Capítulo 34

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(Raúl)


El aviso de los hombres del alfa de la manada de la ciudad diciendo que habían acorralado a Gorka resultó ser un fracaso. El nauseabundo zorro los había evadido una vez más. Peor aún, los hizo quedar como tontos. La molestia rabiosa jugó con sus hombres haciendo que siguieran un rastro que conducía a un montón de ropa, junto con un gran cabreo, echando casi humo por el montón de insultos.

El hijo de puta los burló.

¿Pero por qué? Desde luego tenía que saber que era una mala idea. Yo no era el alfa por nada. Ahora que lo estaba cazando, los días de Gorka estaban contados. Porque una vez que lo encuentre, iba a aprender una valiosa lección sobre divertirse un poco en mi ciudad.

Habría gran fiesta cuando lograra encontrar a ese asqueroso zorro, lo cual no sucedió esa noche.

Frustrado, no de muy buen humor, y una persistente sensación de haberme equivocado, fui de regresó a la casa. Con mi habitación y la de Katie vacías.

-¡Ella se fue! –grite lo más alto que puede, incapaz de contener mi incredulidad.

¿Cómo podía ella haberse ido? Le había dejado vía libre para ir por la casa y el jardín. Sabía que no debía confiar en ella. ¿Qué mujer en su sano juicio querría quedarse después de que le contara que era un lobo? Ha debido de pensar que soy un loco. Un loco de manicomio.

Pero ya me había anticipado, y tan pronto como empecé a bajar las escaleras fui llamando por el vínculo a los soldados de mi manada, para que custodiaran la casa. Nadie entraría ni saldría sin yo saberlo. Otro grupo para que me acompañara en busca de Katie, entre ellos a Damián y Maddi. Serian el apoyo para Katie.

-Chicas –llame a mis primas. Estando en la piscina seguro que se habían dado cuenta si había salido y cuando.

-¿Cómo que vienes a visitarnos? ¿Ya necesitas un descanso de tu humana? –dijo Zena en broma.

-No. Quería saber si la habéis visto.

Se miraron entre ellos. Podía ver en sus caras que no sabían de que hablaban. Menos a una persona que note sus nervios al segundo, y desvió la vista.

-No estoy muy feliz porque cuando dije que quería que vigilaseis a mi compañera y por otro lado le habéis dado acceso libre a la salida.

-¿Se supone que yo debía hacerlo? –Pregunto Reba aludida- Yo sólo estaba tratando de hacer que la pobre se sintiera bienvenida ya que al parecer alguien tontamente decidió coquetear con una humana.

Podía notar como le escocia mi elección.

-Katie es mi compañera.

-Sobre mi cadáver.

-Eso puede arreglarse -le dije muy en serio, los brazos sobre las caderas. Imponiendo mí figura ante ellos.

Reba no parecía ni un poco ofendida. Ella casualmente tomó otra lata de cerveza de la neverita portátil que tenían al lado.

-Tanto melodrama. Lo espero de nuestros primos más jóvenes. Pero tú eres el alfa de la manada. Tú eres el rey de esta ciudad y señor de los que la habitan. Actúa como tal.

-Yo lo soy, y como alfa te estoy diciendo que has ido demasiado lejos. Katie es mi compañera.

-No una muy dispuesta.

-Eso cambiará a medida que me conozca, lo que habría sido más fácil si ella siguiera aquí. ¿A dónde fue?

-¿Cómo voy a saber dónde se fue? Yo simplemente le proporcioné los medios para salir. Yo no manejo su destino.

Y ella no tenía un coche. A mí de repente no me gustaba a donde se dirigía esto.

-¿Sabes si ella llamó a un taxi?

Incluso mientras preguntaba, mis pies se movían, un sentido de premonición formando una bola en mi estómago. No me digas que todo el asunto de Gorka está acorralado fue una astucia.

Una astuta y descarada, sin embargo, eso explicaría la pista falsa que habían seguido los lobos. El zorro había distraído a sus cazadores mientras iba tras su verdadera presa, Katie.

Me iba a dar la vuelta cuando Reba protesto.

-Pero ¿a dónde vas? ¿Por qué la prisa?

-¿Por qué la prisa? Te voy a decir por qué. Debido a que tontamente sobrepasaste tus límites como parte de la manada y le permitiste a mi compañera, una mujer en peligro por un zorro rabioso, abandonar la seguridad de mi casa. Tú la pusiste en peligro –le dije sin remordimientos.

-Yo no sabía que estaba en peligro –protesto Reba, sonaba débil voz desde su lugar entre las chicas.

-Eso no importa.

Lo que importaba era Katie. No saber dónde estaba tenía a mi lobo interior alterado. Tal vez ella estaba bien. Katie podría haber simplemente haber ido a dar una vuelta alrededor de la casa o por el centro comercial. Pero mi instinto no lo creía, y demostró tener razón.

En cuanto me fui a dar una vuelta, acompañado de unos cuantos de mis hombres, olimos la peste a zorro a menos de una calle de la casa, en un callejón.

-Toma –dijo uno de mis hombres recogiendo algo del suelo.

Se habían encontrado una nota que apestaba a zorro y a Katie. La nota era corta pero iba al grano.

"ben al almasen 145 solo... o ella moryra"

Una invitación a la violencia muy mal escrita. Que divertido. Y sabía exactamente qué ponerme. La piel y los dientes. Auuu.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora