Capítulo 7

16.2K 1K 224
                                    

(Raúl)


Estaban llegando todos los que vivían fuera de la casa de campo de la manada. Es una broma nuestra llamar a esto casa de campo porque es como un gran hotel en el bosque.

Aunque todos tienen una habitación aquí algunos han preferido irse a vivir a la ciudad o a otro lugar del mundo pero cuando ocurre algo o hay algo que celebrar, como ahora, todos regresan a casa y ese es otro motivo para celebrar.

En unas pocas horas mi amigo Connor se iba a casar con su mate, Marina.

Hacia dos días que la había encontrado. Marina, estaba en las afueras de la ciudad haciendo senderismo, estaba haciendo un viaje antes de volver a su manada. Estaba en una montaña cercana y como Connor estaba dando una vuelta la encontró y se aceptaron.

-Alfa. Ya están llegando –dijo un compañero.

-Voy a ir a recibirles –dije antes de abandonar el salón, donde iba pasando todo el mundo.

Fui hasta la puerta principal y baje los escalones viendo como llegaba un coche pequeño y blanco. Era de la hermana de Connor, Maddi.

Bajo del coche saludando con la mano y sonriendo. Yo hice lo mismo pero enseguida me vino un aroma demasiado atractivo como para ignorarlo.

Es ese dulce aroma que solo un lobo puede reconocer. El aroma del amor. Mi mate. Mi lobo aullaba de alegría.

Corrí hasta Maddi. No podía ser que ella fuera mi mate. Hacía años que nos conocíamos y si lo hubiese sido, al cumplir la mayoría de edad, ya hubiésemos notado que éramos pareja.

Algo raro estaba pasando y tenía a mi lobo confundido.

-Sí que tienes prisa por saludarme –dice dándome un abrazo en cuanto llego.

-Hueles ¿Eso? ¿Qué es? –pregunte olisqueando a alrededor.

-¿El qué? –Pregunto confusa olfateando también- yo no huelo nada.

-Tienes algo que huele... que no huele a ti.

-¡Oh! –Exclamo como si se diera cuenta de algo- esta camiseta es prestada. Bueno te dejo, voy a ir a saludar a mi hermano.

-Dámela –ordene antes de que ella pudiera dar un paso.

-¿Perdona? –dijo cubriéndose el escote de la camiseta con las manos.

-Es mía, dámela –dije acelerándome.

No sabía porque me aceleraba, solo sabía que necesitaba esa camiseta. Era mía.

-¿Tuya? ¿Ahora vistes ropa de mujer? Raúl, me estas asustando.

-¿Qué pasa? ¿Ya estas por aquí hermanita? –dijo Connor apareciendo al lado de Maddi.

-Raúl está muy raro, quiere que me desnude aquí fuera.

-¡¿QUÉ?! –dijo alertado.

-No es eso –me apresure a decir.

-Hace un momento querías que me quitara la camiseta –protesta Maddi.

-Sí, dámela.

-¿Lo ves, Connor? Raúl está mal.

-¿Tienes fiebre? –Dijo poniendo una mano en mi frente- no, no tienes. ¿Raúl que pasa?

-Esa camiseta no es suya, huele... huele a... -no sabía definir el dulce olor atractivo que emanaba- La quiero.

-¿Tu mate es Maddi? –pregunto Connor confundido.

-No –dijimos Maddi y yo a la vez.

-¡Ya entiendo! –Dijo Maddi- La camiseta es de su mate. Raúl déjame entrar en la casa y cambiarme de camiseta ¿Vale?

-Si.

-Qué pena con lo que me gustaba esta camiseta... -escuche protestar a Maddi mientras se dirigía al interior de la casa.

-No me lo puede creer en vez de encontrar a tu mate encuentras su camiseta –dije Connor riéndose.

-No quiero verte en este momento –dije entrando en la casa escuchando su risa de fondo.

Me dirigí al cuarto de Maddi y pique a la puerta.

-Puedes entrar y coger tu camiseta –escuche que me decía riendo Maddi desde dentro.

Entre y agarre la camiseta.

-¿De quién es? –pregunte.

-Es de mi amiga. Iba a pedir permiso para traerla en navidad porque... bueno iba a pasar sola las navidades.

-Tráela –ordene.

-Le preguntare si quiere venir.

-No. Te ordeno que tiene que venir.

-Hare lo que pueda. Pero igualmente si viene será en una semana.

-¿Por qué?

-Porque trabaja.

-¿Por qué va a pasar sola las navidades?

-Solo me dijo que no se estaba llevando bien con su familia.

-Llámala e invítala.

-¿Ahora mismo? –pregunto sorprendida.

-Si.

-Vale... –dijo cogiendo el móvil.

Me quede ahí mientras la llamaba. Ya que gracias al oído de lobo podría escuchar la conversación como si ella estuviera aquí mismo.

-Hola guapa –dijo Maddi en cuanto descolgó.

-Hola Maddi ¿Ya has llegado? –pregunto con una voz tan dulce que podría entrarme diabetes a mí.

-Sí, cansada de estar en el coche ¿Tu bien?

-Estoy en el descanso.

-Aburrida –dijo con su tono de humor habitual- Te llamaba porque mi familia ha dado luz verde a que vengas por navidad.

-Lo he estado pensando y no quiero ser un bulto en tu reunión familiar, estaréis en familia...

-¿Qué bulto? ¿Tú eres tonta? Serás una más de la familia –Maddi la interrumpió al ver como fruncía el ceño.

-Pero...

-Nada de peros, te recogeré en una semana, te llamare por la mañana. Besos –dijo antes de colgar.

Por dentro estaba que explotaba de alegría mi mate iba a venir, la iba a conocer, por fin.

-Puedo ver que irradias alegría.

-Si pero me habría gustado poder escuchar más su voz ¿No erais las chicas las que os pasabais horas al teléfono?

-Tranquilo, suelo hablar con ella todos los días. Así que cuando le llame o me llame te avisare para que puedas seguir escuchando.

-Gracias.

-De nada y no siguas apretando esa camiseta, es de sus favoritas y no se la quiero devolver arrugada.

Me di cuenta que tenía la camiseta fuertemente agarrada contra mi pecho. Sin dejar de sonreír afloje el agarre.

-Ahora si no te importa me voy a ir a saludar a mis padres.

-Ves antes de que me maten –dije riendo.

-Por cierto una cosita más... Esa camiseta... No la necesitas ya ¿no?

-Es mía –dije saliendo de su habitación escuchando su risa.

Los dos hermanos tenían la afición de reírse de mí.

Fui a mi habitación, me encerré y me lleve la camiseta hasta la nariz e inhale dejando que su atractivo olor me llenara. Podía estar así horas y pensar que en una semana, siete días, ciento sesenta y ocho horas, diez mil ochenta minutos, solo seiscientos cuatro mil ochocientos segundos de nada podré ver a mi mate. Soy el alfa podía aguantar una semana más.

-Raúl, ya han llegado todos, están esperando en el salón para verte –dijo mi madre a través de la puerta.

-Voy.

A quien quiero engañar quería verla ya. A partir de ahora el tiempo se me pasaría más lento.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora