Capítulo 15

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(Katie)


Ahora que ya estaba más tranquila, que la policía ya me había contactado y quería que fuera, por fin podía tomar un respiro.

Me encontraba en el porche de la casa, sentada en el columpio. No recordaba muy bien como había llegado aquí. Creo que Raúl me sentó aquí. Lo último que recuerdo hacer antes de estar aquí es estar respondiendo a la policía.

-Toma –dijo Maddi ofreciéndome un vaso de agua- ¿Estas mejor?

-¿Cómo ha pasado? No puede ser él.

-¿Él quien? –pregunto agachándose frente a mí cogiéndome al mano libre.

-No quiero hablar de él. Me hizo mucho daño –dije subiendo mis piernas al columpio para apoyar la cabeza en mis rodillas.

Ahora sí que tenía que volver a la casa. La policía me esperaba para tómame los dados y hacerme preguntas. Pero yo no me sentía capaz de volver, sabiendo que Gorka estaría allí esperándome. Tenía miedo. Me temblaban las piernas solo de pensar en tener que ir.

-Lo siento, por arruinarte las navidades –dije mirando a Maddi.

-No tienes que disculparte por esto. No es cosa tuya que un pirado robe en tu casa. Iremos a hablar con la policía, recogeremos lo que se pueda y volveremos aquí a esperar que hacer ¿Vale?

-No. Ya he causado suficientes problemas. No puedo abusar de la hospitalidad de tu familia.

-¿Abusar de qué? Si te lo estoy ofreciendo no es abusar. Además...

-Además no te vamos a dejar sola en un momento como este –la interrumpió Raúl.

Mire a Raúl que tenía la vista fija en mí. Me sentía, raramente, cómoda cuando Raúl me miraba así. Me sentía como si mirándome así pudiera protegerme de todo.

-Damián y yo os acompañaremos para que no haya problemas.

-No, por favor. No quiero...

-No te estaba pidiendo permiso. Te lo estaba diciendo. Además no quiero quedarme aquí preocupado. Prefiero ir con vosotras y verlo con mis propios ojos.

-Raúl tiene razón, es mejor ir acompañadas.

-¿Tienes idea de quien ha podido ser? –pregunto Raúl.

-Creo que sí. Estoy casi segura de que sí.

-¿Y quién es? –pregunto Raúl al ver que no tenía intención alguna de responder.

-Nadie que importe ya.

-Tenemos que saberlo. La policía lo preguntara también. Sera más fácil si sabemos quién ha podido ser.

-Ha sido mi ex –tuve que decir al final.

-¿Tu ex? ¿De cuánto tiempo? ¿Cómo se llama? ¿Cómo ha podido robarte así? ¿Seguía teniendo llaves de tu casa? ¿Soy más guapo que él? –Raúl empezó a soltar preguntas.

-¡Raúl! ¡Cálmate! –Le grito Maddi, antes de suavizar el tono y dirigirse a mí- ¿Puedes contarnos porque crees que ha sido tu ex?

-El ultimo día que lo vi fue hace a casi cinco años.

-¿Entonces como puede ser que haga esto ahora?

-Yo escape de mi ciudad el mismo día que cumplía la mayoría de edad. Más que escapar huía de casa. Cogí un avión y después de eso me he estado mudando cada dos por tres. Hasta que decidí hacer de la última casa mi hogar, porque los vecinos eran muy amables y porque por fin hice una amiga –dije mirando a Maddi.

Maddi me abrazo sin decir nada, dejándome seguir con la historia.

-No sé cómo me ha podido encontrar. Nunca ha parecido un chico que pudiera ser capaz de perseguirme fuera donde fuera.

-Yo lo haría... -dijo Raúl sin dudar.

-¿Qué? –pregunte confundida.

-Yo lo haría. Yo seguiría a mi pareja, si supiera que es el amor de mi vida –se explicó mejor- será mejor que nos pongamos de camino, contra antes lleguemos antes se acabara todo esto.

-Si será lo mejor –dijo Maddi levantándose y tirando de mi brazo suavemente- ¿estás bien como para ir?

-Vamos –respondí poniendo los pies en el suelo para levantarme y dejándome llevar por Maddi.

Me senté en la parte de atrás del coche de Raúl, que por cierto era enorme. Maddi se sentó de copiloto, para poder guiar a Raúl, mientras que Damián estaba sentado a mi lado.

El ambiente parecía tense, casi como si se pudiera ver. Raúl conducía algo acelerado, mientras que Maddi se mordía las uñas. Por otro lado Damián estaba medio tirado en el asiento, mirándome fijamente como si intentara leer mi mente. Por ultimo estaba yo que no podía parar de mover la pierna derecha, como si estuviera encendiendo una moto, de los nervios y el miedo que me entraba a cada kilómetro que nos acercábamos.

-¿Podrías parar? Me pones nervioso –me dijo Damián.

-Perdón –dije cogiéndome la pierna- es un tic por los nervios.

-Lo entiendo, pero me molesta.

-Déjala tranquila, Damián. Tú estarías incluso peor si te quitaran algo –le recrimino Raúl.

Damián resoplo molesto y giro su cara hacia la ventana.

Después de eso el coche se volvió a quedar en silencio y me sujete la pierna con las manos, disimuladamente, para evitar que temblara.

Aunque según entrabamos en el barrio mi nerviosismo parecía ser más contagioso porque todos estaban alerta. Pero la pierna no la seguía moviendo por lo menos.

Empezamos a escuchar las sirenas y ver mucha acumulación de gente alrededor de nuestro edificio. Raúl tuvo que aparcar unas cuatro calles más allá.

También tuvimos que ir haciéndonos sitio para poder llegar al cordón policial y avisar a un policía para poder pasar.

En cuando me identifique nos dejaron pasar.

-Subid al piso los investigadores están analizando todo.

-¿Pero no puede ser aquí...? –estaba preguntándole al policía cuando Raúl poso su mano en mi hombro.

-Tranquila, yo estoy aquí –dijo dejando su brazo alrededor de mis hombros.

Me guio hasta dentro. Nada más pasar el umbral de la escalera. Había muchos policías, todo estaba pasando muy rápido e incluso los demás dieron un paso atrás por el olor tan fuerte que había.

Olía demasiado fuerte, como si hubiera habido un incendio.

Los policías nos pusieron mascarillas y nos guiaron hasta nuestro piso. La puerta estaba abierta con la pintada. Pero en cuanto nos asomamos el horror apareció ante nuestros ojos.

Me gire para salir corriendo pero Raúl, que aún tenía su brazo sobre mí, me apretó contra él, dejando mi cara aplastada contra él.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora