Sólo veo un reflejo naranja de fuego.
Uno de los preciosos edificios al otro lado de la plaza explota y se desintegra, fulminando el aire con trozos de ladrillo y piedra. El ruido es desgarrador.
Jennie se abalanza sobre mí, haciendo que me arrodille en el suelo. Esconde mi cabeza en su pecho y me protege con su propio cuerpo.
Otra vez ese intenso segundo de angustioso y absoluto silencio y después todo se llena de gritos y gente corriendo hacia todas partes. Jennie levanta la cabeza despacio y me obliga a alzar la mía.
El humo es demasiado espeso y engulle el aire. Nuestras respiraciones están agitadas. Observa con la expresión endurecida cada centímetro de mi rostro para comprobar que no estoy herida. Estoy asustada, pero al mismo tiempo me siento extrañamente protegida. Alza la mano, la desliza por mi mejilla y sus dedos se esconden en mi pelo.
Mi respiración se acelera aún más mientras me pierdo por completo en sus ojos azules y en la manera en la que me está mirando ahora mismo.
—Vas a complicarme mucho las cosas, lo sé —susurra.
Yo saboreo el tacto de su mano sin comprender lo que ha querido decir con esa simple frase. No obstante, cuando estoy a punto de preguntar, ella se levanta, me coge de las manos y me obliga a hacer lo mismo.
Da un paso adelante y contempla el edificio convertido en ruinas. Yo, aturdida, la contemplo a ella, el mercado, la casa que estaba y ya no está. Todo tiene otra vez ese reflejo naranja, pero por un motivo del todo diferente. Casi ha anochecido y el sol escondiéndose en el horizonte tiñe el cielo de ese color con sus últimos rayos de luz.
Me giro de nuevo hacia Jennie. Tiene la mirada perdida en el mismo lugar. En este momento, ese desencanto con el mundo con el que siempre parece convivir se hace tan fuerte que casi puede llegar a ahogar.
Está enfadada, frustrada, triste.
Inconscientemente, alzo la mano, como si ésta tuviese voluntad propia, y busco la suya. Una irrevocable sensación se ha instalado en el fondo de mi estómago y lo aprieta con fuerza, pidiéndome a gritos que la consuele de alguna forma. Mi mano se llena de calor cuando toca la suya. Jennie deja que la acomode contra la de ella, pero ni siquiera ha pasado un segundo completo cuando, arisca, la separa.
Me observa un instante y todo ese enfado que ya había sentido que tenía se hace cristalino en su mirada.
—¿Estás bien? —murmuro.
—Vámonos —dice volviéndose y echando a andar, ignorando por completo mi pregunta—. Ya has visto suficiente por hoy.
Su reacción me despierta. Está claro que Jennie Kim no necesita que la consuelen. La sigo tratando de caminar a su paso, pero ahora el ambiente, por culpa de la explosión, es todavía más caótico y descontrolado y no tardo en quedarme rezagada tratando de esquivar motos, personas y coches.
Una mujer de unos setenta años tira de mí y comienza a hablarme, pero lo hace en su idioma y no entiendo una sola palabra de lo que dice. Está muy nerviosa y no para de señalarme la plaza.
—Señora, no… no la entiendo.
El ruido de los vehículos acelerando y frenando se mezcla con las sirenas de las primeras ambulancias a unas calles de nosotros. La anciana señala aún con más ímpetu la plaza. Va a romper a llorar en cualquier momento. Yo miro hacia donde indica su mano, pero no tengo ni idea de a qué se refiere. Obviamente, sea lo que sea, está relacionado con la explosión, pero no sé el qué.
—Lo… lo siento, señora, no… no hablo su idioma.
Quiero ayudarla, pero no sé cómo. Cada vez estoy más inquieta. A lo mejor era su casa o alguien de su familia está herido. Miro a mi alrededor buscando algo que pueda ayudarme, pero ¿el qué? No voy a encontrar a un traductor titulado esperando tan feliz en una esquina. En ese momento alguien me agarra de la muñeca y tira de mí. Sé quién es. Todo mi cuerpo lo sabe. Me giro hacia Jennie aliviada. Seguro que ella se defiende hablando serbio y albanés y puede ayudar a la mujer, pero, antes de que pueda decir nada, echa a andar llevándome con ella.
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Color Naranja - Jenlisa
FanfictionLalisa Manoban es una chica normal que lleva una vida de lo más normal. Trabaja como camarera, pero su ilusión es ver publicada su primera novela. Lo más emocionante de su día a día lo protagoniza su amiga Rosé, quien acaba de recibir una beca de pe...