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Simón se quedó petrificado frente a la puerta, sin saber que hacer o decir.

- ¿Moncho? - Preguntó Villa poniendo una mano en su hombro intentando sacarlo de su trance.

-Me odia. - Aseguró él.

-No, claro que no. - Intentó animarle Aleho.

-Esa es la misma mirada que dirigía a mi madre y al resto de la familia. - Afirmó Simón mientras era medio obligado a marcharse por los Juan Pablo.

-Hablaremos con él. - Prometió Isaza.

Así que durante la semana Aleho, Villamil y Simón fueron los primeros en intentarlo y los primeros en ser mandados a pastar por el menor.

- ¡Martín! ¿Podemos hablar? - Preguntó Juan Pablo Isaza sentándose al lado del nombrado en una banca del parque cerca de dónde vivía él.

-Ya les dije a sus amigos que no quiero saber nada de su banda. - Contestó él secamente.

-No vine a convencerle, si no para preguntarle ¿Por qué? - Aseguró Isaza y Martín le miró sorprendido, pues no esperaba aquello.

-No tengo un plan "B", si acepto y fallo no podré volver. No tengo una casa fija, tampoco una plaza asegurada en la universidad y menos una familia a la que acudir por ayuda. Llevo demasiado tiempo improvisando, no puedo seguir jugándome la vida así. - Confesó Martín luego de un largo silencio.

- ¡Martín, Martín! ¿Podemos ir por un pingüino? - Preguntó un nene de ocho años agarrando la manita de una niña más pequeña.

-Claro que sí. - Aseguró él sonriéndoles con ternura haciendo que Juan Pablo casi muriese de hermosura y ternura, además había visto que quedaba rastro del niño risueño que era antes.

Demonios, había extrañado más de lo que se atrevería a confesar al menor.

-Adiós Juan Pablo. - Se despidió Martín agarrando una mano de cada niño y luego se marchó.

- ¿Cómo que la chica que iba a cantar no viene? - Preguntó Martín a Laura, su única amiga

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- ¿Cómo que la chica que iba a cantar no viene? - Preguntó Martín a Laura, su única amiga.

-Lo que escuchó y el jefe dijo que afectará a nuestra paga. - Aseguró la chica de ojos verdes retirando algunos vasos de la barra.

- ¿Nada que podamos hacer? - Preguntó Martín sirviendo unas papas fritas que le pidieron.

-A no ser que sepas de alguien que cante o tus cantes, me temo que no. - Dijo Laura sirviendo una jarra de cerveza al cliente.

Martín cansado de que el entretenimiento les cancelase por cuarta vez consecutiva y lo hubiesen descontado de su paga, colgó el delantal en la percha y se subió al pequeño escenario que el bar poseía y agarró la guitarra acústica que allí había.

Él hubiese preferido una batería, o ni estar ahí arriba, pero estaba hasta las narices de que la vida le golpease por todos lados. Miró a los clientes y empezó a tocar y cantar canciones típicas del lugar, hasta que se animó un poco para cantar canciones que se escuchaban en la radio, incluyendo "Cómo te atreves" que a pesar de no querer saber nada de ellos no iba a mentir diciendo que no tenían talento.

Cuándo su voz no dio para más, dejó la guitarra y bajó para volver tras la barra.

- ¿Y aun así no quiere unirse? - Preguntó a quién acababa de servir así que levantó la cabeza encontrándose con Juan Pablo Isaza.

- ¿Y eso que me persiguen? - Preguntó Martín con una sonrisa ladeada.

-Esto realmente solo fue casualidad, simplemente quisimos relajarnos. - Aseguró Isaza señalando a sus amigos los cuáles hablaban entre sí, ignorando la presencia del joven.

-Me lo estoy pensando. - Le comentó Martín antes de marcharse a atender a otro cliente.

Dos días después Martín se presentó en el estudio donde practicaban (o lo que vendría a ser lo mismo, la casa de Isaza) y llamó a la puerta la cuál fue rápidamente abierta por Aleho el cuál se sorprendió al verle

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Dos días después Martín se presentó en el estudio donde practicaban (o lo que vendría a ser lo mismo, la casa de Isaza) y llamó a la puerta la cuál fue rápidamente abierta por Aleho el cuál se sorprendió al verle.

-Entonces por fin cobraré el favor que me debes. - Comentó Alejandro y Martín asintió sin mucho entusiasmo.

Los cinco se sentaron en unos sofás pequeños que había en la sala de grabación.

- ¿Tomarás mi relevo entonces? - Preguntó Aleho.

-Más o menos - respondió Martín -. Seré el batería, tocare y tal, pero no seré parte de la banda o, en otras palabras, no iré a las entrevistas, no diré mi nombre o no pasaré tiempo con vosotros obligatoriamente. - Explicó el menor mirando las caras de confusión de los otros.

Simón soltó un suspiro y miró a su hermano.

-Está bien. - Accedió sabiendo que solo así tendría a su hermano cerca.

ALONE (Isargas) | acabadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora