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POV Narradora
Después de esa noche en la que los dos de volvieron a unir, Yoongi había marcado a Jimin. Las veces que lo había hecho le resultaban incontables para este tiempo. Se estaba obsesionando con el hecho de que podía marcar a su pequeño la veces que quisiera y este no quedaba embarazado. La idea simplemente le fascinaba. Pero algo que no había pasado por la mente era que esta iba a ser una noche bastante especial ya que era ese mismo día, en el que su posesión más querida era arrebatada. Nunca pensó que su enemigo iba a llegar al límite de quitarle a su cachorro, la razón por la cual se levantaba todos los días con una sonrisa esperando lo mejor para este día ya que estaba con su pequeño. Nunca lo pensó, pero no todo sale como se planea.
La mañana era ventosa, el clima había estado raro desde anoche, los truenos se hicieron presentes dejando salir fuertes gruñidos, las nubes se pintaron de un color gris, el cielo ya no se veía, las nubes habían cubierto su hermoso color por celos al mismo. A la noche no le gustaba lo que estaba por suceder todo apuntaba a un día sin color, pero Jimin, la víctima del día se levantó con mucha felicidad, su alfa lo había marcado, eso le había hecho su día, ni los celos de las nubes hacia el color del cielo podrían hacer de este día malo para el, o eso pensaba el cachorro.
-Yoongi hyuuung!- se dejó caer al cuerpo que estaba al lado en la cama.
-Buenos días pequeño!- con el poco de aire que le había dejado Jimin, pudo sacar esas palabras.
-Vamos a comer hyung! Mi barriguita está hablando!!- la ternura del pequeño podría hacer a cualquiera enamorarse de el en un segundo, pero de todos ellos fue Yoongi el que pudo encantar a la belleza propia.
Los dos bajaron a la cocina en sus pijamas, después de esa noche de hacer el amor, Yoongi le había puesto la pijama a Jimin ya que la noche estaba fría. Sus platos de su rápida cena se encontraban justo donde los habían dejado. Jimin comenzó a cocinar un gran desayuno ya que el día de hoy era libre y podrían estar juntos todo lo que quisieran, sin interrupciones. Rápidamente el olor del desayuno invadió las habitaciones cercanas a la cocina, Yoongi el cual solo se encontraba observando la silueta de Jimin, ese perfecto cuerpo que tenía varias (muchas) marcas de anoche. Muy pronto esas marcas se convertirían en lo único que le quedaría a Jimin del alfa. Al desayuno estar listo los dos se sentaron juntos, como los enamorados que eran, quien diría que los dos llegarían a este punto en el cual su amor cegaba cualquier obstáculo, cualquier persona que intentara dañar, incluso lo más mínimo, pero hacía que los dos tuvieran esa esperanza en la cual apoyarse cuando estaban pasando por momentos difíciles. A el tiempo en el que el desayuno estuvo listo, los dos se sentaron a la mesa a disfrutar de este tiempo juntos.
-Y-yoongi....- el pequeño preguntó con vergüenza en su tono.
-Que pasa Jimin?-
-M-me duelen un poco las caderas....- el mayor comenzó a reír ya que la piel de Jimin de marcaba muy fácilmente y además pareciera que el cachorro era de cristal, una razón más para que solo Yoongi lo tuviera.
-Lo siento Jiminie, pero tu no te quejabas así que no me culpes a mi.- las mejillas de Jimin, como siempre se tiñeron de un rosado, y la risa de Yoongi se hizo más presente. Los dos tenían la compañía del otro, eso les bastaba, con eso podrían seguir viviendo el resto de sus vidas. Algún día habrán personas que querrán arruinar ese perfecto momento que los dos estaban viviendo, pero el amor que se tenían lo iba a poder combatir, o al menos eso creían.
Después del desayuno y acomodar un poco la casa se encontraban en el baño, bañarse juntos se había hecho algo normal ya que Jimin tenía la personalidad de un niño pequeño, le gustaba que alguien lo acompañara. Jimin casi siempre le gustaba estar acompañado, menos en su cuarto, Yoongi a veces no tenía ni la menor idea de lo que Jimin estaba haciendo en el. Lo escuchaba hablar pero nunca sabía con quien, le preocupaba hasta que se dio cuenta de que hablaba con sus peluches y que les tenía nombres, lo que más le pareció tierno fue que aquel peluche que le había ganado en la feria aun lo conservaba como su favorito.