POV Narradora
La casa se encontraba prácticamente vacía, las dos almas que merodeaban ni se atrevían a dirigirse la mirada. Era un día oscuro, el ambiente había perdido su brillo y su luz. El entorno estaba frío y lluvioso, parecía un día de esos en los que hay dos opciones; llorar ya que la lluvia te acompaña, sentirse abrazado e incluido. Que ese mundo lleno de lágrimas de las nubes se mezcle con las tuyas. La otra opción, alegrarse por como las grises nubes están dejando todos sus sentimientos salir en esa pesada tormenta, verla con ojos expectantes, observando como las gotas cubren de su melancólico líquido todo lo que tocan. Sentarse con una bebida caliente y una manta viendo por la ventana preguntándose miles de cosas que probablemente no tienen respuesta.
Si se preguntan cual de las dos hizo nuestro protagonista de este capitulo. Este se encontraba en los grandes ventanales de la mansión, sintiéndose cautivo por los grandes vidrios. Veía como las gotas se deslizaban con gran delicadez sobre la fría superficie. El frágil vidrio era como los pequeños mofletes del omega, su cutis delicado y perfecto, las lágrimas se deslizaban por el también. Viendo el denso bosque le provocaba tanta tristeza y rabia a la vez, estaba atrapado con una familia de asesinos y no podía irse a menos de que se lo permitieran. Se suponía que tenía que amar a una persona que solo abusaba de el. Hoy en día prefería alejar y esconder esos pensamientos y solo lidiar con la vida que ahora tenía. Todos los días se levantaba en la misma posición viendo al techo, el blanco y monocromo techo. Le traía tristeza de que todo siempre fuera tan gris en esa casa. Quisiera simplemente poder cambiar el color de todo, incluyendo a las personas que habitaban en ella.
Cuando no estaba ocupado con Jeon, se dedicaba a vagar por los pasillos de la casa. Era muy grande y tenía mil cosas interesantes para travesear y curiosear. Había leído algunos libros de la oficina del padre de Jungkook, estaba seguro que si se daba cuenta que los había tomado, probablemente lo mataría justo donde estaba sin antes dar una explicación. Aunque, el mayor rara vez se encontraba en casa, la familia Jeon era muy extraña. Jeon estaba siempre afuera con su manada matando personas inocentes, la madre nunca estaba en esa casa, ella vivía lejos de todo lo agresivo y mafioso. Parecía que había otra casa a unos kilómetros de esta donde la esposa de esta personas tan malvada llevaba una vida más tranquila. Jungkook, que decir de este alfa, se dedicaba a ser un idiota y buscar momentos para meterle su miembro en el trasero a Taehyung.
El triste omega observaba como las nubes grises cobijaban al paisaje. Lo hacía sentir abrazado y acompañado, las lágrimas seguían cayendo. Le dolía no poder escapar de esta prisión pero aún más le dolía que tal vez, no se quería ir del todo. Vivir en una casa llego a gustarle, no era como viajar de hotel a hotel trabajando para personas. A veces le pagaban para que hiciera cosas realmente malas, las cuales le vinieron a la mente. Su mente divagó por todos esos trabajos sucios por lo cuales había aceptado dinero. Dinero que había viajado de negocio a negocio de una manera completamente sin honor ni piedad. Se consideraba una mala persona por todas esas acciones que había hecho, no eran personales pero el remordimiento lo cazaba como un león a su presa.
Los rayos caían con fuerza sobre la tierra, sobre los arboles. El sol caía lentamente haciendo que el cielo se viera de colores mágicos. Taehyung levantó la mirada, sus ojos brillantes por las lágrimas y su mofletes mojados. El cielo brillaba en tonos naranjas y morados, las nubes hacían una sombra hermosa. La poca luz que quedaba cubría las copas de los arboles, haciendo que lo demás se viera oscuro. Era un momento para parar y apreciar el cielo y la tierra, el momento en donde todo pareciera congelarse y solo quedarán el sol y esa persona, atenta a como se escondía esa fuente de luz entre el horizonte y desaparecía. Los ojos del pequeño brillaban asombrados por como en un lugar lleno de sufrimiento se podía apreciar tal vista. Le daba esperanza, una sensación caliente en el pecho le llegó. La casa iluminada en los mismos colores que la tarde irradiaba.