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-Un expreso -pide con la vista concentrada en su teléfono último modelo.

Yo asiento y me esfuerzo en reactivarme. Ella aún no me ha visto y no quiero que lo haga y me pille mirándola boquiabierta.

-Sí... sí, cla... claro -tartamudeo en un susurro.

El simple intento de esas dos palabras parece llamar su atención y alza la cabeza.

Nuestros ojos se encuentran un único segundo antes de que, con prudencia, me dirija hacia la máquina de café. El corazón me late otra vez ridículamente deprisa y me muevo torpe y nerviosa. ¿Qué hace aquí?

Sirvo un expreso en una de nuestras bonitas tazas de porcelana blanca y la coloco en su platito a juego. Estoy tan acelerada por dentro que temo acabar tirando el café en el puñado de metros que me separan de la barra.

-Su café -susurro con la vista clavada en la porcelana.

Ella no dice nada, pero puedo notar su misteriosa mirada sobre mí. Mi respiración se acelera aún más y me humedezco el labio inferior con discreción para contener un suspiro.

-Siéntate conmigo -me ordena.

Su comentario me hace alzar la cabeza y casi al mismo tiempo sus ojos increíblemente azules atrapan los míos. Nunca pide las cosas por favor, ni da las gracias. En otra persona detestaría esa actitud, pero con ella da la sensación de que así es tal como tiene que ser.

-Mi turno acaba de empezar -respondo-. No... no puedo.

¡Tranquilízate, Manoban!

Jennie Kim ladea la cabeza increíblemente sexy sin dejar de mirarme. Los nervios bullen con más fuerza en la boca de mi estómago. Por Dios, es guapísima.

-Tomaré el café en la terraza -anuncia y, sin más, sale del local.

La observo hasta que atraviesa la puerta y se pierde entre las mesas que no pueden verse desde el mostrador. Tiene las piernas largas y un andar muy femenino, llena de seguridad. Si con ropa deportiva me parecía muy atractiva, con unos vaqueros oscuros y una camisa blanca remangada hasta el antebrazo y los primeros botones desabrochados está arrebatadora.

Suspiro con fuerza. Sopeso opciones. Tengo que tranquilizarme. No puedo salir ahí hecha un manojo de nervios y dejar que vuelva a reírse de mí. Entro en la cocina, aunque en realidad no sé por qué lo hago. Nayeon continúa leyendo la revista y no me presta mucha atención. Lo prefiero, así me ahorro tener que explicar por qué estoy igual de acelerada que si hubiese venido corriendo desde Times Square.

-Mmm -murmura encantada con la vista clavada en el In Touch- y encima es Géminis como yo.

-¿Quién? -pregunto despistada. No le estaba haciendo demasiado caso.

-Jennie Kim -responde como si fuera obvio-. La revista dice que hoy es su cumpleaños, 23 de mayo, así que es Géminis. Se lleva bien con los Aries y los Virgo -continúa haciendo memoria-. Odia a los Tauro y su pareja ideal es un Cáncer, como tú -sentencia con sorna.

Sonrío nerviosa y de inmediato me obligo a disimularlo. Me pregunto cómo reaccionaría si le contara que está ahí fuera y quiere que me siente a tomar un café con ella.

-Seguro que esta noche monta un fiestón de esos que hace temblar la ciudad -añade.

Asiento por inercia increíblemente incómoda. Seguro que pasa la noche rodeada de supermodelos como la de la revista. Frunzo el ceño. La idea me enfada y ni siquiera sé por qué.

-¿Estás bien, Lisa? -me pregunta Nayeon prestándome toda su atención.

-Sí... sí, claro -respondo con rapidez a la vez que vuelvo a asentir para reafirmar mi respuesta.

Color Naranja - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora