Capítulo 25

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(Raul)


Mi lobo estaba tan excitado que me acabo despertando. Pero era plena noche y estaba tan cansado que me negué a abrir los ojos. Pero fue entonces cuando pude notar el peso de Katie sobre mí, restregándose contra mí.

Podía oler su excitación sin ningún problema. Ahora podía entender la excitación de mi lobo.

También note que Katie se había quitado los pantalones y me había quitado los míos, por lo que estábamos los dos solo en ropa interior. Podía notar la su cuerpo caliente compitiendo contra mi propio calor.

-¿Qué pasa? ¿Por qué no duermes? –pregunte abriendo los ojos cuando note que Katie me estaba empezando a besar la mandíbula.

-Estoy muy agitada. Te necesito.

-¿Me estás utilizando? –pregunte con fingida indignación.

-Sí, lo siento –dijo paseando sus manos por mi pecho.

-Oh, gatita, eres única –dije acercándomela, más si se podía, poniéndomela encima por completo.

Con un rápido movimiento, la coloque debajo de mí, la punta de mi pene presionando contra su sexo todavía cubierto.

Se quedó sin aliento, y sin embargo, su corazón se aceleró. Se sujetó a mis antebrazos y deje que mi boca viajara. Abajo de sus labios a la suave piel de su cuello.

Lamida. Chupada. Me detuve en la muñeca, sin duda palpitante, y chupe. Cada chupada de su boca enviaba una sacudida a su sexo.

Se nos calentó todo el cuerpo. La humedad de su excitación la hizo resbaladiza, sus bragas estaban empapadas.

Después de dejarle un chupetón en la clavícula fui bajando, dándole besos, moviéndome más abajo, con la mandíbula rozando la curva de sus pechos, arrastrando el suave material del sostén.

Odiaba el tejido entre nosotros. Quería desaparecerlo. Así que no dude en absoluto, cuando mi boca tomó el pezón erecto que sobresalía a través del algodón.

Caliente. Tan cálida y agradable. Dios mío.

El material pronto quedó empapado mientras chupaba la punta de su pecho, logrando evadir el bulto y aumentar su excitación. Ella gritó cuando abandone esta zona erógena, pero luego se quedó sin aliento, a la espera, cuando su destino quedó claro.

Abajo. Abajo. Por su cuerpo, viajando, con mi toque hice desaparecer la barrera que creaba el sostén tirándolo al otro lado de la habitación entre travesuras.

Le di un suave beso en la redondez de su vientre. Pero no me detuvo. Me moví más abajo, aunque su respiración se volvió entrecortada y sus dedos se aferraron a las sábanas.

Llegue al borde de sus bragas y tome el dobladillo elástico. Tire de él con los dientes, arrastrándolo hacia abajo por la cadera. Podía sentir la mirada de Katie mientras lo hacía. Sabía que le estaba presentando una imagen que nunca olvidaría.

Me incline sobre ella, sus ojos ardiendo de deseo mientras agarraba con los dientes la tela de sus bragas. Le sostuve la mirada y saque un poco más de tela. Ella suspiró. Tan caliente.

Con un tirón salvaje y un gruñido demasiado atractivo, rasgue las bragas. Convirtiéndolas en una pieza inútil que no podían impedirme el acceso a ella. Que se adaptaba perfectamente a mis necesidades.

Flotaba entre sus muslos, su cálido aliento al jadear vibraba contra mi sexo expuesto. Me estremeció. No pudo evitarlo. Katie también se retorcía, sus caderas tratando de invitarme a acercarse.

Así lo hizo. Mis labios rozaron en sus labios inferiores, frotándome contra ellos. Ella se sacudió, elevando la parte inferior de su cuerpo, con lo que mis labios entraron en contacto más íntimo.

No pude evitar reír lo que provoco que Katie se estremeciera.

-Estás deliciosamente impaciente.

Estaba deliciosamente despierta y no estaba de humor para esperar. Afortunadamente, yo tampoco.

La punta de la lengua lamió su sexo. Después otra vez. Cada golpe era más audaz, más largo, más satisfactorio.

Abrí los labios sensibles y la lamí, estremeciendo su carne. Fue maravilloso. Aumentando su deseo. Esto... no fue nada comparado a cuando mi lengua encontró su clítoris hinchado. Olvidándose de permanecer quieta y disfrutar, se retorcía en la cama mientras sentía un placer eléctrico cada vez que la lengua la recorría.

La sujete firme, inmovilizándola con el antebrazo colocado encima de su cadera. Ella gritó, un sonido entrecortado, incoherente, pero alentador porque no cedi. Por el contrario, estaba decidido a volverla loca de felicidad.

La acerque a la orilla. Ella flotaba en el umbral.

Me detuvo Cogiéndome de los pelos.

-¿Qué pasa? ¿Te he hecho daño? –susurre contra su vientre, mirándola.

-No. Si no quiero que te detengas. Pero no quiero ser la única que reciba placer.

-Tranquila. Eso no va a pasar, esta vez tengo la intención de sentir cuando te vengas –declare mis intenciones.

-¿Sentir que?

Sin más miramientos me deshice de la única barrera que nos separaba, que es mi ropa interior, y la cabeza de mi eje encontró la entrada de su sexo. Empuje, grueso, empapado con sus jugos. Sus muslos se abrieron para dar cabida a mi cuerpo.

Me deslice lentamente, prolongando el placer de entrar en su estrecho canal, llenándolo por completo.

Me hundió hasta la empuñadura y me detuvo, con la longitud rígida latiendo en su interior. Su sexo palpitó en respuesta.

Katie gimió, casi gritando. Entonces fui consciente de la barrera que había traspasado al entrar en ella por completo. Le había robado la virginidad a Katie.

Me quede parado, esperando a que Katie reaccionara.

Abrió los pesados párpados para verme parado encima de ella, la cabeza echada hacia atrás, los músculos de su cuello tensos. Entonces sostuve su cuerpo lo más suavemente que pude.

Katie miro hacia abajo, donde podíamos ver donde nuestros cuerpos se unían. Carne con carne.

Un sonido se le escapó, una expresión gutural de necesidad e impaciencia. Me miró a la cara para encontrarme mirándola. Sus ojos brillaban, el deseo que empañaba su visión. Temía que mis ojos cambiaran de color a los de mi lobo.

Tuve que comenzar a moverme, a un ritmo lento y constante que lo lleve a lo más profundo, tan profundo. No quería ir duro, siendo la primera vez de Katie. No quería que viera lo salvaje que podía ser si mi control se iba.

Con un grito, ella llegó a su clímax. Katie agarró mis hombros, las uñas clavándose en su piel. Pero no me importo. Incline la cabeza hasta que mis labios se posaron contra el hueco de su garganta. Chupe la piel mientras bombeaba su cuerpo, tomando su éxtasis, retorciéndose en un segundo orgasmo que la hizo gritar, la boca abierta, y sin embargo sin ningún sonido.

Mi liberación llego de forma repentina. Me tense empujando profundamente por última vez.

Después de salir de Katie e inundarla a besos, nos coloque para seguir durmiendo juntos en forma de cucharita. Katie estaba como en trance antes de acabar volviendo a dormirse.

-Mía –no pude evitar susurrar antes de que el sueño me venciera. De nuevo.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora