Capítulo 10

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(Katie)


-Yo sabía que era mala idea. Yo no pinto nada aquí. Están en familia y yo... no soy de esta familia... además hay demasiados chicos grandes -estaba murmurando para mí cuando escuche unos golpes en la puerta.

Debe de ser Maddi que ha venido a buscarme al ver que he tardado de más en ir al comedor o que el chico ha preguntado por la ladrona o caza fortunas que ha encontrado en el pasillo.

-Maddi, yo tenía razón... -digo abriendo la puerta.

Pero no era Maddi quien estaba detrás de la puerta. Era Raúl el chico que se había caído en la entrada.

Inconscientemente di un paso atrás ante su altura y figura.

-Perdón, pensé que eras Maddi –me disculpe.

-Emm yo... venia por...

-Maddi no está aquí –me apresure a aclarar.

-No. No venia por ella –me dijo sonriendo.

-Entonces... ¿me buscabas a mí? –pregunte confusa.

-Si. Quería decirte que ya está lista la comida.

-Lo sé pero... -mire la maleta que estaba sobre la cama.

Raúl siguió mi mirada y vio la maleta.

-¿Y eso? ¿Aún no te has instalado?

-La verdad es que algo ha surgido y tengo que volver a casa –mentí.

No le iba a decir mis motivos a alguien a quien apenas conozco. Así me evitaba problemas con cualquiera.

-Espera. Llamare a Maddi para... para que venga –dijo antes de salir corriendo.

No me dio tiempo a decirle que no hacía falta. Que ya cogería un taxi y le avisaría cuando llegara a casa. Que estaría bien y todo eso. Ahora seguro que cuando se lo diga Maddi vendrá corriendo a intentar convencerme de que me quede. Debería de haber dicho que estaba buscando algo y haberme quitado el problema.

Seguí haciendo la maleta, más deprisa, para que cuando viniera Maddi no le diera tiempo a convencerme. Pero vino antes de que recogiera todo. Entro sin llamar.

-¿Qué haces? –pregunto confusa.

-La maleta.

-¿A pasado algo?

-Si... quiero decir no. Solamente....

-Deja de buscar excusas. Te conozco lo suficiente para saber que algo ha pasado y quiero saber que es.

-Pues... cuando iba a bajar al comedor me he encontrado con... con un familiar tuyo, que no sé quién es, y digamos que no parecía muy contento de tener a alguien que no es de la familia por aquí. Así que mejor me voy. Ya te dije que era mala idea. Las navidades son para pasarlas en familia, de manera entrañable y si alguien de tu familia no está cómodo conmigo prefiero irme, la verdad. No quiero que nadie este incomodo o molesto por que yo esté aquí.

-No es que no esté cómodo, solo que no sabía quién era –se escucha hablar desde la puerta.

Las dos nos giramos a mirar quien era. Es el mismo chico que me había encontrado en el pasillo. Estaba en el umbral aun con los brazos cruzados, amenazante.

-¿Este es el tonto que te ha intimidado? –pregunto Maddi.

Me quede parada. El chico no paraba de mirarme fijamente. Encima Maddi le acababa de insultar y si yo decía que sí que él era con el que me había cruzado le estaría llamando tonto yo también y no quería poner más problemas ahora mismo.

-Emm... Maddi... -comencé a decir tartamudeando.

-Ni que la hubiera mordido –dijo el chico.

-Déjate de bromas, Damián. ¿Qué le hiciste? Mírala, no puede ni decir una palabra en tu presencia.

-Hey. Cálmate. No le he hecho nada. Solamente he preguntado quien era porque no la conocía y estaba en mi casa. No sabía si se había colado o que.

-Entonces si fuiste tú el tonto que la intimido. Damián, es mi invitada, ¿podrías ser más simpático?

-¿Por qué?

-Porque lo digo yo –dijo Raúl apareciendo por detrás, más amenazante que Damián.

-Si claro, lo que faltaba. Id yendo a la mesa que enseguida bajamos –dijo Maddi sacándolos del cuarto y cerrándoles la puerta en las narices- Ni se te ocurra poner una prenda más en esa maleta. Te quedaras o me enfadare contigo para siempre

-Pero ya has visto...

-Damián tiene un humor muy raro. Lo que tienes que hacer es ignorar sus comentarios ya que en verdad lo le importa si estás aquí o no. Así que quédate para hacerme feliz esta navidad. Te puedo asegurar que si te vas esto se convertirá en el infierno.

-Que exagerada -digo riendo.

-Para nada. Créeme. Además me gustaría pasar al menos una navidad contigo. Saber que las vas a pasar sola sino, me hace estar triste y no disfrutaría de las fiestas ¿Entonces qué vas a hacer?

-Por el momento me quedo y mañana ya decidiré si me quedo o me voy ¿vale?

-Por algo se empieza –dice sonriendo- ahora vamos antes de que se acaben toda la comida.

-Vale.

Salimos las dos de la habitación y bajamos las escaleras otra vez. En la puerta nos estaban esperando Raúl y Damián. Raúl parecía más contento que Damián. Como si supiera que me iba a quedar aquí.

Entramos los cuatro juntos y no me esperaba ver la cantidad de gente que había. Había una mesa enorme rodeada de personas, mínimo veinte. Todos enormes. No podía parar de pensar en que había muchos chicos y todos muy grandes. Daba igual a qué lado de la mesa mirara.

-Maddi –la llame en susurros.

-¿Qué pasa? –me pregunto.

-Hay mucha gente.

-No te preocupes. Nadie te va a hacer nada, ni se les ocurriría.

-Si tú lo dices –respondí no segura de lo que Maddi había dicho.

La seguí aun no muy cómoda con la situación. Nos sentamos los cuatro juntos y me dejaron entre Maddi y Raúl. Por suerte Damián estaba frente a nosotros, pero aun podía ver sus ojos sobre mí.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora