Capítulo 8

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(Katie)


Ya había pasado la semana y el jefe ya nos había dicho que hoy era el último día antes de las vacaciones de navidad. No me podía quejar, además me habían dado paga de navidad. Con ese dinero podía pagar el alquiler del piso por lo menos durante dos meses y con el sueldo la comida y facturas. Hasta podría ahorrar un poco.

Todas las noches Maddi y yo hablábamos por teléfono. Contándome como había ido la boda y lo bien que me caerían todos. Aunque la notaba algo cohibida en su modo de hablar. Como si alguien estuviera a su lado y no pudiera hablar como normalmente. Pero sabiendo lo grande que es su familia no me sorprendía.

También me había mandado una foto de los novios. Ella era hermosa y él muy grande. Podías ver la felicidad y el amor en sus caras. En otra foto aparecía, palabras textuales de Maddi, "la familia cercana" pero aparecían más de diez personas en primera fila y un montón de gente de fondo, yo conté más de veinte.

Además todos los hombres de esa familia tomaban algo raro porque todos parecían haber estado en el ejército, con esos cuerpos tan musculados y grandes. Ni que los hubieran parido unos pinos.

La verdad es que me asusta la idea de ir a visitar la familia de Maddi. Desde lo de Gorka y mi padre he evitado a todo hombre o chico o de género masculino. No me sentía a gusto al lado de ellos. Y viendo como son los de la familia de Maddi, aun me entraba más miedo el tener que ir y convivir durante unos días.

Ya era por la tarde, que acaba de llegar a casa del trabajo, cuando sonó el timbre de mi teléfono salte sobre mis pies del sobresalto, estaba demasiado concentrada en mis cosas. Era Maddi.

-Hola, guapa –me saludo alegre.

-Hola, Maddi ¿Cómo va todo?

-Genial, ya estoy en el coche, ya de camino para ir a buscarte.

Estaba aún empeñada en llevarme a pasar las navidades con su familia. La verdad es que yo no estaba nada cómoda con su idea. Prefería pasarla aquí, aunque fuera sola.

-Maddi de verdad que no...

-Mira como me vuelvas a decir que no quieres ser un incordio para mi familia estas navidades, no te lo perdonare ¿Me oyes?

-Vale, de acuerdo. Tendré que hacer una maleta. Pero solo dos días ¿de acuerdo?

-Una semana –me rogo.

-Vale. ¿Por cierto que tiempo hace allí?

-Trae chaqueta porque por la noche refresca y mangas cortas para el día, porque hace buen tiempo aunque sea navidad.

-¿Cómo te las apañas siempre para que haga lo que quieres?

-Yo lo llamo personalidad arrolladora. La amas o la odias.

-Estoy empezando a odiarla –dije en broma.

-Venga no te entretengas en hacer las maletas porque en hora u hora y media estoy allí –me dijo antes de colgar.

No me entretuve en hacer la maleta. No la iba a llenar de cosas, tampoco es que tuviera mucho donde elegir. Mi fondo de armario era más bien pobre. Tengo la suerte de que muchas veces Maddi y yo compartimos ropa, aunque yo suelo devolverla. A Maddi se le olvida pero acaba devolviéndomela.

En una hora la tenía picando al timbre y a los dos minutos de su llegada ya estábamos sentadas en el coche, mi maleta en el maletero y cantando las canciones de la radio como si nos la supiéramos y supiéramos entonar una nota correctamente.

-Ya queda nada para llegar –dijo cogiendo una carretera secundaria que llevaba un poco más allá de las afueras.

-Bien, vale, si –empecé a decir de manera nerviosa.

-Tranquila que son buena gente –dijo intentando tranquilizarme.

-¿Van a estar todos los que había en la foto que me mandaste? –pregunte.

-Todos no pero bastantes ¿por?

-Es que ya sabes que no soy muy buena conociendo gente nueva.

-Lo sé a mí me llevo casi más de un año que aceptaras dejarme pasar a tu casa.

-¿Ves a que me refiero? No sé si podre parecer normal.

-Vas a ir a conocer a mi familia que son más raros que un perro verde ¿y a ti te preocupa no parecer normal? –pregunto en broma riendo- Vas a ser la más normal que de la casa te lo prometo. Además no te tienes que preocupar porque aunque hay muchos hombres también hay muchas mujeres y muchos, como ya tienen pareja, estarán a lo suyo.

Maddi sabía que tenía algo de recelo con los chicos, aunque dudaba que se hiciera una idea del motivo. Pero por suerte me entendía y no preguntaba, aunque no significa que me haya tirado indirectas para que me arranque a contarle que había pasado. Pero yo me hacía tonta, como si no hubiera entendido su indirecta.

-¿Segura? –pregunte con desconfianza.

-Es mi familia los conozco como la palma de mi mano.

Dicho eso llegamos y aparco en la entrada de un hotel rustico o algo así.

-¿No íbamos a tu casa?

-Es mi casa –dijo saliendo del coche.

-¿Cómo? –pregunte saliendo también.

-¡Oh! Mira ya nos esperaban en la entrada.

Estaba mirando tan sorprendida el edificio. Que según Maddi era una casa de campo y que en verdad era un hotel de lujo más grande que la manzana en donde teníamos los pisos en los que vivimos.

Estaba tan sorprendida por el hotel que no me había fijado en el grupo de personas que estaba esperando en la entrada del edificio. Maddi abrió la verja que rodeaba el hotel para poder pasar el coche e ir acercándose poco a poco a la entrada.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora