Capítulo 14

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(Katie)


Se me quedo mirando fijamente, como si pudiera ver a través de mí. Sutilmente agarre sus muñecas e hice que me soltara, en cuanto dejo de rodearme, baje la cabeza para cortar el contacto visual y me fui corriendo a la habitación. Me encerré y no sabía si sacar la maleta o no o ir a por un billete de autobús para irme y desaparecer más lejos de aquí o... realmente no sabía qué hacer.

Incluso me plantee la opción de volver a mi ciudad natal y enfrentarme a Gorka. Pero tenía demasiado miedo a hacer eso viendo como había dejado mi piso y la advertencia de la puerta.

Estaba llorando sentada en el suelo, apoyando la espalda en la pata de la cama, cuando escuche que picaban a la puerta.

-Soy Raúl. ¿Estás bien? –pregunto a través de la puerta.

Me limpie las lágrimas de la cara y me aclare la voz antes de hablar.

-Sí, tranquilo. Bajare en un rato –dije fingiendo que estaba bien. Intentando que no se notara que estaba rota por dentro.

Pude escuchar como suspiraba antes de que se alejara de la puerta, pero los pasos no se alejaron demasiado. Podía notar como daba vueltas delante de la puerta, como si estuviera frustrado.

Aprovecharía que están desayunando para irme. Así que me puse a hacer la maleta rápidamente antes de que le dijeran a Maddi que había pasado y se presentara aquí.

-Katie ¿Puedes abrirme y hablamos? –era Raúl que aún no se había ido del otro lado de la puerta.

-De verdad que estoy bien –dije sin dejar de llorar.

Contra más me hiciera hablar más se notaría que estoy llorando y no quería preocupar a nadie antes de que me diera tiempo a irme.

-¿Estas llorando? Por favor abre la puerta o me veré obligado a tirarla –dijo Raúl.

Me quede parada pensando en sus palabras ¿De verdad iba a tirar la puerta abajo? ¿Abro la puerta? No entendía nada.

Me acerque poco a poco a la puerta, no sabía porque lo hacía, porque no tenía ganas de enfrentarme a un chico. Pero así lo estaba haciendo, me limpie las lágrimas de los ojos y mejillas, quite el pestillo y poco a poco gire el pomo de la puerta hasta abrirla.

Raúl estaba apoyado en el marco con una cara de angustia que yo no podía darle ninguna explicación.

-Emm yo... -no sabía que decir, me había dejado sin palabra.

Sin decirme ni una sola palabra se acercó a mí y me rodeo entre sus brazos. Me abrazo. No contento con eso, me espachurro contra su pecho tan fuerte que temí no poder respirar.

La presión hizo que cerrara los ojos y llorara sobre su pecho desconsoladamente. Llorando todo lo que tenía reprimido en mi interior. Su calor hacia que me quedara ahí parada, cómoda. Incluso yo misma le rodee a él con mis propias manos.

Raúl es un chico enorme y fuerte, cuando me está abrazando puedo notar que también puede ser reconfortante y cálido.

-Tranquila, ya está. Todo va estar bien –me susurro en el oído.

Yo solo pude llorar más fuerte y apretarme más contra él.

De repente note que una mano acariciaba mi espalda y mi brazo mientras Raúl me abrazaba. Gire para ver quién era. Maddi.

Entonces fui consciente de la situación y me solté de Raúl, pero él aún me tenía abrazada, no me soltaba. Le di palmaditas en el brazo para que se diera cuenta de que quería que me soltara pero nada.

-Raúl –dijo Maddi en un susurro muy suave- Suéltala, necesita respirar.

Raúl me apretujo más contra él durante unos segundos antes de soltarme poco a poco pero sin alejarse de mí.

-¿Qué es lo que está pasando? –pregunto Maddi con evidente preocupación.

-Yo... yo antes... -empecé a tartamudear.

-A salido corriendo de la cocina y me ha sorprendido lo angustiad que se la veía por eso la he seguido –empezó a contar Raúl.

-¿Ha pasado algo en la cocina? Pero si las cocineras son de lo más cariñosas.

-Yo estaba con Damián... y... y...

-Mira que le dije que se dejara de tonterías y de molestar a Katie. Le voy a dar una paliza que no va a volver a ver un atardecer –dijo amenazante Raúl.

-No. Espera. Él no ha hecho nada. Yo... yo...

Se frenaron de golpe ya que habían empezado a ir hacia la cocina a por Damián.

-Yo no la he tocado –dijo apareciendo de la nada Damián- solo la he acompañado a desayunar porque la he visto en el salón esperando a los demás y estaba muerto de hambre.

Raúl y Maddi automáticamente me miraron esperando mi respuesta, por lo que asentí con la cabeza. Damián no había mentido.

-¿Entonces qué es lo que ha pasado? –pregunto Raúl desconcertado.

-Eso quisiera saber yo también, porque no recuerdo haberle hecho nada que le hiciera huir de mi tan rápido –comento Damián.

-No... no huía de ti... yo... yo lo siento. De verdad –dije dando un paso hacia atrás.

La escena se había convertido en un interrogatorio en el que las miradas amenazantes eran disparadas en tres direcciones. Y me sentía el blanco de las tres miradas. Solo quería huir de aquí lo más rápido posible.

-¿Qué paso? –pregunto Maddi suavizando el tono.

-En las noticias han dicho que mi casa... que mi casa la han asaltado –logre acabar la frase antes de volver a derrumbarme sobre Maddi.

Todos empezaron a preguntarme cosas a la vez y al ver que me estaban atolondrando se fueron Maddi y Damián a la cocina para ver la televisión, por si aún hablaban de la noticia. Pero Raúl se quedó mirándome a mí.

-No te tienes que angustiar mientras estés aquí. Yo te ayudare en todo –dijo tan convencido que parecía que me estaba ofreciendo un nuevo piso- te prometo que tu vida va a cambiar, no vas a tener que preocuparte de nada más que no sea ser feliz el resto de tu vida.

Oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora