Cambios

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Capítulo 2 

Esperé a Sebastián fuera de su salón, con la esperanza de ir juntos a casa, de arreglar las cosas o poner fin a esto. Por más que me doliera si no había arreglo, la brecha entre nosotros solo se haría más grande y lo perdería. Y era necesario para mí tener una respuesta.

-¿Vamos a casa juntos? -pregunté mientras me unía a él. Solo asintió sin cortar su conversación con An, su mejor amiga. Una chica alta de ojos miel y cabello rubio hasta las caderas.

Karl y Mike me miraban desde lejos. Sonrieron y me mostraron sus pulgares en aprobación. Distraído por ellos, no note cuando An nos había abandonado. Tome del brazo a Sebastián y eso pareció incomodarlo, pues, me miró por un segundo y volteó a nuestro al rededor buscando espectadores.

-¿Podemos hablar? - pregunté nervioso. Necesitaba ser sincero con él. Lo miré con una leve sonrisa. 

-Hoy no -contestó en tono serio. -Hoy viene mi madre. -Soltó mi agarre y caminó hacia esa hermosa mujer de cabello rojo ondulado, alta y delgada. Era realmente hermosa.

-Es un gusto, madre de Sebastián. Soy Danny -estiré mi mano ante ella en modo de saludo y como siempre con una dulce sonrisa, ella la tomó y se presentó. Debido a que siempre estaba rodeado de adultos por visitas de mis padres. Desde niño siempre había sido muy respetuoso y me ponía nervioso ser demasiado formal o ser demasiado informal.

-Soy Andrea -se presentó.
Su sonrisa era hermosa, tranquilizante, igual a la de Sebastián.

Me invitaron a pasar la tarde con ellos. Eso me hizo mucha ilusión así que acepte, llamé a mi madre y le inventé que estaría en casa de una amiga. Después llamé a mi amiga Aytana y le conté la situación, me dijo que no me preocupara, que ella me cuidaba la espalda. En el camino salió a relucir lo bien que ellos se llevaban. Era increíble la conexión que tenían. 

Llegamos a su casa. Su madre nos pasó a la sala y se adentró a la cocina por algo para beber. Me ofrecí a ayudar, pero amablemente se negó.

-¿Lo sabe? -pregunté a Sebastián mientras tomaba asiento a su lado.

Me miró y frunció las cejas con duda.

-Aún no, ni del asunto, ni sobre nosotros. Trata de ser discreto. -¿Asunto? 

Me tomó la mano por debajo de la mesa y me hizo olvidar lo que necesitaba decir.

Se levantó de la mesa y yo hice lo mismo

-Iremos a mi cuarto -avisó a su madre desde la puerta de la cocina. Ella nos dio los vasos con jugo y subimos por las escaleras al segundo piso. 

Una mujer de edad mayor se encontraba saliendo de una de las habitaciones, era bajita y tenia ese semblante que tienen las abuelitas. Di por hecho que sería su abuela o algún pariente; su mirada era seria y eso comenzaba a helarme la sangre, recordando como mi abuela paterna desde la niñez me regañaba por no comportarme como el hombre que todos deseaban ver en un futuro.

-¿Es tu nuevo novio? - preguntó mientras escondía una sonrisa burlona. 

¿Lo sabía? Me puse muy nervioso y me escondí tras Sebastián.

-Que graciosa tía. No, él es Danny, mi amigo -remarcó la última palabra subiendo el tono de su voz.

-Es un gusto Danny, Sebastián no suele traer personas a casa...- Eso era nuevo y me hacía sentir bien.

Antes de poder devolver el saludo Sebastián me tomó de la mano y de un jalón me metió a su habitación. Me di mi tiempo para examinar cada parte de ella, las paredes eran azul cielo con hermosas fotos de paisajes y personas adornándolas, sabía que eran todas tomadas por él, y lo hacía increíble. Mis paredes eran blancas y no tenía permitido pintarlas mucho menos adornarlas. A un lado de la pared su cama, un escritorio lleno de libros y cuadernos; en él deje el vaso ya vacío. Y en el otro lado: su armario y una ventana, la cual daba a una hermosa vista del exterior; me asome por esta y quede embelesado por ver el hermosos cielo azul, aquel que siempre está ahí pero uno nunca se detiene a apreciarlo.

- ¿Qué hay? - despertando ante su pregunta, volteé y quedé sin palabras. Su espalda desnuda se exhibía ante mi mientras él buscaba con que cubrirla en sus cajones, la vista era incluso más bella que la de la ventana; su espalda era adornada desde los hombros has la cintura por hermosas pecas, y con eso dio justo en una de mis debilidades. Analice más a detalle la situación y aunque, por desgracia, no lo note antes, incluso ya había cambiado su pantalón. 

Regresé la mirada a la ventana para que no viera mi sobre exagerado sonrojo y negué con la cabeza.

-¿Sobre qué querías hablar? -se sentó ya con la playera puesta y me hizo señas para sentarme a su lado.

-Sobre nosotros -susurré nervioso. -Sabes, creí que sería bueno el que saliéramos, pero últimamente me replanteo sí estuvo bien. Somos muy distantes. Incluso me han preguntado si soy novio de Aytana, mas nunca han sospechado de lo que hay entre nosotros -me senté a su lado y tome su mano, su mirada reflejaba que analizaba lo que yo decía, y un silencio incomodo nos cubrió. -No quiero que nos distanciemos más.

-Lo comprendo. Eres mi primera relación que no es a distancia, así que ha sido difícil, pero si crees que lo mejor que seamos solo amigos, por mi está bien -me sonrió con tristeza y algo en mi pecho dolió; él nunca me comentó que yo era el primero, nunca me dijo como se sentía y ahora creía que esa era una decisión apresurada, pero ya estaba hecho. Ya no había vuelta atrás.

-Creo que debo irme -me levante de la cama pero me tomo de la muñeca y se sonrió. Sonreí tratando de aguantar las ganas de llorar que se acumulaban en mi garganta, era difícil porque ahora yo sabía porque él era así, pero me sentía decepcionado porque no buscó una forma de detenerme.

Tome mi mochila, me despedí de las dos amables señoras que acababa de conocer y salí de ahí.

-¿Cómo te fue? ¿Con qué amiga estabas? -mi padre me preguntó mientras se adentraba en mi habitación.

-Bien. Aytana es una chica de mi salón -despegue la mirada de mi libreta de matemáticas y me encontré con su mirada de desconfianza.

-Bien, termina tu tarea y baja a cenar -gruño y al salir azotó la puerta. Sus pasos resonaron incluso al llegar al final de las escaleras.

Antes de dormir llame a Aytana y le conté con detalles lo que había ocurrido. Esa noche no cene, no tenía ganas, solo me recosté en mi cama, a pensar en todo lo que había ocurrido y entre sollozos pedí a cualquier deidad existente que me dejara pasar más tiempo con Sebastián.

A tu lado. (BL)  ■TERMINADA■Donde viven las historias. Descúbrelo ahora