Haruka

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Llegué a la puerta de mi casa con la luna ya iluminando el cielo junto a todas las brillantes estrellas; era hasta irónico que la noche se viera tan linda mientras yo me sentía tan debilitado, no tanto física, como emocionalmente.

Las últimas horas habían sido en verdad agotadoras y solo quería regresar a casa y meterme en la cama para poder dormir; la señora Tachibana y yo habíamos hecho el camino de regreso juntos y apenas había podido eludir su invitación de pasar a su casa para cenar y de paso saludar a su marido, pero me excusé prometiendo ir a visitarla otro día, algo que sin duda no podía olvidar. Hablar con ella me hizo bien y me sentí realmente feliz por haberme animado a llamarla para concertar esa reunión, así como por todo lo que le había contado pues había recibido más comprensión y cariño de lo que había esperado.

Se dice que descansar es la mejor manera de recuperar energías, pero esa noche descubrí que había otra manera de reconfortarse, en solo unos segundos de hecho.

Lo primero que noté al entrar en mi casa fue que mi cocina estaba bastante desordenada, les había dejado la comida preparada con antelación así que no había razón para que se encontrara tan sucia, pero peor que eso fue descubrir que el comedor había sido sufrido una redecoración extrema sin mi consentimiento. La mesa había sido recorrida a una de las esquinas y el centro de la habitación ahora estaba ocupado por los tatamis que guardaba en mi antigua habitación, ambos extendidos y con un castaño descansando tranquilamente sobre ellos, en sus brazos se encontraba profundamente dormida mi pequeña sirena apoyada en su pecho con la confianza que solo un niño puede demostrar con aquellos a quienes tiene muy cerca de su corazón; cierto es que el lugar estaba hecho un desastre total gracias a varios tipos de juguetes desperdigados, hojas coloreadas repartidas entre la mesa y las paredes, los crayones tirados en el piso a la espera de un despistado que se iba a romper el cuello si los pisaba y para complementar la escena surrealista, tenía tres gatos callejeros comiendo pescado apaciblemente en la puerta que iba al jardín, la cual estaba completamente abierta y eso había causado que el viento pudiera meter en mi casa varias hojas, ramas y pétalos de distintos tipos de flores.

En cualquier otro momento estoy seguro que hubiera pegado el grito al cielo, pero este día no era capaz de eso, la sola imagen de esas dos personas compartiendo un sueño pacifico, me había desarmado por completo, de modo que solo me acerqué con todo el cuidado del mundo para tomar una manta con la que abrigarlos después de cerrar la puerta al jardín y despedir a mis nada comunes invitados.

En serio, ¿Qué me esperaba dejando a los dos amantes de los gatos solos en casa?

-¿Haru?- musitó mi amigo con algo de dificultad, intentando abrir los ojos. . .debo admitir que se veía muy tierno de esa manera, pero no quería que se moviera mucho o sin duda Yuki despertaría y volver a dormirla se convertiría en una misión más que imposible

-Duerme Makoto, es tarde- susurré acomodando la manta

Tanto sus ojos como los míos se habían acostumbrado ya a la tenue luz que entraba por las ventanas, permitiendo así que pudiera ver claramente cada uno de sus rasgos en esa noche mientras él mismo me examinaba con cuidado y con algo parecido a la adoración; se veía bastante cansado y me pareció que sus ojos estaban algo hinchados ¿lo había agotado tanto cuidar de Yuki o había sucedido alguna otra cosa?

-¿Cómo te fue con Ikuya?

-Todo bien, solo estoy bastante cansado, así que iré a meterme en la cama- comenté sonriendo un poco para tranquilizarlo

-Quédate. . .quédate aquí- me pidió, tomando con algo de fuerza mi mano cuando hice el intento de levantarme para subir a mi habitación; su tono de voz era casi suplicante, por alguna razón que no alcanzaba a comprender él parecía pensar que me estaba perdiendo y trataba de evitarlo a toda costa con ese acto tan sencillo, como cuando éramos niños y pensábamos que mientras tuviéramos las manos unidas, nadie iba a poder hacernos ningún daño

Cierto es que no podía verlo de esa manera, ni antes, ni ahora.

Y lo hice.

Sin decir palabra alguna, me recosté a su lado con la confianza que siempre existió entre nosotros y dejé que el calor de su cuerpo volviera a envolverme, me dejé abrazar y me di el lujo de rodearlo por la cintura con mis brazos para mantenerme unido a su cuerpo aun cuando nuestras conciencias se fueran lejos. Ya mañana puedo volver a levantar todas las barreras que necesito para sobrevivir. . .o no. . . Puede que me dé la oportunidad de no sobre pensar todas las cosas que suceden en mi vida y solo ser feliz, puede que le dé la oportunidad de acercarse a mi tal y como Yuki lo hace porque ella se ve realmente feliz haciendo eso. . .

Pero eso lo pensaré en la mañana, ahora solo quiero que el constante latido de su corazón me ayude a dormir como en esas primeras noches que compartimos juntos, cuando teníamos miedo de movernos para no incomodarnos mutuamente, cuando nuestro inocente amor recién comenzaba a crecer.

Errores (MakoHaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora