(Katie)
Podía notar como mi corazón latía a mil por hora, no sabía si por el miedo o la adrenalina o por las dos a la vez.
Gorka idiota arrogante. Él me subestimo. No estaba dispuesta a dejarse morir, víctima indefensa de un maníaco. Espere mi oportunidad y la vi en el momento el al que Raúl dijo algo que hizo que Gorka perdiera la concentración en mí. Así que le golpee con mis zapatillas sobre el pie desnudo, lance mi codo hacia atrás golpeando su diafragma y embistiendo con la cabeza hacia los lados, golpeando la cabeza de él en el proceso.
Fue suficiente para distraerlo, suficiente para que él aflojara su agarre sobre el pelo y para que yo lograra liberarme. Una vez libre, tropecé, cayendo al suelo junto a los restos de la silla. Mi mano se cerró alrededor de uno de los ejes rotos, a uno de los palos de la pata rota de la silla, y me di la vuelta, trazando un arco con él. Me balancee cuando Gorka me golpeo, vagamente consciente del grito de Raúl, pero más interesada en el porrazo cuando el palo hizo contacto.
No fue suficiente para que Gorka y su rostro desgarrado quedaran inconscientes, pero le di el segundo que necesitaba Raúl para alcanzarnos. Golpeo a Gorka en la cara, lanzándolo lejos de mí, y saltó sobre Gorka cuando este cayó al suelo. Raúl no perdió el tiempo. Envolvió sus manos alrededor del cuello de Gorka.
-Tú. Te atreviste. A dañar lo que es mío -Con cada palabra, golpeaba la cabeza de mi ex contra el suelo.
La violencia era intensa, y desagradable. Me di la vuelta, pero contuve el aliento cuando escuche un golpe seco. Había visto suficientes películas para adivinar lo que podía significar.
Uno de los dos había caído a peso muerto.
Gorka podía haber matado a Raúl o Raúl a Gorka. ¿Habría ganado el zorro o el lobo? ¿Cuál de los dos depredadores?
Y yo soy todo lo contrario. Pero lo que era, no obstante, era una superviviente.
Así que puse su culo en movimiento. Levantándome para correr, sin mirar atrás.
-Gatita, ¿dónde crees que vas? -La pregunta despreocupada de Raúl sostuvo una nota de diversión.
-¿Estás loco? –dije frenando, pero sin girarme.
-No del todo aun, así que trae ese dulce culo de vuelta aquí.
¿Volver a donde el cuerpo yacía en todo su espantoso esplendor? No gracias. Por lo que me quede quieta como una estatua. Por suerte, él pareció comprender el hecho de que no quería conversar con él sobre un cadáver porque él enmendó sus palabras.
-En realidad, pensándolo bien, quédate donde estás. Yo iré hacia ti.
¿Ir a mí por qué?
Sin saber qué esperar de un mundo enloquecido de repente me dio el impulso para moverme. Corrí sin dirección, el instinto no me dejó quedarme quieta. Correr a pesar de que sabía que no tenía ninguna posibilidad de escapar de él. No sólo era más grande y más fuerte, Raúl no era humano. Raúl era un lobo.
-No hagas que te persiga, gatita –me dijo corriendo por detrás de mí.
-¿O qué, me matarás, también?
-Tal vez te mate... de placer.
Confiar en un hombre que encontraba el modo de introducir el sexo en los momentos más extraños.
Mi huida repentina no duró mucho, y no porque Raúl me detuviera. Tome el camino equivocado y me encontré en un callejón sin salida, ninguna salida delante de mí, cajas amontonadas ambos lados. Me di la vuelta, sólo para ver mi camino bloqueado por el hombre caminando hacia mí. A pesar de la débil luz y las profundas sombras, no había duda de su intención, o desnudez.
Retrocedí, dando un lento paso a la vez.
-No voy a hacerte daño.
-Dice el hombre que se convierte en un maldito lobo.
-Hey, no actúes como si estuvieras tan sorprendida. Yo te dije que lo hacía.
-Pero no pensé que querías decir eso.
-Bueno, ahora lo sabes. ¿Y qué?
-¿Qué quieres decir con, ¿y qué?? Te conviertes en un lobo. Ya sabes, carnívoro grande con dientes gigantes.
Los labios del Raúl se torcieron en una sonrisa irónica.
-Deja de alabarlo. Tendrá una cabeza incluso más gorda.
Eso me hizo tropezar en mi retirada.
-¿Te refieres a ese lobo en el que te conviertes en... es como una entidad separada? ¿Él me escucha?
-Él escucha y entiende muy bien. Y está siendo un dolor en mi culo peludo ahora.
-¿Por qué?
-Debido a que no le gusta que le tengas miedo.
-No tengo miedo –mentí descaradamente, me tuve que rodear con mis brazos la parte superior del cuerpo en un intento de detener el temblor.
-No tienes que temerme. No voy a hacerte daño, y tampoco lo hará tu ex. Me asegure de eso.
Quiso reconfortarme con sus palabras. No funcionó o contuve un gran temblor. Gorka, un tipo con el que había salido, un hombre zorro. Oh, Dios mío, ¿qué cerca que estuve de convertirme en uno? Espera un segundo, Gorka no la había mordido, pero Raúl sí lo había hecho.
-¿Me voy a convertir en un lobo ahora que dormimos juntos y me mordiste? -solté, pasando los dedos sobre el borde doloroso de su marca.
Mis dientes blancos, que grandes que son. ¿Para comerte mejor? Pensé repentinamente mientras él se reía.
-No. Tú no puedes contraer el gen cambia formas. Es algo con lo que se nace, e incluso con dos padres cambiantes, eso no es una garantía.
-¿Así que no me volveré peluda y empezare a perseguir a los conejitos?
-No.
Bueno, eso fue un alivio.
-Supongo que te tengo que dar las gracias por llegar justo a tiempo.
-Si quieres darme las gracias, trae tu culo aquí -abrió los brazos en invitación.
-No, gracias. Estoy bien aquí.
-Gatita, estás siendo terca otra vez. Los dos sabemos que quieres un abrazo.
Sí, lo sabía, pero estaba tratando de luchar contra el impulso de correr hacia él. ¿Por qué? Porque resulto ser peludo. ¿Realmente necesitaba otra razón para evitar a Raúl?
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Oportunidad para amar
RomanceKatie busca vivir tranquila tras pasar el peor momento de su vida. Raúl un hombre lobo se cruzara en su vida para intentar darle una segunda oportunidad al amor. El pasado volverá y... ¿Serán capaces de resolverlo juntos?