Vuelvo a apartar la mirada, pero de reojo puedo ver que ella sigue observándome. No se esconde. No lo necesita. Es increíblemente guapa y la idiota arrogante lo sabe, de eso no hay ninguna duda.
En ese momento Rosé entra de nuevo en el bar y, aunque me supone un esfuerzo sobrehumano, me obligo a centrar toda mi atención en ella. Por nada del mundo quiero que se dé cuenta de a quién observaba.
Parece algo molesta.
—¿Todo bien? —pregunto.
No contesta, pero el trago kilométrico que le da a su cerveza es suficiente respuesta.
—Llevo esperando una maldita entrevista prácticamente desde que llegué aquí y me la conceden mañana —protesta, mitad apesadumbrada, mitad enfadada—. No podremos pasar el día juntas.
Yo me dejo caer con dramatismo contra la barra, fingiendo que acaban de darme la peor noticia de toda mi vida.
—Eres idiota —se queja al borde de la risa.
—Tú sí que eres idiota —replico divertida, incorporándome.
—Alguna vez he sentido la tentación de raparte la cabeza mientras duermes —me dice muy seria con los ojos entornados.
—Y yo, de raparte la cabeza y dejarte sin cejas —respondo amenazante.
—Si me viera obligada, te quemaría las pestañas y subiría fotos a Facebook de tu cara de tortuga.
Su frase me hace frenar el botellín y dejarlo suspendido en el aire a punto de tocar mis labios.
—Qué perra —gruño.
Ella frunce los labios, yo le devuelvo el gesto y, antes de que nos demos cuenta, las dos nos echamos a reír.
—Ven —dice sin más alejándose unos pasos de la barra—. Te presentaré a los chicos.
Cojo mi cerveza y la sigo. Sin embargo, apenas he dado un par de pasos cuando niego suavemente con la cabeza.
¡Se dirige flechada hacia la mesa de Jennie! ¡No puedo tener tan mala suerte!
—Ya conoces a Jennie Kim —pronuncia displicente.
Le encantaría fulminarla con la mirada. Estoy segura.
Yo asiento fugaz y nerviosa con una sonrisa aún más acelerada, procurando por todos los medios no centrar mi vista en ella.
—Él es Owen —continúa Rosé, presentándome al hombre de uniforme— y él, Milo. Chicos, ella es Lisa.
Saludo a los tres y ellos me devuelven un amable «hola». Todos menos Jennie, que se lleva el botellín de cerveza a los labios mientras sus ojos fríos e impenetrables se clavan en los míos consiguiendo que me tiemblen las piernas.
Tomamos asiento. Lo hago entre Rosé y uno de los chicos que acaba de presentarme. He evitado sentarme junto a Jennie, pero la mesa tiene las dimensiones que tiene y sigue estando demasiado cerca como para que me relaje.
—¿De dónde eres? —me pregunta el militar.
—De Boston —respondo resuelta—, aunque vivo en Nueva York.
—No lo entiendo —me replica divertido—. Con lo grande que es vuestro país, ¿por qué os empeñáis en abarrotar éste?
Me encojo de hombros.
—Será que es un sitio muy interesante —contesto con una sonrisa. Él me devuelve el gesto.
Tiene una expresión seria, pero amable y, sobre todo, una de esas miradas que inspiran seguridad. Me cae bien al instante. Parte de mis nervios se disipan y, confiada, alzo la mirada. Sin quererlo, me encuentro con la de Jennie y, aunque rápidamente la aparto, todo mi cuerpo se enciende, como si su mera presencia tuviese un efecto directo en mí.
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Color Naranja - Jenlisa
FanfictionLalisa Manoban es una chica normal que lleva una vida de lo más normal. Trabaja como camarera, pero su ilusión es ver publicada su primera novela. Lo más emocionante de su día a día lo protagoniza su amiga Rosé, quien acaba de recibir una beca de pe...