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|1 de noviembre|

No sé en qué momento la botella vacía acabó sobre la alfombra y desde hace cuanto Jimin está sentado sobre mí, ambos descalzos sobre el colchón.

Mi espalda contra la cabecera de la cama y el mayor entre mis piernas, rodeando mi cintura con las suyas.
El beso es lento, posesivo desde las dos partes y húmedo.
El sabor del alcohol me permite distinguir cómo Jimin no quiere apartarse, necesidad noto en sus labios y en los suspiros que contra los míos se acallan.

Sus dedos se enredan en mi pelo y mis manos solo le pegan más a mi cuerpo por la cintura, tan cerca como podemos, intentando empequeñecer la distancia cuando ya es imposible.
El acoplamiento de mi agarre en su cintura sólo me hace recordar el momento días atrás en su cama, como en ese momento estábamos completamente lúcidos y aún así ocurrió.

No sabía cuánto añoraba sus labios hasta que no los volví a sentir sobre los míos.
Pomposos y dulces, imposible no perderte en ellos y querer quedarte así de por vida.

Cuando nos separamos para respirar de nuevo, retira su chaqueta azul y roja y agarra con fuerza mis mejillas para reanudar un beso mucho más rudo y dependiente.
Los chasquidos resuenan en la habitación, acompañados de jadeos mutuos.

Siento la fricción en mi miembro sobre la túnica, cuando el anteriormente pelirosa comienza a mover las caderas sobre mí, de una forma casi dolorosa por la lentitud.

–Jimin... Estás borracho.

–Y tú, calla, sólo déjame, por favor...

Lleva el rostro a mi cuello y deja lamidas y pequeños mordiscos que me hacen suspirar entre los sonidos que hace su lengua en mi piel. Sus manos se colocan en mi pecho, bajando por mi abdomen, haciéndome temblar entre sus caricias.

–Nos arrepentiremos de esto.

–Dudo que lo recuerde.

Y con una sonrisa juguetona se abalanza de nuevo sobre mis labios.

Mis manos, siguiendo el ejemplo de las suyas, se cuelan bajo su camiseta, acariciando su piel caliente, notando los escalofríos bajo mis toques fríos.

Nos separamos para que se la pueda sacar y me permite ver su piel lechosa y algunos tatuajes que la recorren.

Jimin se encarga de quitarse los guantes y arrojarlos a alguna parte del suelo mientras que contemplo el grabado de su camiseta en su hombro.

Daddy's Lil Monster.

Su pintalabios rojos corrido, imagino que gran parte en mis belfos, sin importarle lo más mínimo, manteniendo el cómo llegaron ahí.

–Jungkookie... Quítate eso.

Se aparta, sentándose a un lado para que me levante y siento su ausencia inmediata, creándome una mueca.

Me pongo en pie y me apresuro en retirar la túnica de mi cuerpo bajo su intensa mirada, quedándome con el pantalón negro y la simple camiseta blanca que tenía por debajo.

Miro al contrario semidesnudo sobre la cama y niega con la cabeza, haciendo un gesto con la mano para que continúe.
Me deshago de la camiseta y el pantalón y contemplo su sonrisa.

Camino al baño de la habitación, escuchando un sonido de frustración por su parte, y me miro al espejo para, con una toallita húmeda de una cajita sobre el lavabo, limpiar mi maquillaje blanco, asegurando el hecho del carmín en mis labios.

Cuando mis rostro recupera el color vuelvo a la habitación encontrando al más bajo completamente desnudo, con las rodillas flexionadas y las piernas ligeramente abiertas, apoyado en sus codos, una imagen que no era consciente de cuanto necesitaba ver hasta que la tengo frente a mis ojos.

• ᴊᴋ... ʟᴏᴏᴋ ᴀᴛ ᴍᴇ! • ᵏᵒᵒᵏᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora