Capítulo 32

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(Katie)


Realmente estaba empezando a pensar que Raúl estaba loco.

-Debo admitir, gatita, que tu mente trabaja de maneras realmente maravillosas. Pero permíteme aclarártelo. Cuando digo que soy un lobo, me refiero a un lobo real, de verdad. Que me vuelvo peludo, tengo grandes dientes, de la clase que aúlla a la luna.

Él lo dijo con absoluta seriedad. Él realmente creía que era un lobo. Lo que significaba que él tenía algunos tornillos sueltos, lo cual, a su vez, significaba que podía ser peligroso.

El solo pensamiento hizo que me estremeciera.

Tan pronto como el miedo trató de insinuarse, se disipó. No, no importa cual fuera el fetiche de Raúl, yo tengo la impresión de que no era un chico violento. Sin embargo, no pude evitar que se me escapara una risa nerviosa.

-Se terminó la broma. Muy buena. Ja. Ja. ¿Podemos ponernos serios y hablar de nuestra situación?

-Pero de eso se trata. Nosotros lo somos. Hay mucho sobre este mundo que no entiendes, Katie. Misterios que ni siquiera puedes empezar a imaginar y verdades que tendré que revelarte. El primero es mi lado lobuno. Sin embargo, esto no significa que tengas que temerme. Como mi compañera, nunca voy a hacerte daño o permitir que otros logren hacerte daño. Yo seré tu más firme defensor. Otra promesa que hago es que voy a serte fiel. De ahora en adelante, serás la única en sentir mi tacto. Y a cambio, no tocarás a nadie más. Tengo problemas de celos.

-Problemas de celos. Problemas de dictador. Enloqueciendo a una chica con estos problemas -retorcía las manos, una parte dudando de cada palabra que decía, alejándome de él disimuladamente. Sin embargo, otra parte, la chica que quiere volver a creer en el romance y el concepto de amor a primera vista, quería confiar. ¿Quién no quiere vivir y disfrutar de la clase de amor que Raúl propuso?

Pero ¿qué pasaba con la libertad?

-No me puedo quedar con un chico que me mantiene encerrada.

-Oh, sí, sigues insistiendo en que te estoy reteniendo en contra de tu voluntad.

-Bueno, lo estas.

-No me hagas besarte y probar que estas equivocada. En realidad, pensándolo bien, por favor hazlo. Ha pasado demasiado tiempo desde que te sostuve desnuda en mis brazos.

¿Había una respuesta para este tipo de desafío descarado? No una de tipo verbal de todos modos. ¿Su cuerpo, por otro lado? me estremecí, me despertó, y todos mis sentidos cobraron vida, esperando hacer o decir algo que le obligaría a actuar según su palabra.

-La atracción hacia ti todavía no explica por qué me estas reteniendo en vuestra casa, mansión.

-Mira, yo confiaba en que permanecerías en el interior. Creí en tu palabra.

Me removí incómoda.

-Solo iba a dar un paseo, no era como si me pudiera ir a alguna parte.

-¿De verdad? –Pregunto sonriendo viendo que en verdad no era que estaba escapando de él- no sabes lo feliz que estoy.

-Es extraño -Todo lo que había sucedido desde que le conocí era un extraño País de las maravillas.

-Sí, y hay muchas más cosas extrañas por venir. Como la primera vez que te muestre mi bestia.

No eso de nuevo. ¿Qué pasaba con esta insistencia de que era un lobo?

-Si eres un lobo, pruébalo. Vamos. Muéstramelo.

-Yo no creo que sea una buena idea. Ahora no.

-¿Por qué no? Sigues diciendo que eres una gran, grande, bestia peluda, así que déjame verla. Quieres que te crea, y estoy dispuesta, con alguna prueba.

-No sabes lo que pides, gatita, pero si insistes... -Se puso de pie, empezando a desabrochar los botones de la camisa. Se desabrochó los puños.

Todo el tiempo mientras se quitaba la camisa, siguió mirándome. Ojos que ardían y se oscurecieron, eran casi negros de la excitación. Ojos que eran diferentes de otros ojos que había visto. Ojos humanos, por lo menos. Pero había algo en la pupila que era diferente. Se hizo aún más diferente mientras miraba.

Bueno, pronto me tendrá también creyendo que es un lobo. Sólo porque tiene ojos únicos y sorprendentes.

Su voz era más profunda, más gruñón cuando habló.

-Debo advertirte que esto puede ser perturbador de ver.

Perturbador para su libido mientras seguía quitándose la ropa. La camisa golpeó los pies de la cama, dejando al descubierto su musculoso torso superior, la carne tan suave y tonificada como recordaba. Recuerdo pasando mis manos sobre la piel, la ondulación de sus músculos cuando flexionaba, su cuerpo moviéndose encima de mí.

Trague saliva.

-Tal vez no deberíamos hacer esto.

-No, vamos a terminar con esto.

Su mano fue a la hebilla de su cinturón. Se fue volando, una hebilla sinuosa de cuero. Sus dedos desabrocharon el botón. Sus pantalones colgaban en sus estrechas caderas, la uve de músculos conduciendo...

Bang. Bang. Bang.

Alguien llamó a la puerta y gritó:

-Raúl. Soy yo –era la voz de Damián.

Frustración contorsionó las facciones de Raúl, y él gritó.

-¿Nadie sabe utilizar un maldito teléfono por aquí?

-Lo dejaste en la en el comedor.

-A propósito. Lo había dejado apropósito -murmuro Raúl, casi demasiado bajo para que ella lo oyera.

-El comisario ha llamado. Ellos piensan que lo han acorralado, lo que significa que traigas tu culo aquí si vas a venir.

¿Él como Gorka?

Volviéndose para enfrentarme, Raúl lo confirmó.

-Me tengo que ir. Parece que podríamos haber localizado a tu ex. ¿Te quedarás aquí hasta que yo regrese, o debería decirles a mis primas que te entretengan igual que antes?

-Me quedaré -No era una completa mentira. Una parte de mi quería quedarse. Otra parte resopló, infiernos no.

-Cuando regrese, vamos a terminar nuestra conversación, y te mostraré mi lobo.

Espera un segundo, tal vez por lobo quería decir su... Mi mirada bajó, sólo para ver la suavidad de su pecho a pocas pulgadas.

Cruzó la habitación demasiado rápido para que me diera tiempo a reaccionar. Sus brazos me rodearon, atrayéndome hacia él, mientras su boca se inclinaba sobre mí en un beso abrasador.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora