Observando El Mar

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Si estás en Iwatobi, entonces necesariamente debes reservar un día para ir a la playa, así lo había decretado Nagisa y habían aprovechado la oportunidad para ampliar su grupo de amigos que ya se iban reuniendo poco a poco para el gran acontecimiento, el cual iba a celebrarse con toda magnificencia en solo dos días más.

Gou ya había llegado a su pueblo natal, en compañía de su novio Mikoshiba Seijuro; también estaban Romio Hayafune, Shizuru Isurugi y Ayumu Kunikida, los kouhai de Nagisa y Rei en el club de natación durante su ultimo año de preparatoria, el relajado hermano mayor de Ikuya junto a su pareja, Serizawa Nao; el mismísimo pelirrojo Asahi Shina acababa de llegar esa misma mañana y en esos momentos ya se encontraba compartiendo una de sus tantas charlas/peleas con el ojinaranja recordando de esa manera los buenos tiempos del pasado, junto a Haru y el resto. Puede sonar extraño, pero entre tanta alegría causada por los reencuentros, nadie había notado a la pequeña criatura que en esos momentos contemplaba el oleaje continuo en la playa con cierto grado de admiración. . .

Nadie más que un pelinegro de ojos azules con los que la cuidaba de lejos y un castaño que aprovechando la situación, se acercó lentamente para sentarse a su lado a fin de no asustarla mucho con su presencia.

Se había pasado todo el día anterior pensando la manera correcta de acercarse a la pequeña pelinegra, qué temas podía abarcar para conocerla mejor, las palabras que debería usar con el fin de comenzar a forjar una verdadera relación de padre e hija. Por lo general no tenía ningún problema en relacionarse con los niños, pero esta vez no podía darse el lujo de cometer ni un solo error. . .no iba a permitirse arruinarlo.

-¿Nunca habías visto el mar?

-No este- respondió tranquilamente sin desviar la mirada en ni un solo momento –Mami siempre dice que el agua es diferente en todas partes

-Suena a algo que él diría

-¿Sabes? Creo que el agua en el mar es más salvaje que la que está en la piscina, es fuerte y te ataca con sus garras sin dudar

-Lo espuede dar mucho miedo- musitó recordando sus viejos temores, esos que aún no estaba seguro de haber superado por completo

-El miedo no es malo, mami me lo dijo y yo le creo; dice que puedo llorar cuando lo necesite y gritar si algo me asusta, siempre puedo esconderme a su lado ¿Tú tienes miedo?- Makoto solo asintió admirado por la forma de expresarse de la pequeña –Eso está bien, ahora solo tienes que ir allá y demostrarle que tío Makoto es mucho más fuerte que el agua

-Tal vez luego

La pelinegra asintió y regresó sobre sus pasos para sentarse al lado del hombre de amable sonrisa que había sido buen amigo de su madre.

Estaba muy, pero muy feliz de conocer tantas personas diferentes que le contaban todo tipo de historias que su madre nunca le había relatado, que le contaban acerca de las competencias emocionantes, de los paseos, festivales y campamentos realizados en islas desiertas, de los días que habían compartido nadando en el club de natación y mucho más, pero a todas esas historias les faltaba algo extra, no comentaban mucho de la familia de su madre o su tiempo en que era mas pequeño; ella esperaba ansiosa por oír esas historias y, ¿Quién mejor para contárselas que el que había sido su mejor amigo desde la infancia?

Pero ese hombre no decía absolutamente nada, se mantenía en silencio pensando detenidamente en algo que debía ser muy importante y la pequeña aún no estaba segura de qué hacer para poder acercarse a él. . .

-Yuki es un nombre muy lindo, me gusta

-Lo eligió mamá y se escribe con el kanji de razón y el de valioso- explicó la pequeña mientras dibujaba con el dedo en la arena los símbolos correctos: 由貴, aquellos que le habían enseñado desde el momento en que preguntó el porqué de su nombre, aunque en Estados Unidos lo escribiera de otra forma

-Tiene mucho sentido- y era cierto, ese nombre le decía tantas cosas, como que la niña de ojos verdes era la razón de vivir del pelinegro y lo más valioso que tenía en su vida

La confusión se adueñaba a intervalos de él

¿Querer tenerla a su lado equivalía a tratar de robársela?

No, eso era imposible, nunca se le hubiera pasado por la cabeza la idea de arrebatársela como si él tuviera más derechos; Makoto no quería llevarse a Yuki lejos, quería tenerlos a ambos a su lado, crear un lazo fuerte con esa pequeña sin por eso dejar de lado al pelinegro de ojos azules y así formar una verdadera familia, quería que la pequeña conociera a sus tíos y a sus abuelos muy pronto, que pudieran compartir como en los viejos tiempos porque estaba seguro de que el cariño que los Tachibana sentían por el delfín nunca había desaparecido a pesar de la distancia que se había formado entre ellos, es más, Ran y Ren le habían dedicado varias miradas llenas de resentimiento cuando les comunicó de su término de relación con el pelinegro, eso nunca iba a olvidarlo.

Sus hermanitos eran mucho más sabios que él en ese sentido.

Ahora solo le quedaba una opción y esa era cambiar el cauce de las cosas, llenarlos a ambos de todo el cariño que tenía hasta que se dieran cuenta que no podían vivir sin el castaño en sus vidas de ahí en adelante, pero para conseguir lo que quería tenía que estar dispuesto a arriesgarse y ese momento había llegado

-Vamos a nadar, Yuki- decidió firmemente poniéndose en pie, no había ningún temblor en su voz a pesar de que su cuerpo se estremecía ligeramente con la idea, pero todo eso paró en cuanto sintió la pequeña mano de la niña aferrándose a la suya con confianza; no era Haru pero era parte de él y eso lograba tranqulizarlo

-¡Sí, Yuki quiere nadar con tío Makoto!

-Entonces andando y no temas, le demostraremos al mar que nosotros juntos somos muchísimo más fuertes

La pequeña pelinegra le regaló una bella sonrisa en ese momento y ambos, padre e hija, corrieron hacia las olas gritando y riendo de alegríadespués de todo, ¿Qué mejor lugar para conectar tu alma con otra persona que dentro del vital líquido?

Haru lo vio todo desde lejos, enternecido grandemente al ver a las dos personas que más quería en todo el mundo, divertirse juntos sumergidos en el elemento que más amaba.

Todos sabemos que el miedo no es algo que simplemente desaparece de nuestras cabezas, permanece dentro nuestro haciéndonos sentir vulnerables y él seguía temblando después de todos esos años ante la posibilidad de que quisieran quitarle a su hermosa sirenita y que no le dejaran volver a verla, pero no, tenía que dejar de una vez por todas esas insanas ideas atrás pues el chico de ojos verdes jamás de los jamases le haría algo como eso. Le había asegurado que solo quería pasar tiempo con su hija, crear un vínculo entre ellos, aunque la pequeña aun no supiera la verdad

¿Llegaría algún día a saberlo?

Él también se lo preguntaba, sin por eso conseguir hallar aun una respuesta que lo convenciera.

Errores (MakoHaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora