Capítulo 6

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(Katie)


En cuanto amaneció me levante de la cama y me fui directa a la ducha para empezar a arreglarme, me sentía cansada. No había descansado nada, como todos los días en realidad. Por eso cuando me maquille tuve que taparme las ojeras, para no parecer un panda y vestirme.

Entonces abrí las ventanas, lo justo como para sentirme a gusto y para que la casa respirara.

Sonó el timbre demasiado temprano, aún tenía la taza del desayuno en la mano.

-Buenos días, guapa –me saludo Maddi dándome dos besos en las mejillas y entrando.

-Hola. Ayer te eche de menos en el descanso –dije cerrando la puerta y sentándome junto a ella en el sofá.

-¿Si? ¿Y eso? –dijo sonriendo.

-Porque ayer hubieran coincidido nuestros descansos y podríamos haber fuera mientras.

-Bueno habrá más días. No llores –dijo en broma.

-Que tonta –dije dándole un codazo- ¿Cómo que estas aquí tan temprano? Pensaba que te ibas a ir a ver a tu familia.

-Sí, ya lo tengo todo empacado. Pero como he escuchado movimiento tu casa he decidido pasarme.

-¿Y cuánto tiempo estarás fuera? Te voy a echar de menos.

Lo pregunte porque me incomodaba no tenerla de refuerzo emocional, era la única que me hacía olvidar un poco mis paranoias. No quería quedarme sola durante mucho tiempo. Pero tampoco se lo iba a decir, para que no se preocupara de más.

-No lo sé, voy a ir porque mi hermano se va a casar y estaré en la casa familiar de campo. Me quedare lo que dure la celebración –me explico.

Sabía que Maddi tenía una gran familia, aunque nunca había visto a nadie por aquí o por la ciudad.

-¿Pero una boda no dura tres días? ¿El día de antes que es en el que llegas, el de la celebración y día de después que es en el que vuelves, no?

-Si lo normal es eso pero mi familia siempre lo hace todo a lo grande, son muy exagerados. Además se acerca navidad y todos nos solemos reunir y mi madre estará loca por verme. Muchos factores hacen me tenga que quedar más de tres días –dice sonriendo con melancolía.

Ya no me acordaba que la navidad estaba a la vuelta de la esquina.

Se notaba que estaba muy unida a su familia, siempre me contaba como lo había pasado cuando iba a verlos o me enseñaba fotos de lo que habían estado haciendo. Me alegraba por ella aunque no pudiera compartir ese sentimiento de melancolía al pensar en mis seres queridos.

-¿Pero te quedaras ahí hasta después de navidades o volverás?

-Ya me quedare por allí.

-Oh... entiendo.

Era un palo para mí tantos días sola, pero sobreviviría. Podía apañármelas sola durante unos días, o eso esperaba.

-¿Y tú que vas a hacer estas navidades?

-Lo mismo de cada año. No tengo plan, así que supongo que quedarme en casa.

-Yo pensaba que te ibas con tu familia ¿Pasas sola las navidades? –pregunto sorprendida y preocupada por mí, mientras ponía una mano en mi hombro.

-Es complicado. No nos llevamos bien.

-Cuando vaya a la boda de mi hermano preguntare si te puedes unir por navidad.

-Pero a lo mejor tengo que trabajar. Además sería raro traer a una desconocida por navidades.

-No lo creo, la cafetería cerrara por navidad en cuanto acabe la semana. Conozco al dueño, es un buen amigo mío, y sé que tendrás que vacaciones. Por lo que te vendrás por navidades.

-Lo único que te puedo decir es que me lo pensare ¿vale?

-Sí, tranquila. Tu piénsatelo todo lo que quieras, pero ten en cuenta que no aceptare un no por respuesta. Y una cosa más –dijo poniendo esa voz que no implicaba nada bueno- ¿Me puedes prestar tu camiseta azul marino?

-¿Cuál?

-La de manga larga, con el volantito en el bajo.

-¿Por qué? –pregunte riendo.

-Porque pega con los pantalones blanco que tengo puestos para ir a ver a mi familia.

-¿Me despido de ella o me la devolverás? –pregunte en broma.

-Despídete –dijo sonriendo con malicia.

Fui al armario y se la di. No tardo nada en ponérsela

-Bueno guapa, ya es hora de subirme al coche.

-De acuerdo, deja que te ayude con la maleta.

Nos fuimos las dos a su piso a por su maleta, que le faltaban poner algunas cosas y luego entre las dos la bajamos. No había ascensor por lo que entre las dos era más fácil bajarla.

-Mándame fotos. Quiero verte vestida de dama de honor –dije abrazándola.

-Claro, te mandare un foto reportaje de toda la boda –sonrió- además recuerda contestar mi llamada, para que sepas que día tienes que venir conmigo.

-Maddi, he dicho que me lo pensaría. Además no tengo coche.

-Tranquila, yo vendré a buscarte entonces. Eso no es problema.

-Anda, súbete y vete, que llegaras tarde.

-Vale... nos vemos, guapa.

Nos despedimos con dos besos en las mejillas y otro abrazo. Luego me quede en la calle hasta que su coche desapareció. Me vi obligada a mirar a los dos lados de la acera antes de volver a entrar. Me había sentido como observaba.

Me prepare para otro día de trabajo. Como siempre antes de irme cerré todo como si fuera un bunquer. Me costaba mucho dejar las ventanas algo abiertas, luego cuando tenía que volver me daba más miedo volver a entrar.

En cuanto llegue a la cafetería me puse el uniforme y el mandil, junto con la mejor de mis sonrisas y me puse a servir las mesas, que esperaban los desayunos.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora