Epílogo

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Una niña de cinco años, con el cabello negro y ojos verdes cubiertos por unas gafas negras redondas estaba sentada en el sofá de brazos cruzados y el ceño fruncido.

- ¿Que ocurre Cleo? - Preguntó Martín a su sobrina y esta alzó la mirada para ver a su tío.

-Viviana, se cree mejor por tener el "disfraz más bonito" de la clase para este carnaval y no deja de decirnos cosas. - Aseguró la pequeña.

- ¿Y qué te parece si creamos un disfraz mejor que el suyo? - Propuso Martín y a Cleo se le iluminaron los ojos.

- ¡SÍ! - Dijo ella emocionada.

-Espero que lo que estén planeando no sea la destrucción de mi casa. - Comentó Nath entrando al salón.

-Claro que no, ¿Cuándo hemos hecho algo malo? - Preguntó Martín con fingida inocencia.

- ¿Realmente quiere que responda eso? - Preguntó Nath y Martín sonrió divertido.

-Tu hija solo quiere un disfraz y me pidió ayuda. - Aseguró Martín y la mexicana asintió conforme con la respuesta.

De repente escucharon como alguien tocó la puerta y Nath fue a abrir.

- ¡Ya llegó por quien lloraban! - Gritó Villa entrando por la puerta seguido de Aleho quien cargaba a un niño de cinco años, rubio y ojos marrones.

-Tienes razón, pero quítese que no puedo saludar a Daniel. - Contestó Martín y Villamil se hizo el ofendido, pero luego le entró la risa estúpida.

- ¿Y Simón? - Preguntó Aleho cuando ya todos se habían saludado y los niños se habían sentado en la alfombra a jugar con bloques de construcción y animales, obligando a Martín a jugar con ellos también (o por lo menos sentarse en la alfombra).

-Corrigiendo los exámenes que puso esta semana. - Respondió Nath.

Había pasado ya cinco años desde que Morat dejó los escenarios y cada uno había seguido con su vida.

Nath y Simón habían tenido una niña a la que llamaron Cleo. La mexicana empezó a trabajar como directora de teatro y Simón como maestro de historia en el colegio.

Luego estaban Aleho y Villa que adoptaron a un niño llamado Daniel. El de ojos verdes enseñaba música en el colegio y el mayor seguía trabajando como arquitecto.

Y por último Martín quien había seguido con la marca de ropa que tenía con su amigo Santiago.

-El tiempo pasa tan rápido. - Comentó Simón mirando a Martín, quien se había levantado cuando los niños empezaron a jugar a las escondidas, y este asintió de acuerdo.

-Parece ayer cuando íbamos al colegio y nos la pasábamos molestando a los maestros. - Dijo Martín dándole vueltas al anillo, una manía que había adoptado sin ser consciente.

A pesar del tiempo que había pasado Martín no se deshizo del anillo y tampoco probó a volver a enamorarse. A demás por lo que Simón sabía también conservaba las pulseras de Isaza y el colgante de Laura.

 A demás por lo que Simón sabía también conservaba las pulseras de Isaza y el colgante de Laura

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ALONE (Isargas) | acabadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora