Makoto

719 81 9
                                    

-¿Entrenador Tachibana? ¿está ahí dentro?- resuena una joven voz acompañada de constantes golpes a la puerta de madera

Sin recibir ningún tipo de respuesta, el chico de entre unos 14 o 15 años se asomó cuidadosamente por la puerta de la oficina en donde se supone iba a encontrar a la persona que estaba buscando, pero la habitación estaba completamente vacía ¿Dónde podía estar entonces el entrenador? No había visto su auto en el estacionamiento, pero la secretaria le dijo que él nunca iba a trabajar conduciendo, así que tenía que estar ahípero ¿dónde?

De hecho, Makoto si se encontraba en el edificio en esos momentos, en la azotea para ser más específicos, lejos de todo el bullicio porque ese día lo único que quería hacer era pensar, a pesar de que el mundo entero pareciera estar confabulado para evitar que lo hiciera.

Si hay algo que no le gustaba para nada, eso era terminar peleando con sus amigos, pero tampoco se arrepentía de todo lo que le había terminado gritado a Rin y por ende no iba a llamarlo para pedirle perdón.

¿Tan malo era que no quisiera estar en Iwatobi en esas fechas? Lo habían acusado de ser egoísta y de comportarse como un viejo amargado, y sí, lo admitía, así se sentía en esos mismos momentos, no específicamente como un anciano, pero sí tremendamente amargado. Por mucho tiempo había acariciado en su mente la idea de una boda, no una cualquiera, sino una boda con aquel a quien amaba más que a su propia vida, hasta podría decirse que lo tenía todo perfectamente planeado: ambos vestidos con trajes a medida, anillos dorados con la unión de sus nombres escritos por dentro con delicada caligrafía, una bella ceremonia en la playa cerca del mar que el pelinegro tanto amaba, un pastel con cubierta de dos colores: verde y azul y con las figuras de aquellos animales que los representaban desde pequeños Hubiera sido muy hermoso verlo caminar hacia él con una sonrisa secreta en sus labios, tomar su mano mientras recitaban sus votos de amor eterno y después poder besarlo frente a todos sus amigos y familia sí, hubiera sido un gran momento, el día más feliz de toda su vida.

Pero todos esos sueños se habían esfumado como espuma de mar

Infantilmente se dejó manipular por las palabras de terceros, palabras que habían envenenado su mente y lo habían arruinado todo, pero no podía vivir su vida culpando a otros de sus errores, eso no estaba bien, lastimosamente esa noble forma de pensar le dejaba como el único culpable de su gran desgracia y no había ser humano sobre esta tierra que pudiera soportar eso, claramente él no era la excepción.

Esos últimos días se había dado a la tarea de rememorar uno tras otro todos aquellos momentos que había compartido junto al chico de ojos azules con lujo de detalles.

Amigos desde la infancia, cada cumpleaños y día de clases, creciendo juntos, descubriendo poco a poco como sus sentimientos evolucionaban conforme dejaban atrás su niñez hasta llegar a su explosiva declaración de amor, el inicio de una relación que prometía mucha felicidad para ambos jóvenes; parecía que nadie estaba sorprendido cuando se enteraban que ahora eran pareja oficialmente y eso le hacía preguntarse si en verdad eran tan despistados como solían decir, pero eso era lo que causaba que todo fuera aún más especial entre ellos, aunque también podía terminar llenándolos de inseguridades a cada paso que daban.

En el momento de la separación lo había acusado de ser un celoso compulsivo, pero él no era mejor; en realidad odiaba ver a su delfín rodeado de otros chicos y su profesión no era lo mejor para mantenerlo tranquilo pues siempre estaba junto a hombres con poca ropa y extraordinario físico vaya mala suerte que tenía.

Aun después de todos esos años Makoto podía recordar la primera vez que lo tuvo entre sus brazos, podía recordar a la perfección cada uno de sus gestos, los dulces gemidos que escapaban de su garganta, la convicción de que habían nacido hechos el uno para el otro pues sus mismos cuerpos se complementaban a la perfección entre ellos

Pero nada de eso importaba ya, porque lo había perdido.

Makoto sabía que, de quererlo, ya lo hubiera encontrado hacia años

Pero, así como una parte de él luchaba con desesperación por encontrarlo, otra tenía miedo de ese momento, el momento de ver esos profundos ojos azules y descubrir ahí dentro miedo, rencor y odio

Errores (MakoHaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora