedo quitarle la bebida del todo o se volvía loco.

Pero ¿esto? Me ha herido. Es la gota que ha colmado mi vaso, no podía aguantar más.

Una vez tapada la herida salí del baño para irme, pero en el umbral de la habitación decidí que si me iba a ir al hospital, luego no querría volver a aquí. No quería volver nunca más.

Cerré la puerta de mi habitación, suavemente, para no hacer ruido. Saque una mochila grande, que tenía debajo e mi cama, la empecé a llenar de cualquier manera de ropa y de cosas que yo creía que podría necesitar. También puse la hucha secreta que tenía, donde iba ahorrando todo lo que podía, y mis identificaciones y papeles importantes.

De ahí había sacado el dinero para el reloj de Gorka... y los billetes para el viaje con mi padre.

Me colgué la mochila al hombro y salí corriendo a hurtadillas para que mi padre no me viera salir con la mochila. No deje nota, no me despedí, simplemente salí de casa. Hasta deje las llaves de casa dentro, para no tener la tentación de volver. Porque sabía que si lo hacia él encontraría la manera de hacerme sentir mal y que me quedara.

En cuanto estuve a cierta distancia de casa pude notar como la gente se me quedaba mirando como si yo viniera de mitad de la guerra, que era como me sentía.

Hasta una señora se acercó y me pregunto si estaba bien. Al final acabo llamando a una ambulancia y espero a mi lado, sin pregunta que era lo que me había pasado, hasta que llegó la ambulancia.

No tardó mucho en llegar y en cuanto llegamos al hospital de urgencias me atendieron bastante rápido. Tuvieron que darme hasta puntos.

-¿Cómo te llamas? –pregunto la enfermera mientras rellenaba una ficha.

-Katie Dalmau.

-Bueno Katie, tienes una herida bastante importante, si hubiera pasado un poco más cerca del ojo se te habría dañado. Y no hay muchas probabilidades de recuperación en operaciones así –me explico- ¿Qué ha sucedido?

-Estaba... estaba cambiando una bombilla y me ha explotado en la cara –mentí incapaz de mirarla a los ojos.

-Sabes que si ha sido a causa de alguien... aunque sea tu pareja o familia y tú sigas siendo menor, puedes denunciar ¿verdad? –me informo, amablemente, la enfermera no acabándose de creer mi historia.

-Sí que lo sé, pero de verdad que no ha sido nadie –mentí otra vez- ha sido solo un accidente. La bombilla que exploto.

-De acuerdo ¿Qué edad tienes? Porque si eres menor tenemos que avisar a tus padres –dijo revisando sus papeles.

-Justo hoy cumplo los dieciocho, hoy es mi cumpleaños. Mira –dije sacando el DNI para mostrarle- además mi padre ya lo sabe y va a venir a buscar pero estará dando vueltas con el coche, o hay sitio en el aparcamiento.

No sé porque tenía la necesidad de cubrir a mi padre por mucho que me haya hecho daño, por muy dolida que estoy. Podría soltar la verdad y lo arrestarían, pero es mi padre y yo tonta que soy le quiero, es de mi sangre aunque no me guste.

-Felicidades. Ahora rellenare la ficha, te hare la receta de medicamentos y estaría todo para que vayas a casa y celebrar tu cumpleaños –dijo palmeando la mano mientras sonreía- y si por alguna casualidad de la vida te arrepientes y te explota otra bombilla y quieres denunciarla no dudes.

-Gracias –dije sonriendo, aunque lo sintiera poco, había sido una enfermera muy amable.

Se fue dejándome sola mientras iba a hacer sus cosas. Aproveché para verme el vendaje en el reflejo de un cuadro. Yo si estaba hecha un cuadro. Seguro que me iba a dejar una gran cicatriz con tanto punto.

Cuando volvió la enfermera me dio los papeles y los medicamentos para que me los llevara. Me volvió a felicitar por el cumpleaños y yo se lo agradecí. Me dieron de alta y me fui.

Me quede en la puerta del hospital pensando que hacer, a donde iba a ir. No es como que tuviera un lugar al que refugiarme.

Entonces vi los billetes e interiormente me pregunte ¿Por qué no? Siempre podía adelantar los billetes e irme y no volver. Si eso es lo que iba hacer.

Mientras caminaba hacia la parada del bus para ir al aeropuerto mientras llamaba para cambiar el vuelo y adelantarlo.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora