(Katie)
Esta noche me había costado coger el sueño pero una sensación de calidez me invadió, como si hubieran enchufado la chimenea a mi lado, me hizo sentir tan a gusto que me quede dormida. Era la primera vez que me sentía así desde que mi madre murió. Era una sensación muy agradable, como si nada pudiera dañarme estando allí.
Pero los hábitos son los hábitos y me desperté muy temprano. Era por la costumbre que tenía que al mínimo ruido me despertaba. Por lo que podía ver por la ventana, aun apenas había empezado a salir el sol. No había cerrado las cortinas porque quería que la habitación se iluminara de la luz de la luna. No quería estar totalmente a oscuras.
Me levante de la cama para desperezarme e ir al baño para darme una ducha. Aun envuelta en la toalla me acerque al espejo. Las ojeras parecían hacerme parecer un panda de por vida, la ceja aún tenía la cicatriz que me provoco la botella y poco color de piel, más blanca no podía ser. Sin mirarme mucho más me maquille para tener un aspecto un poco más saludable.
Después me vestí de una manera sencilla: pantalones tejano, jersey rosa palo y unas botas.
Luego para hacer tiempo para bajar me puse a recoger la habitación, pero cuando me canse de agitar a bola de Navidad que me había comprado me decidí a abrir la puerta de la habitación y buscar el salón, para esperar a Maddi.
Acabe en la sala del comedor donde había comido con toda la familia. Me di una vuelta por el salón para ver las pinturas que lo decoraban, ya que ayer no pude apreciarlas. Era como ir a un museo.
-¿Entiendes de arte? –pregunto alguien a mi espalda.
Me gire sobresaltada, encontrándome con Damián. Que estaba apoyado en el marco de la puerta.
-No, no sé nada. Pero solo los estaba viendo.
-Son piezas únicas –dijo acercándose hasta quedar a mi lado.
-Son muy bonitas.
Me sentía muy ignorante por solo poder decir ese comentario. No sabía nada de pinturas, esculturas y de nada parecido.
-Si lo son. ¿Cómo que estas desierta tan temprano?
-Bueno... por el trabajo siempre me levanto temprano y aún tengo el habito –mentí.
Por la cara que puso supe que no estaba para nada convencido de lo que le había dicho.
-¿Quieres desayunar algo? –preguntó.
-Yo pensaba que desayunabais juntos.
-Normalmente sí, pero con las fiestas cada uno se levanta a una hora diferente. Además me muero de hambre –dijo antes de que le rugieran las tripas confirmando sus palabras.
-De acuerdo –dijo sonriendo.
-¿Te importa desayunar en la cocina? No quiero esperar a que me lo traigan, así ya estoy allí.
-No me importa. Como quieras.
Me guió a la cocina, donde ya había dos personas empezando a cocinar. Las salude y se quedan paradas al verme entrar tras de Damián.
-Buenos días, ¿Necesitáis algo? –pregunto sonriendo una de las chicas que estaban cocinando.
-Veníamos a por algo para desayunar. Pero tranquilas, lo de siempre para mí y ella... ¿Qué quieres?
-Yo estoy bien con un café.
-¿No quieres nada para comer? –pregunto la chica sorprendida.
-No, solo eso.
-Oído cocina. Sentaron en la mesa de aquí mismo si queréis.
Tal como dijo nos sentamos en la mesa de la cocina a esperar el desayuno. Me sentía rara teniendo a personas que hacían las cosas por mí. Tener sirvientes.
La cocina era muy grande, incluso tenían una televisión, con las noticias puestas. Damián estaba con el teléfono mientras yo miraba el resto de la cocina cuando las palabras de las noticias hicieron que mirara el monitor.
Estaban grabando en mi barrio. Lo que hizo que me preocupara, nunca pasaba nada en este barrio. Por eso me resultaba raro que saliera en las noticias.
Hablaban sobre que los vecinos habían llamado a la policía al ver uno de los pisos de su edificio abiertos y todo destrozado. En cuanto enfocaron el edificio, el poco color que me proporcionaba el maquillaje era el único que tenía. Era mi edificio.
Enfocaron las escaleras, subiendo hasta mi piso. La puerta estaba abierta y ponía "FELICIDADES PUTA YA VERAS" con espray rojo. Todas las cosas estaban revueltas y tiradas por todo el piso.
-¿Estas bien? –pregunto Damián levantando los ojos del móvil y mirándome con preocupación.
-Si, por supuesto –dije forzando una sonrisa.
-Odio cuando me mientes –dijo frunciendo el ceño.
No podía decirle lo que estaba pasando. Me derrumbe apoyando mi cabeza en mis manos para que nadie viera mi cara a punto de llorar.
Estaba segura de saber quién había sido. Gorka. ¿Cómo me ha encontrado? No lo entendía. No podía ser posible. No es del CSI ni de la INTERPOL ¿Cómo lo había hecho?
Me levante para huir a la habitación pero antes de lograr cruzar el umbral de la puerta de la cocina, me choque contra alguien que no había visto por culpa de las lágrimas. Me agarro para impedir que me fuera a caer hacia atrás.
-¡Hey! ¿Estás bien? –reconocía la voz. Era Raúl.
-Sí, lo siento –dije intentando rodearle, pero no me había dado cuenta que aún estaba entre sus brazos y que él no parecía dispuesto a soltarme.
ESTÁS LEYENDO
Oportunidad para amar
RomanceKatie busca vivir tranquila tras pasar el peor momento de su vida. Raúl un hombre lobo se cruzara en su vida para intentar darle una segunda oportunidad al amor. El pasado volverá y... ¿Serán capaces de resolverlo juntos?