¡Tadaima!

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-¿Tu creciste aquí, mamá?

-Exacto cariño. Esta era la casa de mi abuela y mis padres me trajeron cuando era muy pequeño. . .después de eso ya no volví a irme; permanecí aquí hasta que tuve que ir a estudiar en la universidad en Tokio- comentó acercándose lentamente, saboreando el momento que compartía con su hija –Debe estar muy sucia, no he venido en años

-¿Cuánto?- preguntó Yuki ansiosa por ver que había tras la puerta

-Mucho. Han pasado seis o siete años desde la última vez

Sí, siete años justos, un viaje vacacional en nuestro último año de universidad. . .

Vinimos caminando por la playa, charlando de todas esas cosas que yo también quería poder contarle acerca de mi vida en esta ciudad porque no iba a dejarle toda la responsabilidad a mis buenos amigos; este viaje tenía el propósito de dejar que Yuki descubriera, aunque fuera una buena parte de mi pasado, Nagisa compartió años conmigo, Makoto podría llegar a contarle mucho más por todo lo que convivimos juntos, pero solo yo tengo todas las respuestas y hoy solo quiero compartirlas con ella. La salada brisa me llena de nueva vida, lo que es bueno porque mi pequeña se quedó sin energía justo cuando llegamos al pie de las escaleras y me tocó subirla hasta la que fue mi casa, aunque técnicamente aún lo es.

Abro la puerta, creo que estoy temblando, aunque no existe ninguna razón para eso, pero igual lo hago; adentro todo sigue tal como lo recuerdo y cuando miro este sitio tan lleno de buenos recuerdos, me invade esa familiar sensación de que nada ha cambiado. Puede que suene como algo tonto, pero. . .aquí dentro, hasta yo podría ser el mismo que una vez fui. . .y eso me aterra; le temo a ese Haru y a todo lo que podría causar si lo dejara volver a tener el control total de mi vida y mi familia.

Me gusta este lugar, está hecho todo de madera, como las cabañas de los cuentos que mamá y Alba me leen cada noche antes de dormir, una cabaña encantada donde la princesa vive protegida por hadas buenas o donde habitan tres tiernos osos que no comen carne, pero sí avena; aquí no hay osos y tampoco hadas de varios colores, así que debe ser de esas cabañas en islas desiertas donde se esconden tesoros, sí, estoy segura que aquí dentro hay un tesoro que está esperando por mí. Mami y yo nos dedicamos a limpiar a fondo todo, principalmente del polvo; ella dice que mi mirada esta como iluminada, no puedo evitarlo. . .estoy muy emocionada.

Quiero disfrutar este momento especial, pero algo me lo impide ¿Qué? Bueno, el hecho de que no puedo dejar de pensar en mi castaño amigo y el último pedido que me atreví a hacerle.

Mi consuelo viene de la suposición de que ya no hay nada entre ellos, porque de otro modo Makoto no se hubiera pasado tanto tiempo hablándome de sentimientos y de querer recuperar nuestra relación. . .mucho tendría que haber cambiado para hacer semejante canallada y mi amigo no es ese tipo de persona, aun así, quiero estar seguro. Una parte de mi sigue retorciéndose a causa de todos los celos que siento y que no tienen razón de ser, todo porque Makoto ha dejado de ser mío hace mucho tiempo.

Ya es hora de aprender a controlarlo, por mi bien y el de los que me rodean, porque no quiero enseñarle malas mañas a mi pequeña y en especial porque, definitivamente, no puedo dejar que la inseguridad vuelva a hacerse conmigo como cuando era un adolescente.

Miro a Yuki y la veo tan tranquila aquí que inmediatamente tomo una decisión, no más esa habitación de hotel; me queda una semana de vacaciones y la voy a pasar aquí, en mi casa.

Errores (MakoHaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora