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Parte 1/2

Atónita, camino hasta el expositor y observo la publicación de cerca. No me lo puedo creer. La portada es en blanco y negro. Ella ocupa el centro de la imagen; lleva un precioso traje de corte italiano negro, una camisa blanca y una delgada corbata también negra. Está rematadamente guapa; destila todo ese atractivo que he tenido la desgracia de sufrir en directo. Ni la portada ni la fotografía en sí están adornadas con ningún otro detalle salvo un titular:

«Jennie Kim: Bienvenidos a la política del siglo XXI ».

Tiene que ser una broma.

Intento coger la revista, pero llevo tantas cosas en las manos que no soy capaz. Camino con paso torpe hasta la caja y aún más torpe dejo todos los artículos sobre el mostrador. La anciana, que finalmente ha decidido pagar con un billete de veinte, se marcha.

Regreso al expositor. Sin embargo, cuando mis dedos están a punto de rozar la publicación, me detengo en seco. ¿Para qué la quiero? Me importa bastante poco que sea o no sea famosa y por qué.

No pienso volver a verla.

El señor Liang me observa y suspira brusco.

—¿Qué? —pregunto confusa andando de nuevo hacia el mostrador.

Entonces me doy cuenta de que ya ha metido todas mis cosas en una bolsa de papel y espera a que me decida a pagarle.

—Son veintinueve con diez —me informa.

Algo me dice que no es la primera vez que lo hace. Miro hacia atrás y ahora es el chico que me sigue en la cola quien pone los ojos en blanco.

—Son veintinueve con diez —repite el dependiente.

—Lo… lo siento —musito con una sonrisa.

Sin embargo, antes de que pueda pensarlo con claridad, voy hasta el stand, cojo el ejemplar de la revista Esquire de un golpe y regreso a la caja.

—También me… me llevo esto —comento con poco convencimiento.

Es simple y pura curiosidad.

«Por supuesto.»

Ni siquiera la voz de mi conciencia me apoya.

Entro en el apartamento y dejo la bolsa sobre la isla de la cocina. Al oírme, Rosé sale de la habitación y se acerca a paso ligero. No sé si es por la mantequilla de cacahuete o por el vodka de mandarina.

Saco los cereales y los guardo en el armario. Rosé pasa a mi lado, coge dos vasos y los llena de hielo.

Ha ganado el Absolut Mandrin.

—¿Qué más has traído? —pregunta curiosa, entreabriendo la bolsa de papel con el índice—. ¿El Esquire? —continúa diciendo con el ceño fruncido mientras la saca.

—Sí —contesto girándome con la bolsa de manzanas en la mano y metiéndolas en el frigorífico con la clara intención de que no pueda verme la cara—. Hay un… un artículo muy… muy interesante.

Miento bochornosamente mal.

—Por Dios, es incluso ridículo lo guapa que es.

Por suerte para mí, la espectacular portada con Jennie Kim capta toda su atención.

Rosé abre la revista y pasa las páginas hasta el reportaje en cuestión, mientras yo sigo guardando las cosas tomándome todo el tiempo del mundo, tratando de convencerme de que no me interesa nada de lo que ponga en ese artículo.

Fracaso estrepitosamente.

—Ese programa de entrevistas en la que participa en la ABC, ¿cómo se llama? —Trata de hacer memoria—. «Actualidad política» —se autorresponde—, está muy bien.

Color Naranja - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora