(Katie)
Tenía demasiadas dudas por lo que había llegado el momento de resolver algunas dudas.
-Entonces... -dije mientras ponía las manos en mis caderas y dando un par de pasos a otras para que me tomara enserio- ¿vas a explicarme qué demonios está pasando realmente?
-Eres tan deliciosa, gatita, cuando te pones furiosa.
-No empieces a coquetear conmigo. Quiero respuestas.
-Y yo te quiero a ti -la intensidad latente en sus ojos fue acorde con la sonrisa sensual que Raúl me mostro.
Seguí intentando permanecer enojada con él, para mantener mi mente alerta, y luego él había dicho eso tan posesivo pero a la vez adorable que hacía que se viera tan condenadamente delicioso.
Estaba empezando a tener pensamientos tan posesivos y trogloditas, como los que parece tener Raúl.
¿Cómo se supone que una chica luche contra su encanto? ¿Cómo voy a luchar si quiero ser seducida por su encanto? ¿Por qué quería ser seducida? Ni yo misma sabía la respuesta a esas preguntas. Lo único que tenía claro era que quería dejarme llevar con Raúl. Y algo me decía que no era malo dejarme llevar con él.
-¿Sabes qué? Yo también te quiero, excepto que es difícil para mí aceptar a un hombre que me está tratando como a una idiota frágil que no puede manejar la verdad.
-Más como una muñeca frágil.
-No te atrevas a compararme con un juguete sexual de plástico que puede desnudarse y es anatómicamente correcto. A diferencia de una muñeca hinchable, voy a preguntar porque soy real.
Su risa surgió, fuerte y audaz.
-Dios mío, gatita. Dices las cosas más extrañas.
Y la encontraba divertida. No todo el mundo comprendía, muchas veces, mi sarcástico y muy puntiagudo humor. Él se burlaba de mí, pero no me podía enojar, solo me salía devolverle la burla. Otra razón por la que me gustaba. El imbécil.
-Sí, nunca sé lo que va a hacer mi boca -Tan pronto como se me escaparon esas palabras, vi como aparecía su sonrisa. Su guiño. Y me quede callada esperando a que dijera algo.
-Yo sé lo que me gustaría que hiciera –no se cortó en decir.
Aunque sabía que algo por el estilo iba a decir pero aun anticiparlo no se detuvo mi rubor.
Sus palabras hicieron que se cerrar mi mente contra la fantasía visual de mi misma de rodillas, la mano alrededor de su...
¡Fuera ese pensamiento, tu sucia, sucia mente! Me reñí mentalmente tirando de mis pensamientos en otra dirección.
-¿Por qué estás tan decidido a meterte en mis pantalones? ¿Por qué yo? Estoy segura de que puedes conseguir a cualquier chica para acostarse contigo. No entiendo por qué te quieres acostar conmigo.
-Porque eres mía –dijo con una rotundidad que congelaba.
Como si esa fuese toda la respuesta que necesitaba.
-Lo siento, pero eso no es suficiente. ¿Por qué crees que soy tuya?
¿Qué es lo que ve en mí? me pregunte. Esperaba que no fuera lastima. Que no tuviera el síndrome del príncipe ayudando a la princesa.
Aunque a me hiciera la fuerte era notable mi faltaba autoestima, había una parte femenina en mí que quería saber cómo se sentía él. Para verme a mí misma desde su punto de vista. ¿Qué le atrajo de mí?
-¿Tiene sentido si digo que te amo y odio tu naturaleza argumentativa?
-No, lo siento. Necesito que respondas ¿O es que Quieres que me ponga de rodillas y bese tus pies pidiendo perdón?
-¿Lo harías?
Resople.
-No. Obvio que no.
Una risa retumbó.
-No lo creo. Otra razón por la que me gustas. Tú sabes cómo ponerte de pie por ti misma.
-Excepto con Gorka – tuve que admitir con todo mi pesar, aunque me dolía decirlo.
Tal vez para demostrarle que la imagen de mi misma era defectuosa.
-Háblame de él. ¿Por qué te asusta tanto? Porque tengo la impresión de que no hay mucho que lo haga- Él se sentó en el borde de la cama y le dio unas palmaditas al espacio que dejo libre.
Sintiéndome incómoda de pie frente a él, me senté en su lado. Muy agradable. Sólo pulgadas me separaban de Raúl, un hecho del que era muy consciente. Debía alejarme. Sin embargo, alejarme, aunque sólo fueran unas pocas pulgadas, o ponerme de pie, significaba admitir que él me afectaba. El hombre ya era bastante arrogante. No necesitaba estimularlo.
Lo mire fijamente y me di cuenta que estaba esperando a que le diera una respuesta. Hablar acerca Gorka. ¿Qué había que decir?
-Era una relación toxica que acabo mal. Intento forzarme a tener relaciones, yo no estaba preparada. Y acabe huyendo después de darle con una sartén en la cabeza-dije mirando el suelo.
Hablar y decir en voz alta lo tonta que fui con Gorka hacia que me hiciera sentir mal y tonta conmigo misma.
Completamente descarado, Raúl sonrió, lo suficientemente grande como para que apareciera su hoyuelo. Hacía que quisiera acortar los centímetros que nos separaba para dejarle un beso en ese hoyuelo.
-No soy como ese zorro -tanto desprecio por un hombre al que nunca había conocido.
Cierto es que Raúl había conseguido lo que Gorka no. Vale que las condiciones habían sido diferentes. Que Gorka lo conocía de siempre pero Raúl era más... más... no sabría cómo describir la sensación que me provocaba Raúl. Era una mezcla entre protección y pasión... como si estando a su lado nada malo pudiera pasarme.
Lo que hacía que todo el estrés y miedo que se había acumulado en mí desde que hui de casa, se fuera poco a poco y me sintiera más relajada y segura.
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Oportunidad para amar
RomanceKatie busca vivir tranquila tras pasar el peor momento de su vida. Raúl un hombre lobo se cruzara en su vida para intentar darle una segunda oportunidad al amor. El pasado volverá y... ¿Serán capaces de resolverlo juntos?