Capítulo 38

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(Katie)


Pero él no era un lobo en este momento.

No, él era un hombre muy desnudo, con un cuerpo que todavía recordaba claramente en movimiento, caminando hacia mí con un aire arrogante y una erección que me tenía con los ojos muy abiertos.

-Um, Raúl, yo realmente no creo estar de ánimo. O que este sea el momento ni el lugar para el placer.

-Entonces vamos a mi casa. Me vendría bien una ducha primero.

-¿Y si no quiero ir allí?

-Como mi compañera, es tu lugar.

De nuevo con la cosa prepotente. Me moví hacia atrás.

-No sé si estoy lista para ser la compañera de nadie. Eso es un gran compromiso y un montón de cosas locas para manejar en tan poco tiempo.

-Entonces, ¿qué tal si sólo te llamo mi novia por ahora?

-¿Novia?

Él no se daría por vencido. Y, no, no podía resistir la adulación. El recordatorio de que este no era un hombre no podía sofocar mi atracción e interés por él.

-Sí, mi novia. Y yo seré tu novio. Ya que eres tan insistente en llegar a conocerme y todo ese tipo de cosas, nos tomaremos un tiempo.

-¿Cómo ir al cine? ¿Cenar? ¿Largos paseos por la playa?

-Salir a lugares públicos, tomados de la mano, y pasar la noche en una maraña de piernas desnudas.

-Pensé que no lo hacías hasta ahora.

-Voy a hacer una excepción contigo.

El temblor que me recorrió fue uno de deleite cuando despertó mi lado femenino.

-Durante este período de las citas, me quedare en mi casa. Si logro arreglarla algún día.

-Algunas noches.

-¿Qué quieres decir? –pregunte confusa por su respuesta.

-Algunas noches las pasaremos en tu casa, otras en la mía. Insisto en que compartamos. Es lo justo.

-¿Justo? Nada acerca de ti es justo.

-¿Cómo es eso? -por fin se acercó lo suficiente para que casi pudiera sentir el calor que salía de él. Ansiaba presionar mis manos contra su liso y plano pecho y sentirlo, sentir el latido de su corazón, la rapidez porque me excitaba.

-Porque eres como una bolsa de patatas a la izquierda en el mostrador. Me estas rogando que te de un mordisquito.

-¿A qué estás esperando? Muerde un poco, gatita.

-Yo no debería.

Él me tomó en sus brazos.

-Deja de luchar contra ello. Aquí es donde perteneces.

Cuánta razón tenía. Un abrazo. Eso era todo lo que necesitaba para derribar mis defensas. ¿Y qué si él se convertía en un lobo y podía matar a un hombre con sus propias manos? Él se había enfrentado a un grave peligro para venir en mi rescate. Me tomaba su terquedad con paciencia y humor. Él me permitía pincharlo y no tenía miedo de que se me acercara por la espalda. Y cuando él me tocaba...

El mundo se incendiaba.

Como mínimo, todo mi cuerpo lo hizo. Cada terminación nerviosa volvió a la vida. Toda sensación se amplifico ante la firme posesión de sus manos en mi cintura atrayéndome, empujando su eje contra mi bajo vientre, deslizando sus suaves sensuales labios sobre los míos.

Entrelace mis brazos alrededor de su cuello, abrazándolo con fuerza, abriendo la boca para empujar mi lengua. La necesidad me quemaba, y podría haber llorado cuando él se burlaba de mí, frotándose contra mi montículo tan cruelmente oculto por mis pantalones.

¿Él no sabía que yo quería más? gemí contra su boca, me apreté contra él, y luego me quede inmóvil cuando una voz divertida dijo:

-¿Te das cuenta de que tienes público?

Raúl podría haber matado a Maddi por su interrupción. ¿No podía ver que estaba haciendo algo importante?

Él no estaba haciendo el amor conmigo. Él estaba aliviando mis miedos.

Mostrándome que, mientras el lobo era una parte de él, seguía siendo un hombre. Mi hombre.

¿Pero Maddi comprendía lo que estaba tratando de hacer? Por supuesto que no. Mientras Raúl me soltaba, él entrelazo sus dedos con los míos para mantenerme atada a su lado no sea que de repente decidiese darme a la fuga de nuevo.

Había pasado por mucho en los últimos días. Haría falta un poco de tiempo y una explicación para que aceptara todos los cambios, y que lo aceptara como mi compañero.

Volviendo de nuevo a la zona principal, me alegro de ver que el cuerpo ya había sido retirado. No sé quién había sido quien se había encargado pero había sido de lo más rápido.

Nadie podría encontrar el cuerpo de Gorka. O por lo menos eso esperaba.

Mientras Raúl me observaba mirar detenidamente alrededor, sin duda me estaba preguntándome cómo había desaparecido el cadáver, el trato con sus hombres, Maddi y Damián.

-Le tomó bastante tiempo a dos idiotas llegar aquí, -se quejó Raúl.

-¿Es que nuestro rey de la jungla no es capaz de hacer frente a un pequeño cachorro? –protesto Damián apareciendo al lado de Maddi.

-Ese no es el punto. ¿Y si no estaba trabajando solo? ¿Y si estaba armado? El chico ya estaba rompiendo todo tipo de leyes de los cambia formas. ¿Quién iba a decir que no habría traído un arma en vez de luchar cuerpo a cuerpo?

-No había pensado en eso -Damián no parecía disculparse en lo más mínimo.

-Um, disculparme, ¿pero soy la única que piensa que es raro que estéis charlando con Raúl aquí mientras él está desnudo? -intervine.

Ah, ese era el hombre que había llegado a adorar.

-Katie, te presento a la hermana de mi beta, Maddi, y al hermano del alfa de la manada, Damián. Son cambia forma también –dijo con tono de broma, volviéndome a presentar a Maddi y Damián.

-Eso no explica esta cosa rara de ir desnudo.

-Bueno, no es que cambiemos de forma completamente vestidos.

-Eso puede ser difícil, -agregó Damián- Una loba con un tanga es un espectáculo peligroso de ver.

-¿Qué tan peligroso? -me atreví a preguntar.

-Debido a que la foto que puse en Instagram de ella, hizo que un trío de lobas se abalanzaran sobre mí, y me rasuran de pies a cabeza -Damián negó con la cabeza, ante el triste recuerdo.

No pude evitar reírme, imaginando la escena y a un lobo calvo.

—Yo habría utilizado cera de depilación. Dura más –siguió la broma Maddi.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora