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Está apoyada, casi sentada, en la puertezuela abierta de la parte de atrás de un viejo jeep militar. Sus manos agarran con fuerza el metal a ambos lados de sus caderas y sus antebrazos se tensan armónicamente. Lleva una sencilla camisa azul grisáceo de lino de la que se ha desabrochado los primeros botones y remangado las mangas. La luce por fuera de unos vaqueros gastados y unas Adidas blancas que lo están aún más. Está guapísima, con las mismas Ray-Ban con las que la vi la última vez; en realidad, está aún más guapa que aquel día. Sin duda alguna, ha conseguido que su aura de delirante atractivo se mude con ella de continente.

Al verme, se incorpora y esa misma tensión se reparte por todo su cuerpo. A pesar de la distancia que nos separa y sus gafas de sol, siento su mirada recorrer cada centímetro de mi piel.

El corazón me late ridículamente deprisa y creo que he dejado de respirar. ¿Qué hace aquí? ¿Qué hace Jennie Kim aquí? No puedo pensar en otra cosa.

Jisoo echa a andar y yo me obligo a hacerlo con ella.

—Jennie, ésta es mi hermana —nos presenta—. Jennie, ella es Lisa.

Jennie Kim da un paso hacia nosotras.

Por un momento creo que va a caminar hasta mí y abrazarme y, ya puestos, también a besarme. Sólo he necesitado verla un segundo para que mi imaginación vuele libre. Pero entonces, se pasa la mano por el pelo y con ese simple gesto soy muy consciente de que ha recuperado todo su autocontrol. Le quita mi maleta de las manos a su hermana y, sin ni siquiera saludarme, la guarda en el maletero sin mirar atrás.

Rodea el coche y se sienta al volante. Parece enfadada. Está claro que no tenía ni la más remota idea de a quién venía a recoger. Vuelve a pasarse la mano por el pelo y su mirada se pierde al frente.

—Sube —me indica Jisoo sacándome de mi ensoñación.

Asiento obligándome a dejar de observar a Jennie y me acomodo en la parte de atrás del jeep. Ella no dice nada y se limita a arrancar. Con el rugido del motor, comienza a sonar I’m Alive, de Johnny Thunder.

Salimos de la zona del aeropuerto prácticamente en segundos. Antes de que me dé cuenta, estoy contemplando de nuevo a Jennie. ¿Cuánto tiempo lleva aquí? ¿Por qué no me lo dijo? Las preguntas bullen en mi garganta y tengo que hacer un esfuerzo enorme por no pronunciar ninguna.

—Esto te gustará, ya verás —comenta Jisoo girándose hacia mí—. Es como el calor, sólo tienes que acostumbrarte.

—Seguro que sí —musito.

—Rosé me ha dicho que eres escritora —continúa— y has venido a vivir aventuras para escribir tu próximo libro. Eso suena bien.

De reojo, veo cómo Jennie resopla malhumorada y se agarra con más fuerza al volante.

Empiezo a pensar que le molesta que esté aquí.

—Sí —respondo y, no sé por qué, empiezo a ponerme nerviosa—, quiero probar a… a escribir cosas nuevas.

Alzo la mirada y me encuentro con la de Jennie a través del espejo retrovisor. Todo esto es demasiado desconcertante.

—Pues, si has venido buscando aventuras —dice Jisoo trayéndome de nuevo a la realidad—, éste es tu lugar.

Jennie acelera. Su hermana la reprende con la mirada, pero ella no le hace el más mínimo caso. Yo suspiro bajito, tratando de que no se den cuenta, e intento por todos los medios tranquilizarme. Desde luego, el universo siempre me tiene reservada una mejor que la anterior.

El aire templado me acaricia la cara y lo agradezco. Atravesamos la ciudad relativamente rápido. Intento prestar atención, observar las calles que vamos cruzando, pero estoy tan inquieta que me es imposible concentrarme. Detiene el coche en una calle cualquiera y la música se para en seco.

Color Naranja - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora