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Cuándo Martín despertó se asustó al no encontrarse en la silla junto a su amiga, además de un calor que le rodeaba hasta que vio a Isaza abrazándole en el sillón incómodo que solía haber en los hospitales.

- ¿Cuándo llegó? - Preguntó Martín sin poder apartar su triste mirada de la castaña.

-Hace dos horas. - Dijo Isaza abrazando un poco más fuerte a Martín mientras limpiaba los rastros de llanto que no sabía bien cuando habían aparecido.

-Moncho, Aleho, Nath y Villa vendrán en un ratico. - Comentó.

Martín se dejó abrazar y apoyó la cabeza en el pecho de Isaza, estaba agotado y eso que acababa de despertar.

- ¿También te dijeron que no saben si despertaría? - Preguntó Martín.

-Sí - respondió Juan Pablo -. Cuando vine me encontré con sus padres. - Comentó

-Si yo estoy mal, no quiero imaginar ellos. Ella es el mayor tesoro de sus padres. - Dijo el menor soltándose el pelo para poder peinarse un poco decente y luego volver a atarlo en un moño.

Luego Martín se levantó del regazo de Isaza para que este pudiera ponerse de pie y que sus piernas de "despertaran".

- ¿Tiene hambre? - Le preguntó Juan Pablo de repente.

-No mucha. - Respondió Martín sentándose en la silla que usó ayer y agarró la mano de Laura.

-Igualmente Papo fue a por comida. - Dijo él acercándose a Martín.

Pasaron unos minutos en calma hasta que la máquina que monitoreaba los signos vitales de Laura empezó a pitar dando la alarma de que su corazón estaba dejando de latir.

A partir de ahí todos los recuerdos de Martín eran borrosos, no recordaba haber gritado solo el ardor de su garganta, tampoco recuerda ser arrastrado fuera de la habitación, pero si unos brazos rodeándole y obligándole a sentarse. Tampoco recordaba el momento en que la situación le superó y se desmayó.

Familia, amigos y conocidos era lo que había en la sala donde se llevaba a cabo el velorio de Laura, pude que hubiese pasado una hora o dos, tal vez tres desde que Martín se sentó en uno de los sofás que estaban cerca de la vitrina dónde estaba el...

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Familia, amigos y conocidos era lo que había en la sala donde se llevaba a cabo el velorio de Laura, pude que hubiese pasado una hora o dos, tal vez tres desde que Martín se sentó en uno de los sofás que estaban cerca de la vitrina dónde estaba el ataúd, no pensaba en nada simplemente miraba el cajón de madera cerrado y sus ojos estaban rojos e irritados de llorar.

-Martín, deberías ir a comer o dormir algo. - Aconsejó la madre de Laura preocupada por el joven que fue como un hermano para su hija.

-Estoy bien, no se preocupe. - Aseguró él mirando sus propias manos.

-Entonces saldremos a dar un paseo y luego volveremos. - Dijo Simón obligando a su hermano a salir para tomar el aire, mientras se despedía de la mujer con la mano.

Ambos salieron del edificio dónde se encontraron al grupo sumido en un profundo silencio y Martín no era el único con los ojos rojos e hinchados de llorar, Nath estaba en un estado similar, ella se había hecho muy amiga de Laura en todo este tiempo y el menor de los Vargas la abrazó dando inicio al abrazo grupal.

Durante los días siguientes la presencia de Martín en el lugar podía ser comparada con la de un fantasma; apenas hablaba, comía o dormía sin que Simón o Isaza estuvieran obligándole por lo menos a comer y dormir y Nath se dedicaba a preguntar como...

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Durante los días siguientes la presencia de Martín en el lugar podía ser comparada con la de un fantasma; apenas hablaba, comía o dormía sin que Simón o Isaza estuvieran obligándole por lo menos a comer y dormir y Nath se dedicaba a preguntar como iban las cosas debido a que había vuelto a México pero aún así intentaba ayudar lo máximo posible.

-Gracias. - Agradeció de repente Martín abrazando a Isaza.

-Te dije que estaría aquí. - Le recordó acariciando su cabello suelto.

-No tenías por qué. - Dijo Martín.

-Claro que sí es necesario ¿Qué clase de mala persona dejaría a alguien solo en un momento así? - Preguntó Isaza de forma retórica y Martín besó su mejilla.

- ¿Aún quieres unirte a la banda? Entenderíamos que todavía no te sientes preparado. - Preguntó el más alto.

-Sí, todavía quiero unirme. Creo que me servirá como una distracción, realmente no puedo seguir así. - Aseguró Martín apoyando su cabeza en el pecho del mayor.

-Sabes que no tienes por qué reponerte enseguida ¿No? - Comentó Isaza.

-Lo sé, pero realmente creo que me vendrá bien a demás a ella no le habría gustado verme así. - Reafirmó él.

-Entonces hablemos con los demás. - Dijo Juan Pablo dando unas palmaditas en las piernas del otro para que se levante de su regazo.

Pero el menor en vez de levantarse se acercó a Isaza para besarle y luego sí levantarse a buscar a los demás.

Pero el menor en vez de levantarse se acercó a Isaza para besarle y luego sí levantarse a buscar a los demás

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- ¿Pero te sientes lo suficiente bien para empezar en una semana? - Preguntó Pedro por llamada.

-Sí, no se preocupe. - Contestó Martín y todos le miraron fijamente haciendo que este rodase los ojos.

-Bien, entonces hagan lo que tengan que hacer. - Accedió Pedro.

ALONE (Isargas) | acabadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora