(Raúl)
Aún estaba como anestesiado por el beso que había compartido con Katie. Había sido tan mágico que cuando he salido a por aire me he tenido que pellizcar la cara, para comprobar que no estaba soñando. Me encontraba en el cielo.
Aunque sabía que traer a Katie a la casa de la manada era como un arma de doble filo. Yo lo sabía bien, pero lo había hecho de todos modos. Tengo mis razones. La principal es porque ella es mi mate y mi luna. Además no estaba exagerando cuando pensé que esta casa es la más segura que hay, está llena de compañeros luchadores licántropos. Ningún extraño o cambia forma sería capaz de acercarse sin que uno de nosotros lo notara.
Esa era la parte inteligente de todo el plan. Mantener a Katie a salvo.
La parte tonta del plan es que tengo que exponer a Katie a toda la manada. Era como ofrecer carnada a los lobos. Pero había que hacerlo en algún momento. Si Katie va a ser parte de mi vida entonces mejor que se vaya acostumbrando a la locura de mi familia desde lo antes posible, antes de que ella descubra el hecho aún más perturbados de la casa y es que todos aquí somos cambia forma lobos.
Y acerca de esa conversación pendiente con Katie, la verdad es que no tengo ni pizca de ganas de emplearla ¿Cómo iba a decirle que yo era capaz de cambiar a algo peludo, que aullaba y le gusta cazar animalillos, a la mujer que lo más cerca que ha estado de un lobo es en el zoológico?
Pensándolo bien, siempre podía pedir a Damián o Connor que encontraran un manual de cómo hacerlo para mí. O que se lo dijeran ellos.
Ahora tenía que volver a su habitación, para ir a buscarla. Habíamos preparado un cumpleaños improvisado. Según nos íbamos acercando con el coche ya había empezado a darles órdenes de preparar una trata y decorar un poco el salón y comedor.
Así que di la vuelta y volví a su habitación. Pique a la puerta y cuando escuche que podía pasar abrí la puerta.
-¿Necesitas algo? –podía notar la timidez hasta en su tono de voz.
Me resultaba realmente dulce. Me estaba evitando mirar a los ojos directamente.
-Necesito que me acompañes.
Dicho eso no me tarde en convencerla para que me siguiera hasta el salón. Pero tuve que girarme al notar que la dejaba atrás. Me gire y pude ver que Katie miraba al salón, donde ya estaba toda la manada esperando en su forma humana.
-Vamos –la inste.
-No creo que esto sea buena idea –dijo ella aun sin mirarme y con los ojos fijos en los que estaban dentro- Yo no quiero interferir en las fiestas. No soy de tu familia.
Aun. Me daban ganas de decir. Katie no tenía ni idea de que ella si era de mi familia, aunque no lo supiera.
-Podemos hablar de ello cuando entremos.
-O puedo volver a la habitación ahora y hablarlo luego –dijo girando sobre sí misma, decidida a retomar el camino de vuelta.
Como que iba a dejar que eso sucediera. Por acto reflejo la esquive y la bloquee, poniéndome frente a ella. La cogí de los hombros y la gire. Cuando volvió a hacer el amago de volverse. Empecé a guiarla, aun con mis manos en los hombros hacia el salón.
-Déjame volver. No quiero ir y no puedes detenerme.
Eso me hizo reír.
-Aish Gatita... ¿Cuándo aprenderás que no me puedes desafiar y esperar ganar? Vamos, al salón.
Las chicas de la manada estaban tomando interés por sus palabas y algunas estaban empezando a acercarse a las puertas, motivadas por la curiosidad.
Para que las cotillas dejaran de hacer eso me apresure a llevar a Katie al salón, donde había una gran pancarta donde ponía "Feliz cumpleaños" y el resto de paredes llenas de globos. Donde nada más entrar todos le gritamos a coro mientras lanzaban confeti y serpentinas:
-¡FELICIDADES!
Katie se tapó la boca con las manos de la sorpresa. Maddi se apresuró a abrazarla, al ver que se ponía demasiado nerviosa.
-Felicidades guapa –me susurro Maddi espachurrándola.
-¿Por qué? Fue ayer mi cumple
-Por eso mismo. Como ayer no se puso. Además es la excusa perfecta para una fiesta y para animarte –le conteste yo.
-Ya dije que yo no lo celebro –dijo mientras se le escapaba una lagrima, por la emoción.
-Este si, por lo que parece –dijo Damián apareciendo a nuestro lado sujetando un paquete pequeño envuelto- esto es de mi parte.
-No puedo aceptarlo... -estaba diciendo Katie cuando la interrumpimos los tres a la vez.
-Sí que puedes.
-Además este es uno de todos los que te vamos a dar –añadí.
Al final lo acepto y resulto ser un frasco de cristal lleno de chocolates con la etiqueta de "Píldoras anti estrés".
-No es mucho pero espero que te guste.
-Está bien. Me gusta –dijo sonriendo.
-Ahora los míos. Que por supuesto serán los mejores –dijo Maddi cogiendo tres bolsas del suelo- Estas dos son para ahora y la negra para que lo veas tu sola.
-¿Por qué? –pregunto abriendo el más pequeño.
-Porque es secreto entre tú y yo –dijo sonriendo malvada.
Era un collar a conjunto. Esos de Best Friends. El otro era un jersey casi idéntico al que yo tenía suyo.
-Muchas gracias –dijo Katie sonriendo- es precioso.
-Ahora tu Raúl. A ver si superas mi regalo –bromeo Maddi
-Por supuesto que serán mejor que los tuyos.
La guie hasta una de las mesas que teníamos en una esquina, donde había muchos paquetes envueltos. Eran toda la ropa que había visto Katie, el día que fuimos los cuatro al centro comercial, y que había notado que le gustaba. Además de un detalle que compre que pensaba dárselo más adelante. Cuando tuviéramos más confianza.
-Creo que te has pasado –Comento Maddi al ver la montaña de regalos.
-Sí, la verdad. Son demasiados Raúl –dijo Katie.
-No pensemos en eso ahora. Vamos a disfrutar de la fiesta –dije empujando a las dos hacia el centro de la fiesta.
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Oportunidad para amar
RomanceKatie busca vivir tranquila tras pasar el peor momento de su vida. Raúl un hombre lobo se cruzara en su vida para intentar darle una segunda oportunidad al amor. El pasado volverá y... ¿Serán capaces de resolverlo juntos?