Capítulo 20

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(Katie)


Para cuando me desperté podía notar como aún seguía abrazándolo, tumbada casi totalmente sobre él, mientras se pasaba mi pelo entre sus dedos.

Me acurruque más contra él.

-Buenos días.

-Hola –dije contra su pecho.

-¿Estas mejor? –me pregunto quitándome el pelo de la cara y acariciándome la espalda.

Podía notar en su tono la preocupación. Si yo fuera un helado, podría haberme derretido. Menos mal que estaba tumbada porque notaba mis rodillas débiles, de estar de pie me habría caído al suelo. No sabía porque exactamente.

-Sí, estoy mejor. Gracias por ayudarme anoche.

-No es necesario dar las gracias. Habría actuado de la misma manera una y otra vez. Así que me encargue de ello –dijo volviendo a peinarme con los dedos.

-Pero igualmente te tengo que dar las gracias. Habéis sido muy valientes y muy amables por vuestra parte.

Había estado pensando que lo mejor para todos era que me alejara. No quería que les hicieran daño y viendo la paliza que le dieron a Gorka, sabía que el buscaría venganza. Y si yo me voy, estoy convencida de que Gorka me seguiría buscando a mí y dejando a Raúl y su familia en paz.

-Tendría que irme levantando, tengo que ir haciendo algo de equipaje.

-¿Dónde lo vas a dejar? ¿Quieres que te ayude a llevarlo a nuestra casa?

-No, ya veré donde lo llevo –respondí incorporándome.

-¿Qué quieres decir? –pregunto curioso sentándose a mi lado.

-Mira Raúl. Eres un buen tipo y todo eso, y esta noche a colmado el vaso, y si me quedara creo que...

-¿Qué quieres decir con si te quedaras? –me interrumpio.

Fue muy raro como había conseguido que su pregunta sonara en ese extraño tono, entre gruido y enfado en su voz.

-Después de lo que ha pasado, no puedo quedarme aquí. Lo mejor será que me vaya por mi cuenta. Me voy a ir en cuanto acabe el equipaje, reuniré todo el dinero que tengo y coger el primer autobús, tren o avión.

-¿Para ir dónde? ¿Dónde vas a ir? –me estaba manteniendo la mirada, y podía ver la preocupación en ellos.

-Yo no lo he pensado todavía –respondí encogiéndome de hombros- cuanto menos planifique menos posibilidades tendrá Gorka de encontrarme.

-¿Estas escapando por tu culpa de él? –notaba que estaba molesto.

-Es lo más seguro que puedo hacer, no solo para mí, sino para ti y tu familia.

-Eso es una estupidez –dijo muy seco. A modo de amargo reproche.

-Para ti, tal vez.

Para mí era el único plan que tenía algo de sentido y que era capaz de mantener a Gorka lejos de Raúl y su familia, de mantenerlos lejos del peligro.

-No estás pensándolo con claridad. Correr, huir no hará que tu ex se vaya.

-Si yo no estoy aquí, él no tendrá ninguna razón para quedarse aquí.

-O, si no te encuentra, entonces él va a ir detrás de todos los que te importan –dando a entender que iría detrás de Maddi o de mi padre, de nuevo- y tratar de hacerles revelar donde estas.

-Él no lo haría –dije rezando para que fuera así.

-¿Qué? ¿Hacerles daño? ¿Amenazarlos? ¿Sabes eso con seguridad? ¿Estas realmente dispuesta a correr ese riesgo?

Tuve que apretarme los labios de la impotencia, por entender que era lo que Raúl me estaba intentando decir. ¿Cómo se atrevía a hacer agujeros al único plan que tenía?

-No estoy tratando de asustarte, Katie –dijo suavizando su tono y pasando su brazo por mis hombros para estrecharme contra él- sé que has sufrido bastante. Pero siendo sinceros. Este idiota está desesperando. Y un chico desesperado hace cosas impredecibles.

-Entonces ¿Qué quieres que haga? –Pregunte sacándome su brazo de encima- ¿Quieres que me quede aquí y esperar que no termine en un periódico con la reseña de "cuerpo de camarera se encuentra, víctima del psicópata de su ex pareja"?

Por un momento vi un brillo especial en sus ojos. Me lo habría perdido su hubiera parpadeado.

-No voy a dejar que te haga daño –dijo mirándome intensamente, casi parecía una promesa.

No pude frenar una risa amarga de frustración que se me escapo.

-Y ¿Cómo vas a detenerlo? No puedes quedarte pegado a mí las veinticuatro horas los siete días de la semana.

-¿Quieres apostar?

Me empujo por los hombros, haciéndome caer sobre mi espalda en la cama de nuevo, y se puso sobre mí con las piernas a cada lado de las mías y con una mano a cada lado de mi cabeza. Estaba demasiado cerca su cara de la mía.

-Raúl, estas sobrepasándote –dije apoyando mis manos en su pecho, para mantener cierta distancia entre nosotros.

-No veo donde me estoy sobrepasándome. Solo estoy pensando en protegerte y hacerte ver la verdad. De hecho, la mayoría diría que estoy siendo todo un caballero.

-¿Por qué te preocupas tanto, de todos modos? Apenas nos conocemos.

-Porque eres tu –dijo antes de pegar su nariz a mi cuello.

-¿Qué haces? ¿Por qué estas oliéndome el cuello? ¿Acaso eres un perro?

-Prefiero ser un perro salvaje –dijo sin levantar la cabeza.

¿Perro salvaje? Creo que es demasiado guapo como para compararse con un perro.

-Entonces, ¿qué va a ser, gatita? ¿Vamos caminando, o te llevo en el coche a casa? –dijo antes de dejar caer sus labios en los míos por unos segundos antes de ponerse en pie y ofrecerme su mano para ayudarme a levantar.

Al final, deje que Raúl me llevara a su casa. En el coche me senté de copiloto con Maddi y Damián en la parte de atrás.

No podía dejar de mirar de reojo a Raúl. ¿Me había besado de verdad o solo lo había soñado? ¿Una alucinación?

Preferí parar de mirarle la cara y mirar sus manos al volante, no podía dejar de pensar en lo que será capaz de hacer con esas manos.

Me sonroje solo de ver por dónde iban mis pensamientos. Un escalofrió de deseo recorrió mi espalda. No podía creer que yo pudiera sentir eso.

Me obligue a apartar mis ojos de Raúl y mirar por la ventanilla. Sin embargo aún era demasiado consciente de él.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora