A veces cuando crees que todo está bien de repente, como agua fría que te golpea, aquello que has estado evitando regresa y te tumba por no estar preparado para enfrentarlo.
Eran las tres y media de la mañana cuando Martín se despertó sobresaltado por una pesadilla y por desgracia no podía volver a dormir debido a que no dejaba de darle vueltas a lo que había soñado.
Era una mezcla de conceptos que le afectaban de una forma más fuerte o no. ¿Pero que podría hacer, si también aquello eran sus recuerdos? Culparse por no haber ido a por Laura aquella noche, el odio de sus padres le pesaba al igual que los malos comentarios.
No supo bien en qué momento llegó a una playa desierta debido a las horas que eran, él sabía que lo más sano era ir a hablar con Melody, pero en ese momento no le importó aquello.
También pensó en otra cosa; pensó en Isaza y él. Llegó a la conclusión de que estaba mal, porqué Isaza merecía a una persona que no fuera, básicamente, como Martín.
Alguien que pudiera decirle todo lo que sentía, que pudiera quererle sin barreras, alguien que pudiera hacerle feliz. Como Cami, aquella chica con la que habían colaborado en conciertos y con la que Isaza se llevaba bastante bien, solo que este estaba un poquito ciego y no veía que a la chica le gustaba.
Y de repente una llamada cortó sus pensamientos.
- ¿Diga? - Respondió.
- ¿Martín, ¿dónde está? - Preguntó Simón al otro lado de la línea.
-Estoy bien. - Aseguró, sin querer dar su ubicación.
-Eso no fue lo que te pregunté. - Afirmó su hermano preocupado.
-No pasa nada, estaré bien. - Volvió a contestarle, colgó y guardó el móvil en el bolsillo de la chaqueta.
Sin darse cuenta el agua le llegaba por las rodillas y él seguía avanzando tranquilamente.
- ¡HEY! ¿¡QUÉ HACES?! - Preguntó una voz masculina a sus espaldas haciéndole girar rápidamente.
Se encontró con un pelinegro en la orilla moviendo los brazos frenéticamente.
- ¡NADA! - Aseguró Martín andando de vuelta a la orilla.
-A mí me parece que algo ocurre. - Dijo el pelinegro cuando Martín llegó.
-Simplemente quería estar en el agua y no me di cuenta de que estaba muy hondo. - Aseguró.
-Ten, que te vas a enfermar si sigues así. - Le dijo el de cabello negro tendiéndole una toalla.
-No es necesario. - Dijo Martín.
-Insisto. - Afirmó y Martín aceptó la toalla.
-Gracias. - Agradeció.
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