Epílogo

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Error, equivocación, desacierto. . .

Según el diccionario, todas esas palabras significan exactamente lo mismo y por las experiencias adquiridas en nuestro diario vivir, sabemos que nadie en este mundo está exento de llegar a cometerlos, pero eso no justifica de ninguna manera que vayas a quedarte tumbado en un solo lugar tras equivocarte cuando podrías estar haciendo todo lo posible por corregirlo, en especial si sabes que las recompensas finales puedes ser admirables de muchas maneras ¿verdad? Solo hace falta un poco de motivación y sobre todo valor para afrontar los problemas. Prueba de eso era la bonita casa de estilo clásico oriental que se encontraba iluminada tanto por dentro como por fuera con un sinnúmero de luces de todos los colores en esa maravillosa noche de diciembre, dando refugio a una familia singular y completamente llena de felicidad.

La pelinegra Yuki se encontraba revoloteando ansiosa alrededor del árbol, contemplando hipnotizada las lucecitas de colores y las esferas llenas de brillos, pues esa era la única manera de desviar su atención de todos los regalos que se acumulaban en la base del mismo.

Sí, su hija definitivamente era muy querida por todos sus buenos amigos y no solo eso, porque tenía un par de abuelos bastante consentidores, un padrino en extremo generoso y dos tíos súper competitivos, aunque claro, no todos los paquetes envueltos que esperaban con paciencia a ser abiertos le pertenecían solo a la pequeña, en realidad, muchos de ellos estaban dirigidos al castaño de ojos azules que, en esos momentos, ignorando por completo la total emoción de la que rebozaba su hermanita, dormía plácidamente en brazos de su madre mientras su padre se dedicaba a grabar toda esa escena en su nueva cámara de video. Era una costumbre recién adquirida, al igual que la cámara, y es que ninguno de los dos mayores quería olvidar todos esos momentos llenos de risas y paz, una que se habían ganado de manera definitiva.

El nuevo miembro de la familia Tachibana-Nanase llegó a este mundo en ese invierno, cinco meses después del hiperactivo Naoki, tercer hijo de Nagisa y Rei, y con solo tres meses de diferencia con Souichi, el pequeño pelirrojo perteneciente a la familia Yamazaki; las tres parejas se habían alegrado mucho porque sus niños crecerían uno al lado del otro, como amigos inseparables al igual que sus padres.

Makoto se dejó caer al lado de su esposo aun sonriendo como solo él sabia hacerlo. . .

-¿Cansado?- preguntó el pelinegro en voz suave para no despertar a su bebé, hecho que llenó de ternura el corazón del contrario

-Solo un poco

-Dame la cámara, grabaré un rato

-No, está bien, me gusta más como te ves con Koji en los brazos- confesó abrazándolo por la espalda para acercarlo más a su cuerpo, contacto que Haru no rechazó porque le encantaba estar cerca de su amado –Quedemos aquí esta noche, podríamos armar un fuerte

-Creo que esa idea le gustará a Yuki

-¿Qué idea?- preguntó la pequeña atenta como siempre a todo lo que sus padres decían, en especial si mencionaban su nombre

-Papá solo decía que sería divertido armar un fuerte aquí esta noche- dijo el más alto de todos acercándose a su hija -¿Qué dices, pequeña?

-¿Y dormiremos todos juntos? ¿Koji también?

-Por supuesto

-¡Sí!

-Cariño, no grites- susurró el pelinegro alarmado –O tu hermanito podría despertar

-Lo siento, mamá- se disculpó apenada porque lo que menos quería era hacer llorar a su querido hermanito

-Tranquila, todo está bien, solo tenemos que tener cuidado ¿sí?

-Sí, mamá, Yuki será una buena hermana mayor

-Claro que lo serás- aseguró Makoto tomando a la niña para alzarla –Vamos a reunir todas las almohadas que podamos

Haru los vio alejarse sonriendo suavemente y con ese nuevo brillo que se había adueñado de su mirada en el último tiempo. Ese año sin duda había estado lleno de cambios y sorpresas, un nuevo trabajo, una nueva escuela para Yuki y finalmente el correteo previo al nacimiento de su segundo hijo que resultó ser un periodo divertido para él en comparación al nacimiento de Yuki, el cual lo pasó lleno de miedo y tristeza, pero este fue completamente diferente gracias a todos los cuidados de su esposo y la familia de este, además de sus amigos, pero no fue tan fácil para el nervioso y primerizo padre que no estaba seguro de qué hacer la mayor parte del tiempo. . .aun así todo ese proceso terminó por unirlos más que antes.

Koji se removió en sus brazos, buscando acomodarse mientras seguía soñando con quién sabe qué cosas, y él solo depositó un beso en su frente con cariño:

-En verdad eres afortunado, pequeño- susurró, más al levantar la mirada, se encontró con la presencia de Makoto quien lo observaba atento sin poder creerse del todo que tenía una familia propia con aquel a quien tanto había extrañado. . .era como un sueño hecho realidad y del cual no quería despertar nunca

-Te amo- le dijo sin necesidad de palabras, causando que sus mejillas se tornaran coloradas pero que igual sonriera encantado

-Yo también te amo, Makoto- musitó el ojiazul avergonzado

.

.

.

¿Cuántas cosas más les quedaban por vivir?

Difícil decirlo, eran: incontables, eternas e inenarrables. . .esas son buenas palabras, excelentes palabras pues así era su nueva vida en común. Pero ninguno de ellos tenía prisa por descubrirlo todo, el tiempo era su nuevo mejor amigo, aquel que les había enseñado de manera difícil pero provechosa a disfrutar de cada segundo que tenían en su mutua compañía. Así que la verdad, sería muy extraño ponerse a hablar de finales, pero este es el punto en que debo declarar el mío, en especial antes de que mamá venga a decirme que apague las luces y deje de una vez todas las grabaciones que he estado recopilando últimamente de todos mis queridos tíos y de mis mismos padres contando esta historia que para mi, merece ser documentada. . .pero hasta los investigadores tenemos una hora de dormir, y eso que ya tengo 15 años.

Bueno. . .supongo que solo me queda decir: ¡Adiós!

Yuki

Errores (MakoHaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora