HARPER
"Se necesita tristeza para conocer la
felicidad, ruido para apreciar el silencio,
y ausencia para valorar la presencia.
¿Qué ironía, no?"Las lágrimas se deslizaron por mis mejillas camuflándose con las gotas de lluvia que no tardaron en empaparme de pies a cabeza. Me abracé a mí misma para intentar mantenerme en calor, pero pronto me di cuenta de que no estaba temblando a causa del frío, sino por la frustración y la impotencia.
¿Cómo podía haberla cagado tanto en tan poco tiempo?
Me mordí los labios con fuerza, intentando contener el sollozo que tenía atorado en la garganta. Sentía que no podía con más, que el peso de nuestras mentiras comenzaban a dejar una gran carga que no estaba preparada para soportar; no podía seguir fingiendo que era fuerte cuando no lo era.
No podía más.
Ahora comprendía a lo que se refería la gente al decir que a veces era mejor vivir en la ignorancia, que a veces, —y solo a veces—, las mentiras era el único modo de mantener la cordura. Y para que engañarme, no estaba preparada escuchar las verdades que Carson tenía que contarme. No podía con ellas ahora, erosionándome la conciencia, no creo que pudiera con ellas más adelante. Así que, ¿en qué posición me colocaba con respecto a las personas que me habían hecho daño?
Me había prometido que nunca me convertiría en alguien como Carson, pero me sentía que estaba siguiendo sus pasos uno por uno, porque tampoco podía perdonar; porque cada segundo que respiraba sentía que estaba llena de rabia, frustración, ira y resentimiento por todo lo que alguna vez había amado... Porque odiaba amarlo y odiaba lo que tenía que ver con su mundo podrido, pero lo quería a él.
Y entonces me preguntaba, si lo quería tanto, ¿por qué no podía perdonarlo? ¿Por qué no podía olvidar y dejar de desenterrar fantasmas del pasado?
Supongo que se trataba de una cuestión de orgullo y de saber que no me dejaría volver a pisar por nadie ni por nada, ni siquiera por él.
Quería ver su mundo incendiarse igual que lo había hecho el mío.
Cuando llegué al apartamento los ojos me ardían a causa del llanto, el pelo me goteaba por el rostro y mi ropa estaba empapada.
Entré en el salón arrastrando los pies para encontrarme a la tía Ethel en el sofá con una manta sobre las piernas mientras leía un libro. Levantó la vista con una pequeña sonrisa, hasta que esta se convirtió en una mueca de preocupación ante mi deplorable aspecto.
Ninguna de las dos dijo nada cuando me acerqué hasta quedar a un par de centímetros y sus ojos azules.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó con suavidad.
Ese fue el momento en el que no pude contenerlo más y rompí a llorar como lo había deseado hacer desde hacía días. No fui capaz de resistirme cuando me cogió de la mano y yo me hice un ovillo en el sofá y apoyé la cabeza sobre su regazo.
Y entonces, lloré y lloré. Lloré por él y también por mí, lloré por cada error, por cada mala decisión que había tomado a lo largo de mi vida. Lloré por la impotencia y el vacío que se instaló en el fondo de mi pecho. Mientras, la tía Ethel acariciaba mi cabello con ternura, apartándome los mechones de los ojos.
No podía soportarlo más, dolía en el fondo del pecho y reabría las heridas que pensaba que comenzaban a cicatrizar. Me robaban la esperanza, incluso la poca que me quedaba en mí misma, en nosotros. Era como una gran bola de demolición que crecía y crecía con cada dolorosa realidad. Porque en el fondo solo éramos partes rotas de malas decisiones, partes que parecían encajar tan bien que creaban más heridas sin cicatrizar en una guerra en la que parecía que ninguno de los dos fuera a vencer.
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TWISTED LIES
Teen Fiction[LIBRO I y II] Harper no siempre ha tenido las cosas fáciles. Tras la muerte de su madre se traslada a Londres con su familia en busca de una nueva vida donde conseguir dejar el pasado atrás. Quiere encontrar la forma de vivir en paz, pero sus expec...