(Raúl)
Ya era muy tarde cuando salí de la ducha. Por el vínculo pude notar como Damián estaba durmiendo en el sofá cama y Maddi y Katie en la cama. Aunque los tres estaban tumbados ninguno dormía.
Yo me fui a la cocina a asaltar la nevera. No sabía si era la frustración o los nervios en si lo que me había abierto el apetito. Más que apetito son las ganas de comer sin consciencia ninguna.
Estaba tan concentrado en engullir que no me di cuenta de que Katie estaba en el marco de la puerta hasta que no hablo.
-¿Me puedo unir?
-Sí, claro –dije separando la silla de mi lado para ella.
-Gracias. ¿Cómo estás? –pregunto mirándome las manos.
No tenía marcas de pelea en mis nudillos, gracias a la auto recuperación.
-Sí, no se ha defendido.
-Yo... yo... yo siento mucho lo que ha pasado –dijo con un sentimiento muy triste.
-No pasa nada –dije pasándole la cuchara con una tarrina de helado de fresa.
-No quería meteros en problemas. No creía que fuera a ser así.
-Gracias a que te seguimos que no te ha pasado nada. No me preocupa lo que ha pasado, solo me preocupa que tú estés bien.
-Yo solo quería hablar con él para que me dijera lo que quisiera e irme por mi cuenta. No quería meteros en esto. Es mi culpa.
-Nadie aquí te culpa de nada. Solo caíste en su trampa. Pero no pasa nada.
-Pero me siento muy mal por lo que ha pasado, yo no quería que... -dijo antes de romper a llorar.
Le pase el brazo por los hombros y la apreté contra mí. Ella me rodeo como pudo el torso por lo que acabe cogiéndola de las piernas, con la mano libre, y las coloque sobre mí. Haciendo que acabara sentada en mi regazo con la cara enterrada en mí pecho.
-Tengo mucho miedo. Lo siento mucho –lo dijo contra mí, sin levantar la cabeza.
Yo no dije nada, porque sabía que no me iba a escuchar. Solo le podía ofrecer mi consuelo. Por lo que la abrace más fuerte mientras le acariciaba la espalda, a modo tranquilizador.
Estuve así hasta que note que los sollozos se fueron disminuyendo y se quedó dormida en mis brazos, abrazándome.
No me atreví a ni a mover un musculo para no despertarla. Solo podía mirar su cara, le aparte los pelos sueltos dejándolos detrás de su oreja. Después le aparte las lágrimas de las mejillas.
-Maddi, déjame la habitación, por favor –me pedí por el vínculo.
-Ya estoy acostada en el sofá.
Le agradecí por el vínculo antes de levantarme lentamente e ir a la habitación. Me senté en el borde de la cama con Katie sobre mí y me moviendo hasta tumbar a Katie. Pero en cuanto la deje busco mi mano y la agarro fuertemente.
Acabe tumbándome a su lado, con cierta distancia para que si Katie se levantara no se asustara.
Pero mientras yo me estaba manteniendo tumbado boca arriba, mirando el techo, mientras nos manteníamos cogidos las manos ella se acercó hasta rodearme con sus brazos, poniendo una de sus piernas sobre las mías y apoyando su cabeza en mi pecho, como si yo fuera una almohada.
Cuando note que su rodilla estaba subiendo demasiado tuve que mover a Katie suavemente para sacarla de encima de mí. No quería excitarme por tenerla cerca, no quería que malinterpretara la situación. Ya que solo de tenerla así de cerca, por instinto, hacia me sintiera excitado.
Pero justo cuando estaba sacando su pierna de encima de mí se apretó más fuerte y su respiración cambio, se había despertado.
-No. Déjame estar así, por favor –dijo casi en susurros.
-No quiero que estés incomoda por mí –le explique.
-No estoy incomoda, no quiero moverme. ¿Podrías abrazarme? –me pidió con esa dulce voz suya.
-Si, por supuesto –dije rodeándola con mis brazos.
Después de eso entramos en un silencio que no era incomodo, más bien era cálido. Cómodo.
-No te rías pero nunca me he sentido tan bien como ahora mismo. Haces que me sienta bien, segura. Haces que me sienta a salvo. Como si fueras a ser el muro que me salvarías de todo lo malo.
No fui capaz de decir nada, solo me atreví a darle un beso en la frente. Esas palabras hacían que se me hinchara el pecho de orgullo. Porque me gustaba que Katie dijera eso, que me empezara a tener más en cuenta en sus pensamientos.
Solo pude apretarla más contra mí, sin llegar a asfixiarla por supuesto. Ella se estiro para quedar más cómoda sobre mí.
Enseguida se volvió a quedar dormida. Entonces fue cuando me permití estar más relajado y cerrar los ojos para quedarme dormido.
Ahora que mi miedo a que Katie me odiara y me tuviera miedo por haber pegado al zorro de esa manera. Me veía como un salvador más que como una bestia.
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Oportunidad para amar
RomanceKatie busca vivir tranquila tras pasar el peor momento de su vida. Raúl un hombre lobo se cruzara en su vida para intentar darle una segunda oportunidad al amor. El pasado volverá y... ¿Serán capaces de resolverlo juntos?