Capítulo 9

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(Katie)


Mire en esa dirección y pude ver a varias personas esperando a que nos acercáramos. Pude reconocer a su hermano Connor y su mujer, a sus padres y también había otra pareja que no sabía quién era pero los reconocía de haberlos visto en la foto.

De repente apareció un chico, enorme, que se acercaba corriendo. Me acuerdo de él, porque fue él que más me intimido a pesar de estar en una foto. Aparto a los demás y en su intento de venir rápidamente hacia nosotras se cayó al suelo.

Todos exclamamos por el golpe. Maddi corrió hacia él y yo le seguí caminando para ver si estaba bien.

-Estoy bien, estoy bien –dijo levantándose y sacudiéndose el polvo.

-Ahora que Raúl ya ha hecho su triunfal entrada –dijo Maddi riéndose del chico que se había caído- os voy a presentar a mi amiga. Se llama Katie. Katie te presento a Connor y Marina, que son los recién casados.

Se acercaron para darme dos besos en las mejillas. Cuando Connor se acercó me dio algo de impresión pero logre reprimir un sobresalto.

-Enhorabuena –dije saludándolos.

-Gracias –contestaron.

-Luego están mis padres. Lidia y Cody –siguió Maddi con las presentaciones.

Era otra pareja en el que el hombre era otro armario empotrado. ¿Todos los hombres de esta familia eran así de grandes? Esperaba que no o iba a ser unos días muy tensos para mí.

-Encantada. Maddi me ha hablado mucho de ustedes –comente.

-Sí, ella es muy habladora –comento su madre.

-Antes de que me echéis más vergüenza dejarme acabar las presentaciones –señalo a la otra pareja- ellos son mis tíos. Mabel y Rodrigo.

-Encantada.

Para mi desgracia definitivamente todos los hombres eran grandes.

-Es un honor tenerte en nuestra casa –dijo Rodrigo sonriendo.

¿Honor? Tampoco es para tanto o por lo menos yo no lo veo así. Yo diría que es un placer tenerte aquí o algo por el estilo. Honor es para alguien importante.

-Y por último, nuestro patosillo particular –dijo Maddi sin malicia- Raúl.

-Encantada.

-Es un placer –dijo con un tono muy grave, cogiendo mi mano y dejando un beso en el dorso antes de soltarla lentamente.

Mire a Maddi pidiendo con la mirada que me sacara de allí, ya. Ese gesto que había hecho Raúl me había incomodado, no me había molestado pero era demasiado raro. Aunque me era más fácil de asimilar que dos besos en las mejillas.

-A los demás ya los irás conociendo –comento Maddi- Bueno vamos a dejar las maletas en su habitación y volvemos para comer ¿Si?

Me cogió de la mano y me arrastro al interior. Me dejo aún más impresionada. Estaba decorada de una manera muy regia. Daba igual que pared mirara valía más que todas mis cosas juntas.

Maddi me guio hasta una habitación que era tan grande como mi piso entero. Además de que la propia habitación tenía un baño individual. Por lo que daba por supuesto que serán iguales las demás habitaciones.

Esto era el hotel de un rico, súper rico, un rico con mucho más dinero, y con un gran sentido de la decoración.

-Dime la verdad, eres rica ¿Verdad? –le susurre mientras dejaba mi maleta a los pies de la cama.

-Bueno no me puedo quejar –contesto ayudándome a deshacer la maleta.

-Es que si te quejaras te tomaría por loca. Pero lo que no entiendo es porque ¿Entonces porque vives en esa mierda de piso? Te puedes permitir un piso más lujoso.

-Lo sé pero... ese piso lo pago con mi propio dinero, no con el de mis padres es como mi pequeño logro personal.

-Eres demasiado rara.

Aunque en verdad la entendía. A mí tampoco me gustaba tomar prestado dinero de otras personas, aunque estas insistan en que lo hacen por ayudar.

Me ayudo a acomodarme en la habitación antes de bajar para ir al salón. Yo me quería quedar unos minutos más para deshacer la maleta.

Cuando me estaba haciendo la idea de tener que enfrentarme a la familia de Maddi salí de la habitación. Donde apareció un chico frente a mí. No lo había visto en la entrada.

-¿Quién eres? –pregunto con el ceño fruncido, molesto.

Estaba medio inclinado sobre mí. Me estaba intimidando. Por mucho que quisiera hacerme valer este chico me sacaba una cabeza de altura y es el doble de grande y con un estilo que no parecía nada amigable.

-So, yo, yo soy... -empecé a tartamudear.

-¿Qué pasa? ¿Por qué no me respondes? ¿Has venido a robar, extraña? –me acuso poniendo un brazo a cada lado de mi cuerpo.

-Yo no...

-Claro, ¿por qué una ladrona iba a admitir haber robado? ¿Cómo has entrado? ¿A quién has engañado para sacarle el dinero? –empezó a interrogarme de forma acusatoria.

Me quede en silencio reprimiendo las lágrimas que amenazan con salir ante tal situación. Imágenes de Gorka acorralándome contra la encimera vinieron a mi mente haciéndome sentir basura.

Sabía que cuando huí me prometí no ser un conejito asustadizo y que me haría valer por mí misma ante los hombres, pero no podía contra esta situación. He desarrollado un miedo a los hombres con actitud fuerte como Gorka o este chico.

Por eso en este momento me sentía acorralada. Necesitaba escapar de aquí.

Me agache para pasar por debajo de sus brazos.

-Yo... Yo sabía que era mala idea –murmure para mí, dando media vuelta.

Volví a la habitación, cerré la puerta dejándolo fuera. Esperaba que el chico no me siguiera y me volviera a amenazar.

Saque otra vez la maleta para empezar a llenarla de nuevo. Ya le había dicho a Maddi que venir aquí era una mala idea. Tendría que llamar a un taxi para volver a casa. Me costaría un ojo de la cara, pero no me podía quedar aquí.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora