- ¿Que pensaron sus familias sobre todo esto? - Preguntó el entrevistador.
-Mi familia se lo vio venir. - Respondió Isaza y luego le pasó el micrófono a Simón.
-La mía se sorprendió al ver que decidí hacer algo. -Dijo el de gafas.
-Supongo que lo esperaban. - Comentó Villamil dándole el micro a Martín.
-Sin comentarios por acá. - Respondió, pero igualmente aceptó el micrófono.
-Y cuéntenos, ¿Qué suelen pensar cuando reciben comentarios negativos? - Cuestionó el entrevistador.
-Yo suelo pensar: "¿De verdad se creen tan importantes para amargar mi vida? Ni que fuesen los malos comentarios de mis padres". - Aseguró Martín con una sonrisa, como si hubiese contado el mejor chiste.
Isaza y Simón le miraron preocupados, Villamil se quedó como el meme de pikachu sorprendido y el entrevistador se quedó en un silencio incómodo.
- ¿Y usted? - Preguntó Martín devolviéndole el micrófono a Villa.
Y Pedro decidió que buscaría un psicólogo.
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Simón miraba a su hermano, el cual estaba hablando con una psicóloga que Pedro había traído, pero no parecía estar haciendo mucho efecto.
La chica de cabello rosa se levantó, le dijo algo más a Martín y este señaló algo, luego ella se marchó de la sala.
- ¿Qué tal? - Preguntó Simón y Martín se acercó a ellos.
-No necesito una psicóloga. - Afirmó Martín sentándose al lado de Isaza y este le abrazó por los hombros.
Villamil le miró y levantó una ceja haciendo al menor rodar los ojos.
-Con ella podrás hablar de lo que quieras y necesites. - Aseguró Isaza.
- ¿Y si no quiero contarle? A ella que más le da. - Se quejó Martín.
-Inténtelo durante un tiempo y si ve que no va, hable con Pedro. - Propuso Simón.
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