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HARPER



"Trátame bien y te trataré bien;
trátame como un juego y te
mostraré como se juega."



—¿Lista? —me preguntó Addie desde el marco de la puerta de su cuarto.

Estaba sentada en la silla frente al tocador cuando la miré por encima del hombro. Iba muy elegante con un vestido de noche rosa palo de satén con corte al bies y cuello drapeado acompañado de unas sandalias plateadas de tiras. Se había puesto un maquillaje ligero con el cabello recogido en un sencillo moño bajo con algunos mechones que le enmarcaban el rostro.

Estaba fabulosa.

—Estás despampanante —aseguró al apreciar la duda en mi expresión mientras me aplicaba el pintalabios oscuro.

Asentí más para mí misma que para ella y me acomodé algunos mechones sueltos del recogido, mirando mi reflejo en el espejo.

Al final me había comprado el vestido de fiesta que Addie me recomendó. Era negro confeccionado con lentejuelas y transparencias, la espalda abierta, mangas chinas y un poco de cuello. Lo había combinado con unas sandalias de tacón negras de terciopelo y un recogido de trenzas que formaba una diadema alrededor de mi cabeza.

Sinceramente, me sentía expuesta, pero aquella noche quería ser Harper Baker: reír, bailar y disfrutar de mi última fiesta de instituto.

Me negaba a seguir regodeándome en mi miseria, porque al fin había abierto los ojos, de hecho, debía agradecerle que me dejara en paz, ya que había recuperado la objetividad. Lo echaba de menos, no lo negaría, pero el dolor había terminado por convertirse en una pequeña punzada.

Me sentía más libre y había conseguido dejar el fantasma de Savannah Fox atrás. Me sentía..., conforme.

Me levanté y cogí el bolso mostrándole a Addy una pequeña sonrisa.

—Estamos listas —dije pasándome las manos por la falda del vestido, que arrastraba un poco por el suelo.

Addy me sonrió de vuelta y tomó su cartera plateada. Era consciente de que no había estado bien durante los últimos días, pero me dio mi espacio y no me forzó a hablar sobre el tema, cosa que agradecí, porque nunca estaría preparada.

Los señores Scott no estaban. Por lo que Addison me había contado, Beatrice tenía un viaje de negocios al que se había llevado al director Scott y no volverían hasta la próxima semana. Estaba muy triste por no cumplir su rol de madre orgullosa por la fiesta de último año, así que nos hizo prometer que debíamos sacarnos muchas fotos para que pudiera guardarlas.

Salimos del edificio, donde Jackson y Luke nos esperaban delante de una limusina de alquiler. Iban con esmóquines negros, Jackson con una corbata del mismo color que el vestido de Addison y Luke que el mío para evidenciar que íbamos como pareja.

Addy recibió a su novio con un beso en los labios que lo hizo sonreír mientras que yo recibí a Luke con un breve abrazo.

Las mejillas de Luke enrojecieron y me regaló una dulce sonrisa que no pude evitar devolverle.

—Gracias por aceptar ser mi pareja —me susurró con timidez.

—Gracias a ti por ser la mía —le contesté guiñándole el ojo.

Con una sonrisa un poco nerviosa, permití que pusiera el ramillete de flores en mi muñeca derecha, incómodo cuando Jackson y Addie nos miraron con sonrisas insinuantes que nos hicieron reír a los cuatro.

—Estamos listos, ¿verdad? —inquirió Jackson con Addy tomada de la cintura—. No os había comentado, pero Carson consiguió cerrar el Walkie Talkie para nosotros —nos explicó, entusiasmado.

TWISTED LIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora